"HAY QUE HACER REFORMAS DE PLEBISCITO"
JOTA EMILIO VALDERRAMA
La de Jota Emilio Valderrama no es todavía una candidatura formal. Es una precandidatura, y habrá que esperar a la Convención Conservadora de noviembre para saber si queda en algo. Pero entre tanto el político antioqueño la promueve fogosamente por todo el país, convirtiéndose en una espina en el flanco de la candidatura cuasi-oficial de Alvaro Gómez y resucitando de paso una expresión que los buenos modales del Frente Nacional parecían haber desterrado para siempre: "los godos". SEMANA mantuvo una entrevista con él.
SEMANA:¿Qué es eso de "los godos" en boca de un conservador como usted?
JOTA EMILIO VALDERRAMA: Hay godos. Es el ala sectaria, cerrada, del Partido Conservador, que sigue sin asomarse al siglo XX. Se sienten dueños del partido y admiten o expulsan al que quieren. Y en sus manos está la Convención. No entienden que un partido está hecho de matices, y que los que hay en el nuestro no son sólos dos, el alvarismo y el pastranismo. El progresismo es un matiz, y la única vez que se han aplicado los estatutos del partido mostró que tiene fuerza.
S.: En esas condiciones ¿usted asistirá a la Convención?
J.E.V.: Si los godos me dejan, yo sí voy. Si hay condiciones de neutralidad y posibilidades de discutir tesis y programas. Pero si el Directorio incluye sólo dos matices, y ambos son previamente alvaristas, y ni siquiera tiene contactos con nuestro movimiento, como ha ocurrido hasta ahora, no creo que vayan a ser imparciales. Uno va a una Convención a cumplir un papel; si no, no va. En la Convención pasada hubo debate; se planteaban dos alternativas entre Betancur y Gómez, y Betancur derrotó a Gómez. El partido no puede volver a tomar la alternativa derrotada sin decir primero que la de Betancur fracasó en el gobierno, y eso nadie lo ha dicho. Y si va a estar ya predeterminada una política, si va a haber el programa único de que habla Pastrana y el candidata único, el resultado será una derrota única. En esas condiciones yo no asistiría. Si lo hago, aceptaré las determinaciones de la Convención. Pero si no, seguiré hasta el final con mis tesis y mis programas.
S.: ¿En qué paró al fin lo del suprapartidismo y la unión con Galán?
J.E.V.: Lo de suprapartidismo es más una frase patriótica que una posición para hacer política. Es Benjamín Herrera en el momento de la pérdida de Panamá, Laureano Gómez en el conflicto con el Perú. Pero no se puede hacer suprapartidismo estando dentro de los partidos: eso son acuerdos bipartidistas. Ni tampoco se puede llamar suprapartidismo a la adhesión a un candidato liberal con un programa liberal. Tal vez sólo en el caso de Betancur se puede hablar de suprapartidismo, que llegó a la presidencia contra la maquinaria, contra el establecimiento de su propio partido. Lo que sí es una empresa halagadora es la coordinación de las fuerzas inconformes para enfrentarse al establecimiento. Porque yo honestamente pienso que con Barco y Gómez el país regresa. Lo que ellos piensan no es lo que el país requiere. Volver a ellos, después de Belisario, es como regresar al cine mudo.
S.: ¿ Y cree que ese regreso es posible?
J.E.V.: La maquinaria da para todo.
S.: A propósito del bipartidismo, ¿qué piensa usted del desmonte del artículo 120 de la Constitución, de la cual se habla nuevamente en estos días?
J.E.V.: Ese es un tema recurrente, que vuelve cada vez que hay discrepancias en las direcciones de los partidos. Se dice entonces que hay colaboración "a título personal o técnico". Eso es absurdo. La verdad es que nunca ha habido en ninguno de los dos partidos intención verdadera de hacer ese desmonte: ninguno tiene intención de soltar la cuota burocrática que le garantiza. Desmontarlo sería bueno para el país, y bueno para el sistema democrático, y sería más serio hacer coaliciones previas sobre programas; o entregarle, eso sí, el control y la fiscalía del gobierno al segundo partido. Pero no se va a hacer.
