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En sala de espera

¿Es posible medir en un único índice el estado de la salud en Colombia? El Observatorio Así Vamos en Salud, que tiene 14 años de vida y reúne a distintos representantes del sector en Colombia, emprendió la tarea de definirlo y establecerlo.

4 de noviembre de 2016
| Foto: COMERCIAL

El resultado final lo dará a conocer el próximo 17 de noviembre en el foro “Cómo vamos en salud” que se llevará a cabo en la Universidad El Bosque en Bogotá y en el cual se buscará responder esta gran pregunta.

Según Augusto Galán Sarmiento, director del observatorio, “evaluar la salud no es fácil, porque tiene muchas aristas, y algo que queremos que quede muy presente es que la salud de un individuo depende de muchos factores, no solo de contar con una EPS, un hospital y un médico”.

Galán explica que el estado de la salud se mide en 4 aspectos fundamentales: la salud de la población, la percepción ciudadana, el desarrollo institucional del sector y la situación financiera del mismo.

Miembros del observatorio que son conocedores del sistema de salud coinciden en que a pesar de todo lo que se le critica, este sí ha traído beneficios importantes. José Ignacio Zapata, director general del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt, señala dos grandes avances: el primero, que ahora el país tiene una prelación por los recursos del sistema, y segundo, la cobertura. “Antes de la expedición de la Ley 100, el cubrimiento era del 21 por ciento y estaba reducido al quintil más rico de la población. Hoy estamos asegurados todos. Queramos o no, somos un ejemplo en el mundo en cubrimiento de seguridad social”.

Gabriel Mesa, gerente general de la EPS Sura, afirma que “el sistema de salud colombiano es el logro social más importante de este país en los tiempos modernos”, debido, en gran parte, a su cobertura universal, y Lina María González, líder de vida saludable de la Fundación Saldarriaga Concha, también recalca que hoy todos los colombianos pueden ser atendidos tengan o no dinero.

Esta universalidad que resaltan los expertos y que ha sido señalada en foros e instancias internacionales como un logro a imitar, infortunadamente no siempre ha estado acompañada de un mayor acceso y de calidad. Además, la sostenibilidad financiera del sistema es incierta. Como explica Juan Pablo Uribe, director de la Fundación Santa Fe de Bogotá, “el sistema afronta múltiples males que ponen en peligro el fin último del sistema que es mejorar el estado de salud de la población, y dentro de esos males yo resaltaría la ausencia de una visión a largo plazo compartida, las inmensas dificultades regulatorias, el abuso de múltiples actores sobre el sistema y un desequilibrio financiero crónico y agudo que está comprometiendo el día a día del sistema”.

Como una de las soluciones para el problema financiero, varios de los expertos consultados proponen que el gobierno fije límites y establezca qué cubre el sistema y qué no. “Vamos a tener que ponernos de acuerdo, mediante un contrato social a qué le vamos a decir no”, afirma Zapata, y se pregunta si el sistema debe seguir pagando por insumos que en su concepto no tienen relación alguna con la salud, como por ejemplo los pañales, las cremas, los traslados aéreos dentro y fuera del país para atención en salud. “Uno de los fundamentos esenciales es disminuir los beneficios y que los ciudadanos entendamos que aquí la plata no alcanza para todos”, enfatiza.

Considera que también es necesario revisar el balance entre los aportes públicos y los privados. En este momento el 75 por ciento de los recursos corresponden a los primeros y el resto, a los segundos. “El ideal es aumentar el financiamiento privado y estoy hablando específicamente de aumentar los seguros privados, de aumentar el gasto de bolsillo, y el gasto de bolsillo significa aumentar los copagos”.

Al respecto, Alejandro Gómez, director de la Maestría en Salud Pública de la Universidad El Bosque, señala que si bien es cierto que Colombia tiene un gasto de bolsillo que es comparativamente bajo en relación con otros países de la región y que los informes mundiales de la OCDE promueven aumentarlo, es necesario analizar cómo se hace este incremento, pues señala que Colombia es uno de los países del mundo con mayor inequidad.

Además de estudiar el aumento del llamado gasto de bolsillo, Gómez considera necesario, para solucionar el problema financiero, buscar nuevas fuentes de financiación y reducir las cargas administrativas de los hospitales, porque en su criterio la prestación del servicio se ha hecho muy costosa.

Lina María González opina que “los porcentajes de cotización seguramente van a tener que subir, entre otras cosas, porque la carga de la enfermedad cada vez es más alta”, y agrega que vale la pena analizar el castigo por vía de impuestos al consumo de productos que afectan la salud.

“Yo sí creo que hay un tema de corresponsabilidad, porque cuando volvemos estos sistemas tan paternalistas, en donde yo no hago el deber de cuidarme, de hacer ejercicio, de hacer dieta, de no consumir cigarrillo, le pongo un sobrecosto. Creo que el país debería pensarlo”. 

EL PAPEL DEL USUARIO

Si bien el debate sobre la situación financiera del sistema ha ocupado siempre las primeras planas de las noticias sobre la salud, tanta atención en la búsqueda del equilibrio económico ha puesto el foco en la plata y no en el paciente. Como dice Uribe, “hay que rescatar la razón de ser del sistema que es la gente, no la plata, es atender de manera digna con calidad y seguridad a la gente”.

Uno de los cambios que se requieren para que el usuario sienta que el sistema satisface sus necesidades es que el primer nivel de atención le resuelva el problema, que en el primer contacto con el médico encuentre respuesta. Esto mejoraría la calidad, haría más eficiente al sistema, reduciría trámites, evitaría desplazamientos innecesarios y reduciría los costos.

Varios de los expertos coinciden en que es necesario educar al usuario y lograr que él se vea a sí mismo como parte del sistema, para que conozca cómo funciona y cómo hacer un uso adecuado del mismo.

Para algunos de los miembros del observatorio, la mala percepción que los ciudadanos tienen del sistema se debe no solo a los casos de corrupción y de ineficiencia que cuentan las noticias, sino a la comunicación deficiente de los actores del sistema a la hora contar los beneficios que ofrece y ha ofrecido el sistema desde su creación.

Actores del sistema como las EPS, el Gobierno y las farmacéuticas también han sido castigados por la opinión, pero más allá de los estereotipos, es necesario aclarar, consideran los expertos, que no todas las aseguradoras hacen mal su trabajo, no todo lo que decide el gobierno es equivocado y es cierto que la investigación aporta beneficios. Para Gómez, muchos de los problemas se solucionarían si la relación entre todos estos fuera menos competitiva y más colaborativa. Como dice Zapata en relación con las EPS, “que honren sus compromisos”.

Según Uribe, al paciente hay que ofrecerle un sistema de salud del que se sienta orgulloso. “Hacer las cosas bien es probablemente la más importante medida para darle sostenibilidad al sistema no solo financiera sino social. Un sistema financiero en equilibro que no genere orgullo y satisfacción en la sociedad también es un sistema insostenible”.