ENFOQUE

“Si la separación refuerza la noción de que las mujeres son débiles, entonces puede ser perjudicial”

Después de la decisión del Concejo de Bogotá en contra de la propuesta de disponer el uso de sillas rojas en TransMilenio solo a mujeres, para evitar que sean víctimas de acoso sexual, SEMANA habló con la doctora Amy Graglia, socióloga especializada en desarrollo urbano y estudios de género.

20 de febrero de 2018
La doctora Amy Graglia es socióloga especializada en desarrollo urbano y estudios de género, y una de las académicas que más ha estudiado el tema de las mujeres en el transporte público . | Foto: Archivo Particular

SEMANA: ¿Plantear una segregación entre hombres y mujeres en el sistema de transporte público es una solución al acoso sexual?

Amy Graglia: La segregación en el transporte púbico puede ser considerada inconstitucional cuando lo único que plantea es una separación entre los géneros sin producir normas. Si las reglas no cambian durante el proceso de segregación, entonces en efecto este tipo de planteamientos discriminativos van en detrimento de las mujeres. Japón es un buen ejemplo para esto. Allá se separa a hombres y mujeres, así se ha hecho por más de 100 años, pero al segregarlos refuerzan la imagen de que las mujeres son débiles y necesitan un espacio aparte porque son como niños y necesitan ser tratadas de manera diferente. Entonces si la separación refuerza la noción de que las mujeres son débiles, puede ser perjudicial.

SEMANA: ¿Cuáles son las conclusiones respecto al tema del “transporte rosa” exclusivo para mujeres que existe en algunas ciudades del mundo?

A.G.: En México se creó un transporte rosa y todo un movimiento social alrededor de eso. Usaron la separación para decir que las mujeres tienen el derecho de movilizarse. Bajo el lema de: ‘no nos estamos segregando porque seamos débiles, nos estamos separando porque ustedes hombres no nos están dando el respeto que merecemos’. Y se usó el transporte exclusivo para mujeres como una plataforma para hablar a favor de los derechos de las mujeres y así también demandaron un cambio legal. En México no estaba tipificado el acoso sexual y si una mujer iba a la Policía a reportar que había sido abusada sexualmente (y hubo muchos casos en que las mujeres llevaban a los hombres que las habían abusado, con ayuda de los testigos, hasta la estación de Policía) los oficiales les decían: pero qué cargos le voy a poner si lo más cercano que tenemos en nuestras normas es agresión y eso implicaría golpes y él no te golpeó, entonces no hay nada de lo que lo puedas acusar formalmente. Así que el tema de la segregación en el transporte se usó para cambiar las leyes y para tipificar el abuso como un tema legal y real, que lastima a las personas y les limita su habilidad para funcionar dentro de la sociedad. Así que crearon una nueva legislación. En México además, los buses rosados ponen en sus fachadas imágenes de mujeres revolucionarias en la historia del país y eso da el mensaje de: ‘las mujeres ayudamos a fundar este país y deben tratarnos con el respeto que merecemos. Dennos igualdad’. Entonces la segregación en el transporte público fue una plataforma para romper barreras de género que decían que las mujeres no tienen derecho a estar en lugares públicos, sino que deben estar en casa con los niños.

SEMANA: Uno de los argumentos que usted plantea es que culturalmente se piensa que el acoso en el transporte público parece ser el precio que deben pagar las mujeres al atreverse a dejar el espacio privado del hogar y salir al mundo…

A.G.: Hay unas reglas muy claras en países como México acerca de cuáles son los roles de las mujeres y se cree que su lugar es en la casa. Entonces hay indicadores que muestran que los incidentes de acoso a las mujeres en el transporte público aumentan a ciertas horas por ejemplo en las noches o temprano en las mañanas. En México muchas madres solteras que cuidan a sus hijos en el día y van a trabajar de noche, para que así las abuelas puedan ayudarles con el cuidado de los pequeños. Entonces las horas en las que estaban en la calle no eran ‘usuales’ y los hombres creían que si estaban afuera a esas horas no eran ‘mujeres decentes’ y la idea de tocar o abusar aumenta. Hay una conexión muy fuerte entre el acoso y la idea de cuál se supone que es el lugar y el rol de la mujer. Entonces el transporte rosado fue crucial para eso.

