SECTORES
Las nuevas formas de negocio para las cooperativas
Tras solicitar al Gobierno la normatividad que impulse al sector solidario, la meta ahora es usar modelos para su desarrollo. En uno de ellos, las personas jurídicas podrían también formar cooperativas.
El cooperativismo nacional se ha fijado como meta un desarrollo similar al que existe en otros países. Consiste en permitir que las entidades del sector tengan carácter de verdaderas empresas y, por ende, vehículos de emprendimiento —como cualquier SAS—. Y que las personas jurídicas puedan constituir cooperativas de segundo piso y actuar como podría hacerlo cualquier clúster. Esas son cosas de trámite común en otras latitudes, pero no en Colombia.
Aquí las normas y el propio Estado se habrían convertido en las grandes cortapisas para el crecimiento del sector solidario. En reciente Congreso Nacional Cooperativo, organizado por Confecoop en Cartagena, el sector se quejó por el trato de cenicienta que ha recibido por años. Algo que podría dar un giro radical si cumple sus promesas el presidente Iván Duque, que en su paso por el BID se acercó al tema.
En el evento, el gremio oficializó su propuesta al Gobierno para trabajar en un “pacto por la economía cooperativa y solidaria”, que incluye ocho estrategias y 41 acciones para fomentar del cooperativismo desde lo normativo, institucional, de vigilancia y pedagógico. El Presidente se comprometió ante el auditorio, que llevaba ocho años sin la presencia de un jefe de Estado, a “impulsar una política pública que promueva el desarrollo del sector”.
En ese sentido Jorge Andrés López, presidente de la junta directiva de Confecoop, había manifestado minutos antes una de las quejas más sentidas, al señalar que la actual estructura oficial para el sector, encabezada por la Unidad Administrativa Especial de Organizaciones Solidarias (Uaeos, apéndice del Ministerio de Trabajo), “limita la constitución de políticas que impulsen el cooperativismo”, pues esa entidad cuenta con un presupuesto exiguo.
Gigante adormecido
Las cifras del sector dicen mucho. Al cierre de 2018 reportaron estados financieros 3.205 entidades solidarias que cuentan con 6,3 millones de asociados —51% mujeres—, activos por $44,1 billones, ingresos por $28 billones y un patrimonio social de $16 billones. Ese poderío fácilmente —según estimaciones de Confecoop— puede representar 2,5% del PIB colombiano.
No son sus únicas credenciales. El cooperativismo está presente en los 32 departamentos y al menos 525 municipios tienen una cooperativa originada en su territorio y presencia en 1.000 poblados a lo largo del país.
Unas 3,9 millones de personas están afiliadas a mutuales de ahorro y crédito, con una red conjunta de servicios financieros de 950 oficinas que corresponden a 120 entidades integradas en Coopcentral.
Pero hay palos en la rueda. Desde 2011 el Departamento Administrativo Nacional de la Economía Solidaria (Dansocial) se transformó en el Uaeos. Y entonces “se perdió todo propósito de política pública en materia de promoción y fomento” dice Carlos Acero, presidente de Confecoop. Se queja de que el Ministerio de Trabajo “no ha estrenado las funciones de coordinación de política pública y cualquier cosa se deja a una unidad que no tiene la competencia legal para coordinarla”.
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Pero no es lo único. La penúltima reforma tributaria gravó a las cooperativas con el 20% de renta, una tarifa preferencial pero insólita a la luz de lo que ocurre en otros países. “En todo el sistema cooperativo de América, las cooperativas no pagan renta, porque ello tiene unas consideraciones técnicas, económicas y jurídicas”, mencionó el dirigente. Manifestó que esos recursos, por 14 años, sirvieron para destinar cupos y programas de educación formal para 1,2 millones de jóvenes. “Quedamos contentos. La presencia del Presidente genera un efecto político y lo recibimos inicialmente como un mensaje de política pública”, dice.
De las 41 propuestas del pacto, en mesas de trabajo con el DNP y con el acompañamiento del Ministerio de Trabajo, tienen prioridad los temas de ajuste institucional y fortalecimiento de los mecanismos de supervisión. La nuez del asunto es redactar un Conpes que concrete técnicamente cómo será la relación y el impulso estatal respecto del sector solidario.
Confecoop aspira a concretar una alta consejería presidencial: “En la medida en que se lleve el tema de formulación, coordinación, evaluación y seguimiento de la política pública para el sector cooperativo, la economía solidaria requiere de un ente del más alto nivel en el Estado”, sostiene Acero. Para él, esa importancia se justifica en que el cooperativismo es una actividad transversal en por lo menos 25 sectores de la economía, entre ellos salud, vivienda, educación, transporte, bienestar, trabajo, ahorro, crédito, consumo, aseguramiento, agropecuario y medio ambiente.
Más desarrollo
Duque, además, se comprometió a que, en cuanto a las cooperativas de producción, desarrollo y sociales, el Congreso revise las exigencias para constituirlas, que hoy obliga a tomar un curso y tener no menos de 20 miembros. La idea es que tres personas puedan constituir ese tipo de empresas solidarias, lo que elimina barreras de acceso en el caso de emprendimientos y podría ser una opción ante las SAS. Además, quienes egresen del Sena deberán saber de cooperativismo
También existe la propuesta de que las micro, pequeñas y medianas empresas con ánimo de lucro —incluso las grandes— puedan asociarse directamente o crear entre ellas sus propias cooperativas. Esto sería algo revolucionario en Colombia, pero no en el resto del mundo.
En Bogotá hay un distrito del cuero y el calzado en el barrio Restrepo. Todos son micro o pequeños empresarios y cada uno actúa individualmente. Como dijo Acero, en el mundo cooperativo esas organizaciones siguen siendo entidades con ánimo de lucro, pero para efectos de acceso a recursos, comercialización, logística, desarrollo de innovación y tecnología, servicios administrativos y otros más se unen y crean una o varias cooperativas.
Señaló que el movimiento cooperativo en Europa es poderoso porque funciona con instrumentos de este tipo. Uno de los casos es el norte de Italia, quizá la región europea con mayor índice de desarrollo y de ingreso. Allí, cientos de empresas se integran en cooperativas de segundo nivel, llamadas consorcios cooperativos.
Para el presidente del gremio estas propuestas significan jugarse el todo por el todo para el despegue definitivo de un sector que busca empuñar las banderas de la inclusión, del desarrollo productivo y del emprendimiento. “Claramente tenemos el foco en llevar al cooperativismo a un nuevo nivel, y que sea reconocido por la sociedad como otra forma para insertarse en la economía, crear puestos de trabajo y desarrollo que se traduzcan en bienestar”, reiteró Acero. Un sector que quiere ser más que solidario.