ALEJANDRA CARVAJAL

En defensa de la libre empresa

Las pymes aportan más del 80 % del empleo a la economía colombiana. La lucha contra el capitalismo, argumento de algunos de los protestantes del día 21, pretende erradicarlas. ¿Por qué querer ser como Cuba o Venezuela?

Alejandra Carvajal, Alejandra Carvajal
19 de noviembre de 2019

El “paquetazo” de Duque es un pretexto para protestar. Nada distinto. La reforma pensional, la laboral, el famoso holding financiero, así como la disminución del salario a los jóvenes menores de 25 años son propuestas que el gobierno jamás ha hecho y que muy seguramente no presentará en el futuro. Incluso las Centrales de Trabajadores así lo reconocieron públicamente. El presupuesto en materia de educación es el más alto de la historia, sin embargo estudiantes y maestros siguen inconformes. 

Sorprende que artistas como Carlos Vives manifiesten que van a salir a protestar “por las pensiones de nuestros viejos”. Miles de jóvenes que lo siguen en redes sociales dan su mensaje por cierto y saldrán a marchar por una propuesta inexistente, que el Gobierno nacional nunca hizo ni piensa hacer. Varios artistas han caído en la misma trampa, curiosamente los mismos que promovían el Sí en el Plebiscito refrendatario de los acuerdos de paz. La polarización del país desde ese entonces no se ha superado, y por el contrario, tiende a empeorar. 

Las razones para salir a protesta (además del famoso paquetazo que no existe), son variopintas. Hollman Morris por ejemplo publicó en su cuenta de Twitter que marcharía el 21 de noviembre porque en Bolivia se había presentado un golpe de Estado. Es inevitable entonces no pensar en la incidencia del Foro de Sao Paulo en las manifestaciones del jueves. El partido de Morris, Colombia Humana hace parte de este foro y patrocina la marcha, al igual que los partidos Alianza Verde y Polo Democrático, también miembros de esta organización. La izquierda latinoamericana tiene un propósito claro, el cual sería respetable si actores violentos no interfieren, como ha sucedido en Ecuador y Chile. Las disidencias de las Farc y el ELN, también movimientos de izquierda, en este caso una violenta, aprovecharán este papayaso para hacer de las suyas. Con estas marchas, se está trasladando la guerra a las ciudades, teniendo como elemento adicional la validación de la misma por un sector de la población.

Entretanto, la Organización de Estados Americanos fue clara al responsabilizar a  las dictaduras cubana y venezolana de los desórdenes que se presentaron en los países vecinos. La amenaza es real. 

La campaña presidencial de 2022 empezó desde el 7 de agosto de 2018. A Duque, en tan solo 15 meses le han hecho más de 300 protestas, todas orquestadas por los perdedores de las elecciones. Ahora algunos de ellos pretenden incluso vincular a las barras bravas, en un acto sumamente irresponsable. 

Pero más allá de eso, así como del sentimiento mundial de inconformismo potencializado por las redes sociales que hace que las protestas se organicen con mayor facilidad, hay una crítica profunda al capitalismo. Algunos sectores aducen que el capitalismo es la madre de todos los males. 

Encuentro entre un grupo de marchantes afirmaciones como “la legalidad no siempre es moral”, lo cual les sirve de argumento para quemar el Icetex pues aunque es legal, consideran inmoral que se cobren intereses por los préstamos educativos. Lo mismo aplica para las entidades bancarias, o para los supermercados, porque consideran que es inmoral que se cobre por la comida. Quieren seguir el exitoso modelo cubano o venezolano. 

Desde esta columna quiero apoyar al capitalismo, que con todos los bemoles que pueda tener es el mejor modelo creado hasta ahora. También dar un espaldarazo a la libertad de empresa, y con ello a nuestras pymes, que generan más del 80 % del empleo del país. 

La revolución francesa es un referente para muchos de los que van a salir a protestar. En redes sociales he recibido decenas de comentarios que afirman que mediante el uso de la violencia en Francia se lograron las conquistas sociales que han hecho que ese país sea lo que es hoy; con ello pretenden justificar el uso de la misma el jueves. Nada más falso y peligroso. Pero así piensan muchos, ha sido y será su bandera, entre otras porque comen y viven de eso.

En lo personal no voy a salir a marchar. Me parece absurdo, pero respetable. En momentos como este, antes de pensar en refundar la patria (argumento eterno de la guerrilla), debemos respaldar nuestras instituciones. Apoyo la libertad de empresa, el capitalismo, la libre competencia y ante todo el Estado de Derecho, que pretende resquebrajarse este jueves. 

Respeto a los miles de marchantes que saldrán pacíficamente, de eso se trata la democracia. En ningún caso comparto sus argumentos, en especial los de sectores políticos que ya pagaron orquestas, lechonas y papayeras para organizar la marcha. 

Las centrales de trabajadores calculan que 200.000 personas saldrán a marchar. Más de  48,2 millones de colombianos no estamos en eso. Yo soy una de ellos.