Entrevista
Mano a mano: Andrea Padilla y César Rincón hablan de las corridas de toros en Colombia
Con posturas totalmente opuestas, el ganadero y la senadora responden preguntas sobre el proyecto de ley que hace trámite en la Cámara de Representantes para prohibir la tauromaquia. ¿Quién tiene la razón?
SEMANA: ¿Por qué se deben prohibir las corridas de toros en Colombia?
ANDREA PADILLA (A. P.): Por su violencia y crueldad contra seres vivos capaces de sentir, sufrir y experimentar angustia y dolor, como cualquier animal humano. Además, porque obedecen a la idea de que podemos disponer de los demás animales a nuestro antojo, incluso para entretenernos, así se les cause la muerte en medio de torturas y agonías. Felizmente, la sociedad está cambiando y cada vez hay más conciencia sobre el derecho de los demás animales a vivir y disfrutar de sus vidas libres de tortura.
SEMANA: ¿Se deben prohibir las corridas de toros en Colombia?
CÉSAR RINCÓN (C.R.): No, en lo absoluto. La prohibición no se debe hacer porque precisamente la Corte Constitucional es enfática al decir que la tauromaquia es una actividad artística y cultural, no se deben de prohibir las expresiones artísticas del ser humano en ningún momento y en ningún concepto porque precisamente a raíz de eso, es que nace la libre determinación.
Lo más leído
El ser humano puede ejercer ese, lógicamente salvaguardando las costumbres y las formas de ejecutar las cosas. Es como querer cerrar una iglesia, ¿si yo soy religioso por qué no puedo ir a una iglesia? Así que si alguien quiere ir a un festejo taurino, ¿por qué se lo van a prohibir? A nadie obligan para que vaya a un festejo taurino.
SEMANA: ¿Qué se tiene contemplado para quienes viven de esta actividad?
A. P.: El proyecto contempla un período de transición de tres años para que el gobierno lleve a cabo dos acciones: identifique a las personas que viven económicamente de las corridas de toros u obtienen parte importante de su sustento de estas actividades y defina, con ellas, opciones de ingreso.
Me refiero, concretamente, a toreros, banderilleros y novilleros. Los ganaderos no dependen de la crianza de toros de lidia, pues son sectores económicamente fuertes. Y las personas que ocasionalmente venden productos alrededor de estos espectáculos podrán seguirlo haciendo, pero en otra clase de eventos y durante todo el año.
En todo caso, el dinero que una actividad genere no es razón para mantenerla, si es brutal. No aceptaríamos este argumento si se tratara de seres humanos.
SEMANA: ¿Cuáles serían las afectaciones si se prohíben las corridas?
C.R.: Muchísimas. En el tema de la ganadería hay unos procesos que van desde el transporte hasta el alimento, pasando por familias que trabajan en ellas; los veterinarios, trabajadores y mayorales. Pero también una grave afectación para banderilleros, toreros, cuadrillas, acomodadores en las plazas, el vendedor informal y todo lo que genera en turismo de las ciudades. Podríamos quedarnos hablando de las afectaciones económicas por horas, pero de fondo lo más grave es cómo el Estado le puede decir a alguien: “te queda prohibido hacer lo que te gusta”. Eso es lo más complicado porque además muchas familias que dependen de esto, más que gusto es lo único que saben hacer en la vida.
Aprendí una frase que dice: “Cuando veas las barbas de tu amigo cortar, pon las tuyas a remojar”. Esto significa que hay intereses políticos en el tema, no animalismo. ¿Ustedes creen que hay derecho a que en el Senado hayan excluido las corralejas y las riñas de gallos? Pues eso ocurrió. Pero quienes están hoy felices por eso, mañana sufrirán como nosotros porque seguramente irán por ellos también. Haremos todo lo posible porque eso no sea así, que haya sensatez y equilibrio en el debate. Si esto sigue así, mañana el mundo rural, que es nuestra despensa en las ciudades, también desaparecerán porque irán por los cerditos, por las gallinas y enseguida por los caballos. Es increíble que no puedan usar una mula en una finca cafetera porque enseguida dicen que es maltrato animal.
SEMANA: Los taurinos dicen ser una minoría que debe ser respetada, sobre todo, por tratarse de una tradición cultural. ¿Qué decirles?
A.P.: Son una minoría numérica, no constitucional. Una minoría constitucionalmente protegida es la que ha sufrido opresión histórica, sistemática y estructural. Los taurinos, contrario a ello, son sectores política y económicamente consolidados. Por eso no ha avanzado la prohibición de las corridas de toros: por el poder de los taurinos. Decir que ellos son una minoría constitucional es burlarse de las verdaderas minorías. La misma Corte descartó que los taurinos fueran una minoría a efectos de protección constitucional, como si lo son las minorías religiosas y étnicas, entre otras.
SEMANA: Por ejemplo, a Manizales fueron más de 65.000 personas a las corridas. ¿Cómo decirles a esas personas que no pueden volver a ir a una corrida?
