Historias de vida
Pudo estudiar becado lo que quisiera en las universidades más prestigiosas y decidió entrar al Ejército, ¿por qué?
John Rincón pasó de ser ayudante de construcción cuando apenas era un niño a ser oficial del Ejército Nacional, esta es su historia.
La última semana de la contienda electoral para elegir al presidente de los colombianos, y mientras el país estaba polarizado por culpa de las diferencias sociales. John Rincón estaba cumpliendo uno de sus más grandes sueños. El presidente Iván Duque le entregaba en sus manos la bandera de Colombia. Izar el pabellón nacional para un recién egresado de la Escuela Militar es un orgullo, solo se lo entregan a los primeros puestos. Rincón ascendía al grado de subteniente de Ejército Nacional y se graduaba con honores.
Cuando era un preadolescente de 12 años, mientras cursaba séptimo grado tuvo que retirase del colegio e irse a estudiar como ayudante de construcción para apoyar los gastos de la casa. Su diminuto cuerpo, se fue desarrollando en medio del trabajo pesado. Cada vez que veía sus manos maltratadas, se convencía de que él y su mamá merecían un futuro mejor. Vivía en un barrio de invasión en los cerros orientales de Bogotá. Creció con la angustia de que su casa se deslizara cada vez que llegaba el invierno. Los charcos y sus pies llenos de barro estaban lejos de ser un buen recuerdo de infancia.
Aprendió a poner techos, levantar paredes, a instalar estructuras de aluminio a mezclar cemento, a cargar bultos de comida, porque cuando no conseguía trabajo en la construcción se iba a trabajar a plazas de mercado. “A veces el cansancio superaba mis deseos de salir adelante”, dice en conversación con SEMANA.
Cuando cumplió los 18 años decidió irse a prestar servicio, su mamá estaba temerosa de la decisión, pero lo apoyó y fue ahí donde entendió que todo podía ser mejor. Durante el tiempo que estuvo como soldado regular, un compañero le prestó una enciclopedia la que le fue muy útil para volver a tener contacto con las letras. Hacia 6 años no tomaba un libro en sus manos.
Prestó servicio en las Selvas de Guaviare, sin internet, ni señal de teléfono, tenía tiempo suficiente para estudiar después de terminar su turno de guardia. Su mamá en Bogotá no sabía que pasaba con su hijo, cuatro meses duró incomunicada. “Un día me dijeron que el comandante me necesitaba por el radio teléfono y escuche la voz de mi mamá. Que berraquera sentir eso”, dice que ese día le volvió el alma al cuerpo, saber que tenía una mamá que oraba por él a la distancia lo motivó a luchar.
Escuchó que abrieron convocatoria para ser soldado profesional y él vio ahí la oportunidad de tener un trabajo estable para mejorar la calidad de vida de su familia, ya tenía una hermanita, y quería que ella no pasara por la misma situación económica que él. Pero un superior le dijo que le veía mucho talento y que le aconsejaba mejor terminar el bachillerato y presentarse como suboficial del Ejército. Rincón aceptó su consejo así que se puso a estudiar con mayor intensidad para presentar el examen de convalidación del Icfes pues no tenía tiempo, ni dinero para entrar a estudiar.
Esa prueba Saber Pro, es la misma que presentan todos los estudiantes de once, solo que, si lograba tener un puntaje por encima de la media nacional, el Icfes le entrega automáticamente el título de bachiller. Rincón le dijo a la mamá que no podía trabajar por unos meses, ayudaría con lo poco que ahorró en el Ejército.
Así que se encerró un par de meses en su cuarto a estudiar. Pasaba más de 18 horas diarias frente a un computador de esos grandes blancos de escritorio que ya no se ven. Incluso cuando se lo regalaron, hace muchos años, ya estaba descontinuado. Pero para él se convirtió en la mejor herramienta a la hora de buscar sus sueños. A Través de él entraba a la plataforma de Colombia Aprende, donde tomaba cursos gratis de educación básica. Presentó el examen y mientras esperaba los resultados se fue a trabajar de cotero en Corabastos. Cargando y descargando fruta.
En diciembre de 2017 se enteró que tuvo un puntaje de 350 así que ya era bachiller. Pero la alegría no paró ahí sino que además por haberse graduado ese año con uno de los mejores resultados era beneficiario del programa ser Pilo Paga. Él quería entrar a la escuela de suboficiales del Ejército, pero desde el ministerio le indicaron que podía escoger la universidad y carrera que quisiera, incluso se presentó a los Andes, medicina y pasó.
Pero Rincón sentía vocación de liderar a muchos jóvenes que están en el Ejército dando la vida por otros colombianos, y guiarlos como en algún momento su comandante lo hizo con él. Aunque en el Ministerio de Educación le informaron que ser suboficial no está certificado, pero la escuela de oficiales sí. Él no podría creer que empezó con la idea de ser soldado profesional y se le habrían abierto las puertas para ser oficial y por qué no, llegar algún día a ser general de la República.
Aceptó y le dijeron que además de salir con la carrera militar podría escoger otra académica, así que también está próximo a graduarse de relaciones internacionales y ciencias políticas de la universidad Militar. Lo han enviado como representante de Colombia a otros países por su buen desempeño. No ha sido fácil, los uniformes y gastos adicionales a la matricula los ha tenido que cubrir su familia. La mamá trabaja haciendo aseo en una casa de familia y ha hecho esfuerzos para lograr cubrir esos gastos y sacar adelante a la pequeña de 12 años.
“Me enamoré de servir y transformar vidas. El ser militar, portar el camuflado, servir a la patria lo vale todo”, reafirma que fue la mejor elección de su vida, ya habla inglés y está aprendiendo francés. “No hay que perder tiempo, porque el militar de hoy en día tiene que ser integral y estudiado”, puntualiza.
Para quienes también quieran ser oficiales del Ejército, las inscripciones se abren el próximo 22 de julio.