JULIO ANDRÉS ROZO
Empresas B Certificadas y BIC: diferencia entre PhD y buen estudiante
A las Empresas B Certificadas podríamos compararlas con doctores titulados, quienes después de un gran esfuerzo obtienen dicho reconocimiento.
En Colombia es común llamar “doctor” a cualquier persona con saco y corbata, lo cual nos dice mucho sobre lo poco que valoramos a quienes dedican su vida a la ciencia y la investigación. Sin embargo, este no será el tema de la columna de hoy, lo que quiero es usar este ejemplo para señalar lo siguiente: una cosa es ser una Empresa B certificada y otra, muy distinta, un trámite para conseguir la denominación de Sociedad de Beneficio e Interés Colectivo (BIC).
A las Empresas B Certificadas podríamos compararlas con doctores titulados, quienes después de un gran esfuerzo obtienen dicho reconocimiento. Por otra parte, están las empresas BIC, que en nuestro ejemplo se asimilarían a un estudiante motivado, que acaba de ser aceptado en la universidad para iniciar su doctorado, pero que en ningún caso puede autodeclararse como “doctor”.
Si bien ambas denominaciones (Empresas B Certificadas y BIC) buscan que las organizaciones generen un impacto ambiental, social y económico positivo en el entorno, hay diferencias que vale la pena acentuar, para evitar el uso deliberado e irresponsable de los términos. Lo anterior podría traducirse en un evidente lavado-verde corporativo (green washing) y, por consiguiente, desinformar a los consumidores, inversionistas y comunidad sobre el verdadero quehacer de la empresa.
La principal diferencia radica en que las Empresas B Certificadas llevaron a cabo un proceso de transformación de su modelo de negocio, en el marco de un plan de trabajo estructurado (este puede tomar cerca de un año). De una manera arriesgada y decidida, van saliendo del business as usual para transformarse en una entidad que contribuye a la regeneración de los servicios ecosistémicos y la transformación de los hábitos de los consumidores; todo esto, con una alta dosis de innovación para construir un mejor mañana.
Por su parte, ser una empresa BIC es el resultado de un trámite que se refleja en la reorientación estatutaria de la empresa y la promesa de iniciar una transformación de su modelo de negocio hacia uno que genere impactos ambientales, sociales y económicos positivos. Es una declaración de intención que debe trascender y ganar credibilidad al asumir un proceso basado en el uso de alguno de los siguientes estándares: el Global Reporting Initiative (GRI), la Norma ISO 26000, la Guía para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG Compass), la serie de normas AA1000 de Relacionamiento y Responsabilidad Social de AccountAbility, y los dictados por la Certificación de Empresas B.
En otras palabras, ser una empresa BIC es solamente un punto de partida en el camino para convertirse en una Empresa B Certificada, si así esta lo quisiera. Si la empresa BIC no reporta cada año que su gestión está en línea con el estándar escogido, pierde la categoría de BIC por parte de la Superintendencia de Sociedades.
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Lo fácil es escribir un libro, lo retador es lograr que alguien lo lea
La analogía de este subtítulo va en la misma línea con otra que aplico día a día en la estrategia de comunicación de Amazonía Emprende: lo fácil es sembrar el árbol, lo retador es lograr que este crezca y capture carbono (recomiendo mi última columna al respecto).
Este símil podemos aplicarlo al tema que abordamos hoy. Nevis Cadena, un tremendo joven del municipio de El Charco en Nariño, con quien he trabajado y que hoy lidera Frutichar BIC S.A.S, me cuenta: "Mire Andrés, la parte sencilla consistió en lograr la denominación BIC luego del ajuste que hicimos en nuestros estatutos para hacer más evidente la visión de impacto ambiental y social en la empresa, y dejarlo registrado ante Cámara de Comercio de Tumaco". A renglón seguido continúa: "Ahora se viene lo laborioso: lograr transformar la cultura de recolección y aprovechamiento silvestre del Acai, en nuestros bosques, para mejorar los ingresos de nuestra comunidad y, con ello, evitar el incremento de la deforestación en nuestro territorio. Y todo esto tiene que ser medible por terceros para dar fe de que nuestro objeto social corresponde con la realidad”.
Me gusta exponer el caso de Nevis porque él cumple con tres principios de las Empresas B Certificadas, lo que seguramente le permitirá a Frutillar BIC S.A.S. certificarse muy pronto:
- Tiene una visión y muestra compromiso: esto se refleja en sus estatutos y, por ende, logra tener la denominación BIC.
- Va más allá: no solamente ejecuta una operación ambientalmente eficiente y responsable con su entorno, sino que cumple con uno de los máximos postulados de las Empresas B Certificadas: liderar el cambio hacia la regeneración de ecosistemas degradados. Para mí esto es clave mencionarlo, porque estamos en una época de urgencia en la que las empresas no solamente deben buscar hacer las cosas bien, sino restaurar los servicios ecosistémicos perdidos por la actividad humana. Y esto, sencilla y llanamente, trasciende el concepto de lo que técnicamente se denomina como compensación ambiental, la cual es obligatoria por ley para algunos sectores industriales.
- Asumen un proceso de monitoreo y verificación para demostrar que lo que quedó escrito en los estatutos, realmente se está validando con acciones.
En resumen, tanto la denominación BIC como el certificado de Empresa B y otros más que existen en el mercado, como los estándares GRI e ISO, le hacen bien al proceso de transformación del sistema empresarial. No obstante, este camino debe ser asumido con responsabilidad para no confundir y desinformar al público.
Así, una organización que se autoproclame como Empresa B Certificada, sin serlo aún, está desinformando a los consumidores y restándoles valor a las empresas que, como la de Nevis, están haciendo la tarea. En otras palabras, sin haber alcanzado el título, están pidiendo que los llamen “doctor”.
¡Hasta el próximo jueves!
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