C.R.: Es que ese es el problema, en una democracia cabemos todos. Es importantísimo que estamos en un Estado de derecho y se deben respetar los gustos de todos los colombianos. Hace poco terminó la feria de Manizales y no hay una queja de alguien que haya sufrido una agresión, pelea, riña o enfrentamiento. En las plazas de toros nunca ocurre nada de agresión ni nada por el estilo. La Policía acude a las plazas porque es un requisito, pero ellos prácticamente resultan viendo las corridas porque el ambiente es muy tranquilo. En los festejos taurinos no ocurren cosas como tantas que pasan en otros escenarios.
SEMANA: ¿La prohibición sería de aplicación inmediata?
A.P.: No. Nuestro proyecto plantea una prohibición progresiva. Esta barbarie quedaría prohibida tres años después de sancionada la ley, durante los cuales podrían hacerse corridas de toros, pero sin matar a los animales como parte del espectáculo, ni torturarlos con instrumentos cortopunzantes. Precisamente, para que haya garantías de transición.
La versión original planteaba que fueran dos años —que es el tiempo que suele dar la Corte cuando toma decisiones que pueden afectar derechos—, pero en el primer debate los senadores de la comisión quinta ampliaron el período a tres años.
SEMANA: Si el proyecto de ley se aprueba, ¿cuántos toros de lidia habría que sacrificar?
C.R.: No pues, sería impresionante. Hay que hacer el cálculo, pero me da tristeza pensar en eso. ¿Cuántos animales se sacrifican a lo largo y ancho del mundo para satisfacer las necesidades del ser humano? Millones de millones.
Pero el ganado de lidia tiene una selección genética de 100 años que podamos contarles en Colombia, pero con muchos más en el mundo. Pensar que mañana por desconocimiento de muchos se pueda ir todo ese material genético a la basura, me duele mucho. Yo crío al toro de lidia porque es mi satisfacción, pero eso tiene que tener un equilibrio en la vida, si yo no puedo lidiar ese animal, pues desde luego no lo voy a conservar, y entonces es la tristeza del trabajo de muchísimos años de mucha gente que ha hecho eso, por gusto también.
SEMANA: Estamos en un año de elecciones, ¿esto podría afectar la votación en plenaria de Cámara?
A. P.: Es altamente probable. Los taurinos tienen dinero y poder político. De hecho, conocieron el reciente Auto de la Corte catorce meses antes de que se hiciera público. Sacar adelante este proyecto de ley será demostrar que en el Congreso hay, al fin, un verdadero cambio.
SEMANA: ¿Le preocupa que Colombia entre en el mundo del prohibicionismo?
C.R.: Claro que me preocupa porque llegaríamos al punto en que te digan qué puedes hacer y que no. Están hablando de una ‘paz total’ y sin embargo quieren decirle a la gente qué pensar. El otro día veía tristemente como no dejaban actuar a un niño torero en la plaza de toros de Manizales que venía de España con sus padres y los permisos para actuar porque decidió ser torero. Sin embargo, vemos a muchísimos niños en Colombia aguantando hambre, sufriendo y a lo mejor mendigando por un pan, un plato de comida y trabajando. Ahí no pasa nada, no salen los animalistas a decir nada ni los políticos se preocupan por ellos.
SEMANA: ¿Por qué se excluyeron las peleas de gallos y las corralejas, si también en esas actividades hay maltrato animal?
A.P.: Porque así lo quiso la mayoría de senadores, alegando que son actividades con arraigo regional. Sospecho que tras esa decisión hay miedos y compromisos electorales, pues la crueldad, brutalidad y violencia de una corraleja, por ejemplo, están fuera de discusión. Lo vimos este año, una vez más. No hay cómo defender tal decadencia y barbarie. Corralejeros y galleros apelan al chantaje electoral.
SEMANA: ¿Qué opina de quienes están en contra del maltrato animal, de las corridas de toros, pero apoyan el aborto en Colombia?
C.R.: Pues que precisamente es una contradicción muy grande. Hablan de la protección del animal para que no lo maten, pero si se trata de un embrión apoyan el aborto. Eso es increíble. Cada uno tiene opiniones y se respetan, pero hay congresistas que dicen no a la muerte del toro de lidia, pero sí a la muerte de bebés. En la vida debe haber equilibrio y coherencia, los animalistas no la están teniendo.
SEMANA: ¿Qué responder a quienes dicen que los que están en contra del maltrato animal son incoherentes porque apoyan el aborto?
A.P.: Es una generalización burda y un falso dilema. Habrá defensores de animales que defiendan, también, la vida del no nacido y otros que defiendan, en cambio, el derecho de las mujeres a decidir. Son debates distintos. En mi caso, estoy concentrada en la defensa del derecho de los animales a vivir y morir en paz.
Lo que sí tengo clarísimo es que es absurdo paralizar la decisión de proteger la vida de los animales por un debate que tiene sus propias dinámicas culturales y dilemas éticos.