Líderes empresariales en Colombia: 25 historias inspiradoras
25 entrevistas de colombianos que han sabido sobreponerse a las situaciones adversas y la incertidumbre para generar empleo, innovación y contribuir a la construcción de un país mejor. Sus lecciones son un valioso legado para las nuevas generaciones.
Por José Manuel Restrepo*
El año 2024 ha marcado un punto de inflexión para el sector empresarial colombiano, en el cual se evidenció una recuperación moderada tras los retos enfrentados en 2023, que se caracterizó por una recesión económica, una inflación elevada, un desempleo creciente y altos costos de financiamiento privado. Sin embargo, en 2024 se observan signos alentadores: crecimiento económico, una inflación en descenso, tasas de interés más bajas y una recuperación del consumo interno. Estos factores han favorecido sectores como el comercio, los servicios, el de la construcción y el agropecuario, especialmente el café que se ha destacado por su buen desempeño.
No obstante, la mejora no ha sido uniforme. Un ala del sector de la construcción, sobre todo de vivienda, y parte de la industria, en general, continúan en terreno negativo, al igual que el sector minero, que enfrenta un desempeño desfavorable. Aunque el panorama económico ha mostrado progresos, persisten desafíos estructurales: el crecimiento sigue siendo exiguo, la inflación y el desempleo permanecen entre los más altos de América Latina, y la incertidumbre política y social genera una cautela en el sector privado. No puede ser de otra forma, cuando la relación de la inversión privada con respecto al PIB es la más baja desde que existen cifras por parte del Dane.
El sector privado tiene temor y desconfianza, resultado de su relación con el Gobierno. Las reformas debatidas en el Congreso han generado preocupación en el sector productivo, particularmente aquellas que abordan la regla fiscal, la exploración de gas y petróleo, y la estatización en áreas como pensiones, salud y educación; un camino que transitamos en el pasado sin buenos resultados. Las decisiones son percibidas como ideologizadas, incrementan la incertidumbre y afectan la inversión privada, que representa el 80 por ciento del total en Colombia.
En este contexto, el respeto por las instituciones se convierte en un pilar fundamental para la reconstrucción de la confianza. Querer reforzar la idea de que los empresarios fueron los responsables de la inflación con sus altas utilidades durante la pandemia, lo cual es falso, no contribuye a mejorar el panorama. El 2024 ha sido un escenario de mejoramiento en lo económico, en buena parte de las cifras, con incertidumbre política y social, pero con un lunar grande, todavía vigente, el rumbo de las finanzas públicas del país. Además, desconocer el papel del sector privado es un harakiri económico, pues a largo plazo estaremos comprometiendo nuestra capacidad de producción y desarrollo.
Otro tema determinante es el costo de hacer empresa en Colombia. La excesiva regulación, evidenciada por la emisión de más de 7.000 normas durante 2023, dificulta el ejercicio empresarial y afecta especialmente a los emprendedores. Además, el acceso al financiamiento sigue siendo un obstáculo, lo que obliga a muchos a recurrir a mecanismos informales como el “gota a gota” o “paga diario”, con altos costos que comprometen la sostenibilidad de los negocios. Este escenario pone de manifiesto la necesidad de fomentar la competencia en el sistema financiero, abrir espacio a nuevos actores y revisar la estructura tributaria del país, como la tasa impositiva que sigue siendo muy alta, además de eliminar exenciones, sobre todo en IVA, y reducir las tasas corporativas.
Ahora bien, seguimos teniendo las mismas capacidades y más oportunidades como país, es decir, no podemos perder la esperanza. Sectores como el agroindustrial, las energías renovables no convencionales, eólica y solar, y los servicios de diseño y arquitectura han demostrado tener un potencial significativo. Indudablemente el turismo sostenible es uno de los de mayor potencial. Afortunadamente, las cifras de visitantes internacionales contribuyen a los reportes positivos, pero no de la misma manera el turismo local.
Colombia sigue reafirmando sus capacidades en industrias de nicho. Un ejemplo claro es el caso de las empresas exportadoras desde Barranquilla, que han logrado conquistar el mercado de materiales de construcción de alta calidad. También resulta fascinante observar cómo las industrias long tail antioqueñas están posicionando a Colombia como el “México de México”, exportando hacia Estados Unidos. El crecimiento de las startups, con un promedio anual del 1.600 por ciento en los últimos 20 años refleja el gran talento y las condiciones favorables existentes en el país. Por eso, reitero, lo que necesitamos ahora es aprovechar las oportunidades y seguir mirando el futuro con esperanza.
El ecosistema fintech, en particular, se perfila como un catalizador de transformación, con avances como el sistema de pagos inmediatos programado para el próximo año. Además, sectores como el health tech y otras áreas tecnológicas ofrecen nuevos escenarios que deben ser aprovechados. Para ello, es fundamental promover la confianza en el sector privado y reconocer su rol esencial en el desarrollo económico y social del país.
En un contexto donde el emprendimiento es promovido como una solución para muchos, es crucial destacar el papel de las pequeñas y medianas empresas, de los micronegocios, que representan el 90 por ciento del tejido empresarial colombiano. La simplificación de trámites, el acceso al financiamiento y una legislación laboral flexible y equitativa son esenciales para fomentar su crecimiento y sostenibilidad. También se requiere un cambio cultural que valore el mérito y la contribución de quienes generan empleo y riqueza en el país; recuperar la importancia del empresario, del tendero, del pequeño comerciante, del pequeño industrial.
No podemos hundir al sector privado, por ejemplo, con una reforma laboral que eleva los costos, inflexibiliza la contratación y la desvinculación, al limitar a un contrato de término indefinido las opciones; y que además va en contravía del desarrollo, de la generación de empleo, la formalidad, la productividad y dignifica muy pocos trabajadores. Tampoco contribuirá a la economía una decisión de incremento del salario mínimo que termine siendo tan alta que la informalice más.
En definitiva, 2024 representa un año de transición para el empresariado colombiano. Si bien los indicadores económicos muestran signos de mejora, los desafíos estructurales y la incertidumbre política y social continúan siendo barreras significativas. Sin embargo, las capacidades del país y las oportunidades en sectores estratégicos ofrecen una base sólida para construir un futuro más próspero. Es un llamado a la acción conjunta del sector privado y público, bajo un marco de respeto institucional y promoción del desarrollo sostenible, para convertir las fortalezas de Colombia en un motor de crecimiento inclusivo y sostenido.
*Ex ministro de Comercio, de Hacienda y Crédito Público, y rector de la Universidad EIA.