Javier Ichazo, líder de la línea de negocios de microfinanzas en Credicorp y CEO de Mibanco (Perú) | Foto: Mibanco

ANÁLISIS

Microfinanzas: palanca de reactivación y progreso

Durante las últimas semanas el escenario poscuarentena se ha convertido en un tema central de conversación y muchos análisis buscan encontrar caminos de recuperación que orienten el desarrollo de la denominada “nueva normalidad”.

Javier Ichazo*
26 de septiembre de 2020

Aunque es claro que no hay una fórmula única para lograrlo, las microfinanzas adquieren suma relevancia en la reactivación económica gracias a su capacidad para facilitar la recuperación de los emprendimientos que han sido duramente golpeados y la generación de nuevos emprendimientos, impulsando la inclusión financiera, especialmente en nuestros países latinoamericanos.

Si bien, hay mucho por decir sobre esta crisis, hay algunas evidencias claras que la covid–19 ha puesto sobre la mesa. Primero, la dependencia que tiene una parte de la población frente al ingreso económico diario, en un escenario en el que la informalidad se ubicó en un 46,2%, según cifras del Dane en junio, y que, debido a la cuarentena, puso en jaque a muchos colombianos que dependían de esta dinámica.

Este impacto, sin duda, se traduce en la exacerbación de la pobreza, la cual, de acuerdo con Fedesarrollo, podría aumentar hasta en un 38%. Y por supuesto, la afectación a los negocios, especialmente de las micro, pequeñas y medianas empresas que, según Acopi, constituyen cerca de un 99% del tejido empresarial colombiano y el 40% del PIB, de las cuales un 20% ya han cerrado sus puertas y cerca de un 80% ya se encontraban en régimen de insolvencia para mayo de este año.

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A la luz de estos indicadores, las microfinanzas adquieren un rol de gran importancia como un modelo que brinda a las personas la posibilidad de reactivar o iniciar proyectos de emprendimiento, así como de subsanar necesidades económicas, mediante el acceso a recursos financieros a través de un modelo de negocios especializado.

De esta forma, no solo se incentivará el progreso individual de cara a mejorar los índices de desempleo, informalidad o pobreza, sino que se configurará un ciclo virtuoso que potenciará la capacidad productiva del emprendimiento y la reactivación económica deseada.

El poder de las microfinanzas como sinónimo de inclusión y progreso tiene un claro ejemplo en el Perú, un país con similitudes a Colombia, donde la informalidad se ubicó en un 71,1% en 2019, según datos de la Cámara Nacional de Comercio, Producción, Turismo y Servicios del país, y las micro, pequeñas y medianas empresas representan cerca del 99,5% del tejido empresarial, según el Ministerio de la Producción.

Y es que, en conjunto, las microempresas, que están siendo gestionadas desde los mismos hogares de los emprendedores latinoamericanos, pueden ser los catalizadores necesarios para abordar la senda de la recuperación. No obstante, para que esto sea posible es menester consolidar un entorno con condiciones financieras, en el cual la disponibilidad de recursos no sea una barrera para el progreso.

En ese sentido, un reciente estudio del Centro de Innovación y Emprendimiento (INCUBA) y el Grupo de Estudios en Administración (GEA) del CESA realizado durante la pandemia encontró que de 154 emprendimientos en diferentes sectores, el 16% tuvo un impacto positivo en la cuarentena[1].

Más allá de esta cifra, el resultado más impactante es que el 68% de estos emprendimientos, por desconocimiento o barreras de acceso, no recibió ningún tipo de auxilio financiero.

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Este último dato evidencia que la reactivación económica debe pasar por acercar el sistema financiero a todos los emprendedores a nivel urbano y rural, lo que cobra especial relevancia en esta coyuntura donde la tecnología deberá ayudarnos a identificar fórmulas diferentes para llegar de manera distinta a más emprendedores.

De ahí la importancia de fomentar las microfinanzas, pues estas no solo permiten la aparición de nuevos negocios gracias a líneas de crédito a la medida, sino que incentivan la inclusión financiera a través de la bancarización y la educación financiera de quienes hacen parte de la informalidad laboral.

En suma, la pandemia nos enseñó la importancia y, sobre todo, la necesidad de promover estrategias y modelos que apunten a la resiliencia económica, y esto exige dar especial atención a la situación de las micro, pequeñas y medianas empresas, así como a las dinámicas de ingreso diario de tantas personas que necesitan de un soporte financiero para subsistir.

No podemos esperar a que la reactivación económica y el progreso social se produzcan, si no acercamos a estos actores a las ventajas y beneficios de un sistema financiero apto para sus necesidades.

*Líder de la línea de negocios de microfinanzas en Credicorp y CEO de Mibanco (Perú)