Cambio climático: el planeta no da espera
Colombia es uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático. Proteger sus recursos naturales es un compromiso de todos. Desde el sector privado, la cooperación internacional, el Gobierno y la ciudadanía se avanza en este propósito. Así vamos.
Por: Alicia Montalvo*
Las discusiones que se llevaron a cabo en la edición número 27 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022 (COP 27) en la ciudad de Sharm el-Sheij, Egipto, pusieron de manifiesto el momento crucial que enfrenta el planeta. Por un lado, queda clara la urgencia de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar que la temperatura del planeta supere los 1,5 grados, el límite que la ciencia ha marcado para no alterar definitivamente los patrones climáticos. Por otro, están las voces de las regiones en desarrollo, que históricamente han contribuido poco al calentamiento global, pero que ya están sufriendo sus peores efectos, y que reclaman más financiación, tanto para compensar las pérdidas y daños producidos por el cambio climático, como para consolidar acciones de adaptación.
Para América Latina y el Caribe, la COP 27 fue una oportunidad única para hacer oír su voz y presentar soluciones, iniciativas y reivindicaciones en los debates globales sobre el cambio climático. Mientras que los países más industrializados enfatizan sus esfuerzos en medidas de mitigación para combatirlo, nuestra región tiene sus propias prioridades, a las que es necesario impulsar y posicionar. En América Latina las emisiones de CO2 per cápita son inferiores a la media de la Ocde, así que el centro de las negociaciones deben ser temas como la adaptación y las soluciones basadas en la naturaleza, que permitirán además preservar nuestra rica biodiversidad.
De hecho, nuestra región alberga alrededor del 60 por ciento de la biodiversidad, el 50 por ciento de los bosques primarios y el 28 por ciento de la tierra con potencial para la agricultura, datos que reflejan el potencial para preservar la estabilidad climática global. Y esa riqueza, precisamente, puede convertirse en la principal ventaja competitiva de la región en las próximas décadas, y en un tanque de oxígeno para redoblar la lucha contra el cambio climático global.
Para que esto se concrete, serán necesarios consensos regionales, visibilidad internacional y trabajar coordinadamente para impulsar medidas basadas en la naturaleza para sacar el máximo provecho de nuestras ventajas competitivas. ¡Y esa ha sido, precisamente, una de las intenciones del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF): visibilizar y articular una vía latinoamericana y caribeña por la acción climática global!
Para eso nos hemos propuesto el objetivo de convertirnos en el banco verde de la región con la idea de fomentar el crecimiento sostenible a través de un mayor posicionamiento y financiamiento de proyectos climáticos y ambientales, incluyendo acciones en el ámbito forestal, energético, de transición agroecológica, economía azul, turismo sostenible, movilidad y agua.
En los próximos cinco años se destinarán 25.000 millones de dólares para financiamiento verde. Con estas inversiones nuestras operaciones verdes pasarán del 26 por ciento, la cifra actual, a un 40 por ciento en 2026. Este monto incluye 1.250 millones de dólares para la preservación de los océanos.
Necesitamos crear espacios de diálogo que permitan identificar las necesidades con una visión regional y ofrecer soluciones técnicas y financieras innovadoras. Estos esfuerzos, que implican una coordinación eficiente entre países y todos los actores, serán esenciales para lograr que la región tenga una voz propia en los grandes foros globales y, con ello, pueda convertirse en un actor relevante en la lucha contra el cambio climático.
*Gerente de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de la CAF.