ESMERALDAS

Esmeraldas de los Andes, el lugar donde la esmeralda se vuelve gema

Una empresa colombiana, con sede en Bogotá, es el hogar de los mejores talladores de esmeraldas del mundo, capaces de darle a una sola piedra hasta 96 caras que realcen su belleza.

6 de agosto de 2018
El oficio de tallador tiene más de 1.000 años. En Bogotá son 70 los encargados de dar forma a las piedras que llegan de Muzo. | Foto: León Darío Peláez

Dante Valencia ha visto más de 30.000 esmeraldas en la compañía en que trabaja actualmente. Es uno de los talladores de control de calidad de Esmeraldas de los Andes (EDLA). Esta compañía colombiana se ha dedicado a transformar las esmeraldas en piedras preciosas de distintas formas, que se convierten en exclusivas piezas que terminan exhibidas en las grandes joyerías del mundo. Sus talladores tienen más de una década de experiencia, lo que garantiza de esta forma la calidad de un trabajo que en realidad es una obra de arte.

Lucía Corredor, gerente de EDLA, asegura que “los mejores talladores de esmeraldas están en Colombia”. En la compañía que dirige, estos profesionales guardan en sus manos más de 1.000 años de tradición y talento que han aprendido a combinar con nuevas tecnologías y técnicas.

Esto ha permitido que la empresa esté hoy a la vanguardia en la transformación de las esmeraldas colombianas, muy apreciadas en el mundo por la calidad de la talla, que cada vez es más perfecta. “Todas nuestras esmeraldas en bruto, son identificadas y rastreadas, desde su descubrimiento en la mina de Muzo, durante su corte y pulido en nuestros talleres en Bogotá, hasta su venta en nuestras oficinas comerciales en todo el mundo. Adicionalmente, en EDLA contamos con procedimientos de control, a lo largo de todo el proceso de transformación, que se rigen por los más estrictos estándares. Así les garantizamos a nuestros clientes la excelencia en la calidad de nuestras esmeraldas”, afirma Corredor.

Una esmeralda puede tallarse en cuestión de horas, pero el proceso tiene varias etapas. Para empezar, es necesario estudiar y clasificar cada una de las piedras de acuerdo con su tono, con su pureza y con el tamaño. Luego viene el registro que garantiza la continuidad de trazabilidad dada en la mina y sin el cual no es posible pasar al área de preforma. Este, explica Corredor, “es el procedimiento más complejo porque es en el que se determina la forma que tendrá la piedra” y es realizada por un comité de expertos talladores que, teniendo en cuenta la morfología, tamaño, áreas de color, magnitud y la posición de las inclusiones, así como la zona de las fisuras de la piedra en bruto, limpian el material y determinan la mejor forma para la piedra que agregue mayor valor.

Establecer esa forma no es sencillo. Un pequeño comité integrado por dos técnicos, tres preformadores y un consultor externo debaten entre una amplia opción de posibilidades cuál se adaptaría mejor de acuerdo con cada piedra. Con las que tienen un mayor valor, estas discusiones pueden durar varias semanas. Tan pronto está lista la preforma, se empieza el faceteo y brillo en donde los ángulos de las facetas se definen según las dimensiones, el color, la claridad y la forma. Este proceso, llamado acabado de espejo, se caracteriza por la definición de una serie de superficies planas y pulidas, de modo que la piedra refleje la luz máxima, para darle, por último, su apariencia final. El proceso termina con el control de calidad para comprobar que todos los ángulos sean perfectos.

Conscientes de la maestría de sus talladores, EDLA permite que cada uno de ellos elija la máquina con la que se sienten más cómodos trabajando las piedras. Jorge Vallejo lleva 30 años en este oficio. Su padre era comerciante de esmeraldas y Vallejo se enamoró de la profesión muy joven, conociendo el negocio familiar. Luego de haber estudiado en el Sena, pasó al centro bogotano, donde también se tallan gemas pero, luego de los dos años que lleva en EDLA, reconoce que en esta empresa, “el proceso acá es más exacto, más preciso”.

Luego de la talla, la gema pasa por un control de calidad. “Nosotros lo que revisamos es que todos los ángulos queden perfectos para que la luz se refleje mucho mejor”, explica Corredor. Ninguna gema sale a la venta sin superar este paso y, de ser necesario, es devuelta a los talladores. Finalmente pasamos a la última etapa en la que, una vez que la piedra ha alcanzado su forma final, es limpiada, con el fin de eliminar las posibles impurezas que podrían haberse infiltrado durante el proceso. Enseguida, la gema se limpia con químicos de los residuos de talla que dejan los discos. Finalmente, el mismo comité de expertos evalúa si la gema requiere o no de aceite de cedro. ¿Por qué aceite de cedro?, porque es lo que se usa en el mercado para embellecer, si es necesario, las gemas de alta calidad.

Dante describe con una precisión asombrosa las esmeraldas. Su manera de expresarse delata los estudios que ha hecho en geología. Sin embargo, la pasión con la que interpreta el fenómeno estructural de la esmeralda conocido como gota de aceite, dan cuenta del amor con el que se perfecciona cada una de las piedras y su vocación artística. “Cada piedra es única, tiene un valor inmenso y una belleza singular”.