Es tiempo de festejar
Entre diciembre y febrero se celebran algunos de los eventos y carnavales más concurridos y típicos del país. Prepárese para disfrutar de esta otra Colombia.
Por: Daniel Páez*
Ferias, fiestas, festivales, carnavales, aguinaldos y verbenas, entre otras celebraciones, hacen parte de la construcción cultural de un país. Y como la geografía colombiana es tan plural como su gente, para pasarla bueno solo hace falta salir a la calle y dejarse llevar por algún parlante. Así como es posible encontrar playas paradisiacas junto a la selva y divisar picos nevados desde el mar, entre estas fronteras también habitan tradiciones milenarias que en los últimos cinco siglos tuvieron que adaptarse a la influencia española y a la diáspora africana para crear manifestaciones únicas en el planeta.
Por supuesto, hay una historia muy compleja a la que debemos darle una revisadita cada tanto, pero en lo que a festividades se refiere, es difícil encontrar un país más rumbero que Colombia. En especial en esa época que llamamos “fin de año” y que es más bien “arranque de año”, porque abarca a diciembre y enero, aunque deja su espíritu rondando hasta febrero e incluso marzo.
Muchos de estos festejos tienen su origen en prácticas indígenas o africanas que se mezclaron con el catolicismo. Hoy estos eventos sirven para bailar de todo, probar comidas opíparas y beber desde jugos de frutos exóticos hasta licores artesanales que no venden en ningún supermercado.
En las últimas décadas, incluso, han nacido festivales que aprovechan las vacaciones para convocar a turistas de todo el mundo, romper la rutina de la ciudadanía, y generar actividades que llevan la definición de cultura mucho más allá de productos como la música, el cine, la literatura y el teatro. Los eventos más sonados son las ferias de Cali y de Manizales, los festivales de Música, el Hay y el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Ficci), carnavales como el del Diablo en Riosucio (Caldas), los de Negros y Blancos en diferentes pueblos de Nariño y Putumayo (principalmente en Pasto y Sibundoy), el de Barranquilla o las Fiestas del 20 de enero en Sincelejo (Sucre).
Por supuesto, cada departamento de Colombia tiene en sus agendas muchas actividades para estas fechas. Basta con darles una visita a las páginas web o las redes sociales de las secretarías de Turismo para encontrarse con rumbas como las Fiestas del Coco en Necoclí (Antioquia), el Festival de Luces de Villa de Leyva y el Aguinaldo de Tunja (ambos en Boyacá, que no se reducen a la noche de las velitas ni a las novenas navideñas) o el Festival Llanero de Villavicencio (Meta), por mencionar apenas unos pocos.
Hay que entender que esta época también es importante para reunir familias que se separan por motivos laborales o académicos, así que cada ciudad brinda más de un plan, por lo general gratuito y apto para todo público. Desde alumbrados navideños en las calles principales hasta conciertos al aire libre, no hay excusa para quedarse viendo televisión en la casa. Eso sí, lleve paraguas porque si algo ha definido a 2022 es la lluvia.
Por ahí dicen que no hay persona más triste que la que no baila y es que en Colombia no hace falta “saber bailar” (lo que sea que eso significa) para vivir a fondo las parrandas. Con llevar el ritmo es suficiente para gozarse chirimías, fandangos, papayeras, raymis, sanjuanitos, picós o cualquier concierto o sistema de sonido.
No se deje acomplejar por las parejas de bailarines acróbatas: son profesionales y usted no se encuentra en ningún concurso. Si es que hay algún reto, es el de demostrarle a su propio cuerpo que la fiesta va por dentro y que los géneros de la música hay que entenderlos para gozarlos.
Ahora, si simplemente quiere sentarse a ver conciertos, esta temporada ofrece desde música clásica (con la Orquesta de Cámara de Praga invitada a Cartagena) hasta reguetón (Zion & Lenox en Manizales), incluyendo la inevitable salsa en Cali (con el Gran Combo de Puerto Rico y Guayacán) y, por supuesto, una larga lista de artistas locales y jóvenes que siempre vale la pena conocer para darse una idea de cómo está sonando Colombia.
Tampoco le tenga miedo a pintarse la cara (o que se la pinten), a disfrazarse con más autenticidad que en Halloween, a subirse en una carroza sin ser una celebridad, a probar platos desconocidos o incluso a cantar en algún micrófono abierto. La vida es muy corta para sentir vergüenza.
Después de los casi dos años durante los que nos confinó y atemorizó una pandemia, ya es hora de volver a respirar. Literalmente. Se ha gastado mucho el concepto de “reactivación económica”, que suele acompañarse del fatídico “recesión”, pero esta es una buena época para darse gusto y apoyar a los comercios locales.
Pégueles una revisión a sus finanzas, haga cuentas y gócese algún sitio de Colombia que no conozca. El fin de año es perfecto para compartir con familiares, con viejas y nuevas amistades y con habitantes que le mostrarán eventos que ninguna cámara puede captar.
Con tanta fiesta, uno quisiera tener el don de la ubicuidad, un presupuesto ilimitado y un hígado de oro, pero como toca escoger y moderarse, en este especial periodístico le damos opciones para diseñar un cronograma, empacar las pintas necesarias e irse a dar una vuelta que, así parezca extenuante, en realidad sirve para recargar el cuerpo, el espíritu y hasta el hígado.
*Periodista y realizador audiovisual. Director de Resonantes (Canal Trece).