ENFOQUE

“Los animales son las víctimas más numerosas, oprimidas y olvidadas del Estado”, Andrea Padilla

Un nuevo acuerdo aprobado por el Concejo de Bogotá prohíbe la comercialización de animales vivos en las plazas de mercado y regula las condiciones de venta de especies domésticas. Andrea Padilla, promotora del proyecto, explicó el porqué de la norma.

30 de enero de 2021
Andrea Padilla, la concejal activista de Bogotá.

SEMANA: ¿Cuál es el espíritu del proyecto?

Andrea Padilla: Busca ponerle fin a uno de los escenarios de maltrato animal e insalubridad más dolorosos en Bogotá. Existen cuatro disposiciones que adopta esta norma: la prohibición del comercio de animales vivos en todas las plazas de mercado de Bogotá. Le da un plazo a la administración Distrital de cuatro meses con el fin de que defina los estándares o protocolos de bienestar para la venta de animales domésticos. También se prohíbe el comercio de aves ornamentales. Y, finalmente, se pide definir cuáles son las especies domésticas más susceptibles a enfermedades congénitas o hereditarias, y así informar a los compradores de estos animales.

SEMANA: ¿Qué pasará con los establecimientos que viven de este tipo de comercio?

A.P.: Dentro del acuerdo se establece que, junto con el Instituto para la Economía Social (Ipes), se debe generar una serie de alternativas concertadas con los comerciantes. De hecho, desde marzo del año pasado ya lo vienen haciendo. Las personas que accedan voluntariamente a una de las alternativas propuestas pueden conservar el local y recibirán 1,2 millones de pesos como capital semilla para iniciar estos nuevos proyectos. Esta norma solo aplica con los establecimientos que están en regla y no han tenido problemas por deudas o comercialización ilegal de especies.

SEMANA: ¿Cómo evitar que esta medida sea anulada en el futuro?

A.P.: Es inevitable que normas controversiales como esta puedan ser demandadas. De hecho, el acuerdo que logramos sancionar el año pasado con respecto a la prohibición de las prácticas taurinas está hoy demandado. Pero no por eso nos vamos a quedar con los brazos cruzados. Hay que preparar toda la artillería jurídica para hacer una buena defensa del proyecto. Parte de la continuación de estas iniciativas se dan gracias al apoyo de la ciudadanía; son una pieza clave para exigir la continuidad. El ideal sería que las normas no se apliquen solo en Bogotá, sino en todo el país.

SEMANA: Usted se ha ganado grandes enemigos por su lucha en defensa de los animales ¿Cómo maneja los constantes ataques?

A.P.: Cuando uno se mete en este tipo de labores, como defender los derechos de los animales, sabe que tiene múltiples enemigos. Están los ganaderos, los galleros, los polvoreros, los comerciantes de animales, entre otros. A veces es muy difícil tratar con ellos porque tienen intereses económicos muy fuertes. Pero hay sectores con los que se puede dialogar pacíficamente, por ejemplo, con el sector de la pirotecnia. Pero no hemos tenido esa suerte con gremios como Fedegán. Con ellos por lo general tenemos disputas. Sin embargo, siempre tratamos de dialogar con el fin de llegar a un acuerdo y evitar una posible confrontación.

SEMANA: ¿Por qué luchar por los derechos de los animales?

A.P.: Los animales son las víctimas más numerosas, oprimidas y olvidadas del Estado. A falta de voz, sufren de explotación tanto legal como ilegal, y no han recibido ningún tipo de asistencia estatal. Están ausentes de las políticas públicas, no hay recursos para ellos, y si su situación no es más grave es porque hay un alto grado de solidaridad por parte de individuos o colectivos animalistas. Creo que ya es hora de que estos habitantes no humanos de Colombia también reciban la atención que merecen, que hagan parte de la agenda ambiental y, ojalá, del Plan de Desarrollo de Duque.