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ANÁLISIS

Lo usado está de moda

Debemos dejar los prejuicios de la ropa de segunda y pensar que para quien es una prenda vieja para otro representa una nueva, y en ocasiones, podemos encontrar verdaderas joyas y piezas únicas sin afectar el medio ambiente.

Andrea Mejía Fajardo*
1 de noviembre de 2020

Durante la Edad Media y el Renacimiento, la adquisición de un nuevo vestuario estaba reservado solo para la nobleza o ricos comerciantes debido al alto costo, incluso en ocasiones, se incluía en la dote matrimonial mientras el pueblo usaba las mismas prendas durante años: “Si tenías un vestido desgastado, lo descocías para hacer un delantal para tu hija, y cuando ese ya tampoco servía, lo cortabas para rellenar un cojín” explica la historiadora Jennifer Le Zotte.

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Durante los siglos XIV y XV el comercio de segundas se popularizó en Florencia y Venecia. Los rigattieri o strazzaruoli se especializaban en la comercialización de artículos de segunda, especialmente de vestuario. En el siglo XIX llegó la revolución industrial y el invento de la máquina de coser permitió una producción de vestuario más económica. Así llegamos al modelo actual de la moda rápida.  

Para Jeff Sward, cofundador de Merchandising Metrics, la venta de segunda es “una idea que probablemente no habría pasado del buzón de sugerencias hace unos años”, pero la crisis ambiental ha logrado que muchas empresas vean en esta propuesta una alternativa sostenible para prolongar el uso de las prendas, disminuir el consumo de recursos naturales y disminuir el desecho textil.

Según IBISWorld, en el 2019 la venta de vestuario usado representó $10 mil millones de dólares en Estados Unidos, mientras ThredUP calcula que Millennials y Gen Z compran prendas de segunda 2.5 veces más seguido que consumidores de más edad. Este interés entre los jóvenes se debe, en parte, a su preocupación frente a los problemas ambientales y sociales generados por la industria de la moda.

Levi’s le apuesta a la reventa

Levi’s, motivada por continuar por un camino cada vez más sostenible y consciente del valor de sus prendas, aun las de segunda, lanzó su propia plataforma digital para comercializar prendas entregadas por los clientes. Una vez estas son recibidas, al depositario de la prenda se le entrega un bono para una futura compra, mientras Levi’s se responsabiliza del lavado y reparación de cada una para ofrecerlas en SecondHand.levi.com

La famosa marca de denim, consciente de que para confeccionar un jean se requieren alrededor de 7500 litros de agua, busca con esta nueva propuesta reducir el consumo y desperdicio textil.

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Jen Sey, Chief Marketing Officer de Levi’s, comentó que la pandemia incrementó las compras en línea y el interés general por la sostenibilidad. Sey, en entrevista con Vogue, afirmó que el 60% de la generación Gen-Z compra prendas de segunda, un mercado al que Levi’s espera llegar con prendas entre los $30 y $150 USD: “Las personas jóvenes buscan joyas con un precio racionable. […[ Se trata de un piloto, creemos que existe una demanda y creemos que esta es la forma como los jóvenes prefieren comprar”.

La empresa afirma que comprar un jean de segunda de Levi’s ahorra alrededor del 80% de las emisiones de CO2 y 0.7 kilos de basura comparado con la adquisición de un nuevo jean.

La pandemia aceleró al mercado sostenible

En los últimos años el consumidor se ha vuelto más consciente sobre los impactos sociales y ambientales generados por el Sistema Moda y más inclinado a comprar artículos de segunda.

The RealReal, plataforma de artículos de lujo usados, tuvo ingresos por $207 millones en el 2018 y en junio de 2019 fue el primer emprendimiento bajo este modelo de negocio en salir a la bolsa. Según un estudio de ThredUp, el mercado de las prendas de segunda sobrepasará en ventas al fast fashion para el 2028 además de ser un modelo de negocio atractivo para inversiones de Venture Capital: según Bloomberg, en los últimos años se han logrado inversiones por más de $1.1 mil millones de dólares en emprendimientos de venta de segunda.

Gucci y The RealReal llevaron su alianza más allá de lo comercial y asumieron el reto de sembrar un árbol en áreas afectadas por el cambio climático por cada prenda de Gucci vendida en la plataforma. The RealReal además calcula la emisión de carbono y uso de agua ahorrados al comprar una prenda de segunda comparada con una nueva. Según datos de la compañía, la venta de artículos usados de Gucci ha logrado ahorrar 230.1 toneladas métricas de carbono y 10.4 millones litros de agua.

El interés por la venta de segunda no es solo de las marcas de lujo o de Levi’s. Sellpy, la plataforma de venta de segunda sueca y en su mayoría propiedad de H&M, apuesta por consumidores de moda sostenibles. Thorsten Mindermann, director de H&M en Alemania, comentó que “estamos particularmente contentos de ofrecer una nueva forma sostenible de comprar y revender moda en colaboración con Sellpy”.

En Colombia, la app especializada en vestuario de segunda, GoTrendier, ha logrado vender en los tres años de operaciones en el país, alrededor de 200.000 artículos. La empresa afirma que esto significa un ahorro de más de 580 millones de litros de agua y evita la producción de 230 mil camisetas nuevas.

La Garajería y Closeando son emprendimientos nacionales quienes apuestan por la sostenibilidad generando un cambio positivo en la consciencia del consumidor, buscando formas sostenibles para generar impactos positivos en temas ambientales y sociales en el país.

Reducir, reusar, reparar y reciclar son las cuatro R que debemos no solo memorizar, sino implementar en nuestro diario, tanto como empresarios y como consumidores. Debemos dejar los prejuicios de la ropa de segunda y pensar que para quien es una prenda vieja para otro representa una nueva, y en ocasiones, podemos encontrar verdaderas joyas y piezas únicas sin afectar el medio ambiente. Pongamos lo usado de moda.

*Diseñadora de moda, periodista y magíster en Ciencia Política.

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