SEMANA: ¿Por qué cree que el transporte público es uno de esos lugares en donde los hombres se sienten en libertad de abusar sexualmente de las mujeres?

A.G.: Mi hipótesis es que el tema tiene que ver con la movilidad y con la posibilidad de las mujeres de tener acceso a dicha movilidad. Si el lugar clásico de la mujer dentro de la conciencia cultural se supone que es el hogar y ellas quieren salir de ese lugar y viajar a otro, a veces a lugares alejados o de noche, entonces parece que eso las convierte en blanco legítimo para el acoso. Porque hay una idea que prevalece y es que ella no merece tener esa movilidad. Toda esta idea de que las mujeres no son capaces de ser buenas conductoras, que no tienen esa habilidad, viene de ahí también. Hay tanto estigma alrededor de la habilidad de las mujeres a cambiar una llanta, saber de mecánica, o simplemente manejar un carro. Y las mujeres suelen expresar temor a viajar distancias largas solas. Entre más lejos más miedo sentían. Ellas también habían internalizado la necesidad de ir acompañadas, porque estaban saliendo de los límites de lo que se supone les estaba permitido.

SEMANA: ¿Cuál cree usted que sería una buena medida para dar a las mujeres voz para que se sientan seguras de denunciar acosadores y se sientan seguras?

A.G.: Esta es la lucha por la que están pasando las mujeres a nivel global, aún luego del movimiento #metoo, y es tener el permiso de expresar esta preocupación como algo legítimo. Lo que estamos experimentando es que no podemos siquiera dar legitimidad a muchas declaraciones, porque a las mujeres les cuesta que sus declaraciones sean vistas como legitimas. En México el transporte rosado fue tan poderoso, porque fue la primera vez que ellas pudieron dar una legitimidad a este tema. Pudieron demostrar que el problema del acoso era real y necesitaba una atención legal específica. Que quien acose debe pagar unas consecuencias legales. Y esto no fue fácil. Las instituciones mexicanas quedaron perplejas antes esto. Tuvieron que aumentar la cantidad de mujeres policías, para que las victimas lograran algo de empatía a la hora de reportar los casos. Nadie veía este fenómeno como algo que estaba mal y que necesitaba unos ajustes serios y de raíz. Es más cuando las mujeres se atrevían a denunciar la respuesta que recibían era que eran lloronas y estaban exagerando sus acusaciones. La movilización de las mujeres es la mejor opción para que estos teman logren la atención que merecen, porque la fuerza de las masas es indudable. Por eso es que movimientos como #metoo han sido poderosos. Cosas así también permiten a los hombres que creen en la necesidad de un cambio, entrar a apoyar estas iniciativas. Decir que todos los hombres en México eran malos y estaban en contra de la movilidad de las mujeres es mentira, había muchos que estaban a favor del transporte rosa y el empoderamiento de las mujeres. Al final esto lo que busca es la igualdad de género.

SEMANA: Un tema que atraviesa este fenómeno son los límites. Pareciera que alrededor del cuerpo de las mujeres no hay límites y que eso lleva a que pueda ser tocado sin consecuencia…

A.G.: Creo que eso hace parte de la percepción que se tiene de las mujeres en general. Mujeres y niños han sufrido mucho para lograr cierto nivel de igualdad, de ser considerados seres humanos iguales a los demás y que merecen el mismo trato. Con los niños es porque gran parte de su existencia es crecer, entonces como consecuencia los tratamos como si fueran menos, como si necesitáramos controlarlos e imponer nuestra existencia sobre la de ellos para protegerlos. A las mujeres les pasa lo mismo, y ahí es donde se pierden los límites. Entonces cualquier movimiento que muestra que las mujeres no son inferiores, que no deben ser tratadas como si fueran más débiles o incapaces, ayuda a cambiar las percepciones y eso es lo que se necesita. Por eso es que el transporte rosado fue tan efectivo, porque lo pone en la cara de los demás, lo hace visible.