S.: ¿Cómo ve el proceso de paz?
J.E.V.: Yo creo que sigue siendo válido. A mi juicio, su principal éxito consiste en haber creado la conciencia de que la represión no servía para lograr la paz, en haberle hecho perder el miedo al diálogo. Pero tiene un defecto fundamental, y es que la remoción de lo que se llamó "factores objetivos" se ha quedado en palabras. Se entiende que la paz no es posible en la actual situación social del país, no es posible sin reformas serias. La paz con un millón doscientos mil desempleados no es posible. De ahí la necesidad de las reformas sociales y económicas. No se puede mantener a tal porcentaje de la población en la subsistencia, en el desempleo, en la miseria, frente a una minoría que no quiere ceder en sus privilegios. Se requieren revisiones de fondo al esquema económico del país. Hay que revisar sin miedo. Creiamos que Belisario Betancur lo iba a hacer, porque llevaba doce años diciéndolo: y no la hizo. Van tres años de gobierno y no se ha intentado ni una sola reforma.
Ahora el Presidente habla de "un año social". ¿El último? Nadie gobierna en el último año... La verdad es que el gobierno no ha cumplido sino en los terrenos en que cumplir no requería que se le pisaran los callos a nadie y no costaba nada. Yo sé que para el Presidente es obsesivo el tema de la paz, pero por eso mismo no entiendo por qué ha perdido tanto tiempo precioso para hacer las reformas. Y lo importante no es pintar la paloma, si no ponerle pico y que coma.
S.: ¿Cuál es su opinión sobre la propuesta de las FARC de que se prorrogue por un año más la tregua?
J.E.V.: Se puede negociar. Es decir, hacer primero una revisión y un balance de lo que se ha logrado con la tregua. Es cierto que se ha conseguido la pacificación de ciertas zonas, en el Caquetá, en el Magdalena Medio. Pero no creo que se deba prorrogar el cese al fuego automáticamente: hay que hacer un balance de prueba. Esa es tarea del Presidente y de las comisiones, y después, naturalmente, hay que presentarle ese balance al país. Y hay que revisar la propuesta de las FARC, porque a las elecciones hay que llegar sin armas. Si no, eso no es serio.
S.: ¿ Y qué piensa de la sugerencia de que los militares participen más directamente en las comisiones de paz?
J.E.V.: Las Fuerzas Militares deberían estar presentes en las comisiones. Tienen la parte más importante de todo esto. Lo contrario es dejarlas allá guardadas y sacarlas sólo en el momento del enfrentamiento. Además, ese contacto las llevaría a ver mejor los problemas. Porque el militar está hecho para la disciplina, y por eso está más cercano a la represión que al diálogo. Pero las Fuerzas Armadas han respetado la política de paz del Presidente, lo han acompañado. Si hay discrepancias, no han salido a la superficie: no se ha visto ninguna rebelión. Aunque hay quienes los tientan, eso sí.
S.: Alvaro Gómez dice que, si es elegido presidente, a su gobierno le corresponderá simplemente "institucionalizar la paz". ¿ Usted cree que es así de sencillo?
J.E.V.: Yo creo que hay que hacer primero todas las reformas estructurales que no se han hecho. En lo político, en lo social, en lo económico. Las medidas que recomienda el Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, aumentan la inconformidad: el FMI parece un grupo subversivo. Hay que hacer una reforma agraria --no simplemente catastral, sino social y técnica--, una reforma urbana; hay que reformar la justicia; hay que perderle miedo a la reforma del Congreso. Todo eso, dentro del marco del Estado de derecho. Pero esas reformas hay que hacerlas por plebiscito. A mí me parece inmoral que se hiciera el Plebiscito del 57 y al mismo tiempo se botara la horma para volver a hacerlo. Y si las reformas las aprueba el país, ¿después quien las tumba?