Edición Especial: 2.000 semanas informando a Colombia
Desde sus plataformas periodísticas, SEMANA seguirá apostando por la investigación, la profundidad y la capacidad de análisis para entender la compleja realidad nacional e internacional.
El 11 de mayo de 1982, en la madrugada comenzó la distribución en Bogotá del primer ejemplar de SEMANA, una aventura periodística a la que Felipe López le apostó, sin tener, tal vez, la seguridad de lograr éxito alguno. Había razones de sobra para pensar así. Las revistas y publicaciones periodísticas, aunque abundantes en la época, duraban poco tiempo y desaparecían por asfixia económica. Además, eran momentos difíciles para ejercer el periodismo. Denunciar las actividades de los primeros narcotraficantes, las torturas perpetradas por fuerzas del Estado; destapar los actos de corrupción y defender los derechos humanos, un concepto impopular o que pocos conocían, significaba firmar una sentencia de muerte.
En contra del ambiente adverso, López rescató el nombre y el ideal de la revista Semana que fundó Alberto Lleras Camargo en 1946 y llegó a su fin en 1961. El primer editorial comenzaba con las palabras escritas por Lleras en la apertura del primer ejemplar de su revista: “No es SEMANA una revista política, doctrinaria ni literaria. Obedece su creación a una necesidad del tiempo nuevo y a la creación natural de un nuevo público”. Los editores explican que iniciaban esta aventura periodística con la frase del expresidente porque tenía “en Colombia una singular vigencia”, ya que la función que la antigua Semana “deseaba cumplir es hoy más necesaria y urgente que entonces: informar de manera rigurosa y eficaz; libre de segundas interpretaciones, de intereses sospechosos y de matrículas políticas”.
Han pasado 2.000 ediciones y la revista ha sobrevivido a crisis de todo tipo: económicas, políticas y tecnológicas. Y ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos o reinventarse, para utilizar el término de moda, pero sin abandonar los principios expuestos por Lleras, que, como dice el primer editorial de la nueva etapa de SEMANA, son más urgentes y necesarios que hace 38 años. En la redacción de la revista se han formado al menos cuatro generaciones de periodistas que han aprendido que el éxito de este oficio se encuentra en el pensamiento crítico; en mantener el equilibrio, la profundidad y la capacidad de análisis de la compleja realidad nacional, y en ofrecer perspectivas distintas sobre el maremágnum de hechos noticiosos que suceden a diario.
Las 2.000 ediciones son un registro de los últimos 38 años de historia de Colombia, quizás los más agitados y vertiginosos que haya atravesado el país. En sus páginas han quedado inscritas las grandes transformaciones de la nación, el aumento del nivel de vida de los colombianos, el cambio de régimen político ocurrido con la Constitución de 1991, los triunfos internacionales de Gabriel García Márquez, Lucho Herrera, la Selección Colombia, Mariana Pajón, Shakira, Juanes o J Balvin. Pero, sin lugar a dudas, las páginas de la revista muestran su compromiso con la verdad. SEMANA ha asumido, como dijo en algún momento su director Alejandro Santos, “el papel ingrato, pero siempre necesario, que tiene el periodismo de ser un ‘aguafiestas’” y advertir sobre las amenazas que representan la corrupción, el narcotráfico, la intolerancia, la polarización y el autoritarismo para la democracia y la sociedad colombiana.
Hoy, pese a los cambios positivos, Colombia, como en un círculo vicioso, se encuentra frente a los mismos desafíos de 1982: la violencia, el narcotráfico, las bandas armadas ilegales, la violación de los derechos humanos y la corrupción llenan los titulares, y hay incertidubre sobre cómo acabar con esos demonios a los que se suma la crisis derivada de la pandemia. En ese sentido, en esta edición 2000, SEMANA refrenda ese compromiso establecido por Lleras con la sociedad de Colombia: ya sea desde la revista impresa, desde el portal web, desde el nuevo canal digital, la marca, que se ha mantenido viva durante 38 años, seguirá apostando por la verdad, la rigurosidad y el pensamiento crítico.