Narnia: resistencia educativa desde espacios protectores
Los profesores y profesoras de la Institución Educativa Iberia, en Tumaco, decidieron hacerle frente a la violencia y volverse el escudo de sus estudiantes a través del cuidado, del diálogo, del fútbol, la danza, y de levantar la voz para gritar ‘no más’.
Resistencia educativa
Los profesores y profesoras de la Institución Educativa Iberia, en Tumaco, decidieron hacerle frente a la violencia y volverse el escudo de sus estudiantes a través del cuidado, del diálogo, del fútbol, la danza, y de levantar la voz para gritar ‘no más’.
El conflicto armado en Tumaco se ha presentado con mayor intensidad desde 1999, cuando la acción militar contrainsurgente se concentró en los departamentos de Meta, Caquetá y Putumayo, lo cual produjo un desplazamiento de los actores armados hacia Nariño. Esto coincidió con la incursión del Bloque Libertadores del Sur, asociado con el Bloque Central Bolívar, y el alto número de victimizaciones registradas en el marco de la disputa territorial con las Farc.
Con la desmovilización del Bloque Libertadores del Sur, en 2005, se produjo una reconfiguración del conflicto, en medio de la cual aparecieron grupos en pro de la desmovilización, como Nueva Generación, Águilas Negras y Rastrojos, que emprendieron disputas con las Farc. En el 2009, las Farc pusieron en marcha el Plan Renacer, mediante el cual buscaban un reposicionamiento político y militar que implicó enfocar su accionar en lugares periféricos, como Tumaco, donde la presencia del narcotráfico jugó un papel central en la reconfiguración armada. Todo este contexto impulsó un nuevo recrudecimiento del conflicto armado y de la violencia contra las comunidades.
Tras la desmovilización de las Farc, las disputas armadas se recrudecieron. Aumentaron los asesinatos selectivos y, en general, la violencia contra la población del municipio. En este contexto, la disputa por el control de las economías de la cocaína, el contrabando y la minería ilegal se dio entre los grupos disidentes de alias El Guacho, alias David, ex integrantes de las Farc-EP y diversas expresiones del narcotráfico y de las Bacrim.
Estudiantes en la Institución Educativa Iberia
“Estamos cansados de perder a nuestros chicos”
Nancy Arboleda, docente
La Institución Educativa Iberia queda en la zona periférica de Tumaco, en la comuna 5, donde se vive en medio de la presencia de bandas y grupos delincuenciales, cuyo accionar genera un contexto de violencia, desplazamiento, confrontaciones armadas y reclutamiento de jóvenes.
La IE Iberia ha sido afectada directamente con el asesinato de 19 de sus estudiantes en menos de 2 años. En el 2018, el asesinato de tres jóvenes de la institución generó nuevos y duros impactos que llevaron a las y los docentes a actuar para alzar la voz que la violencia les quería arrebatar.
“Hagamos una acción de grupo. Digámosle al país entero, incluso al mundo a través de redes sociales, que en Tumaco, en el barrio Iberia y en la Institución Educativa Iberia estamos cansados de la violencia y de perder a nuestros chicos”, dijo Nancy Arboleda, profesora de esa Institución Educativa.
Así, los días 20 y 30 de octubre se organizó una gran marcha que reunió a estudiantes, padres de familia, ex estudiantes, docentes y directivos para decir basta. Aunque, por seguridad, se quiso evitar que los menores de edad participaran, todos se sumaron. Fue un acto para hacerse escuchar. Pero no era fácil: los sentimientos de quienes marchaban se movían entre la satisfacción de poder manifestarse, de no haberse quedado encerrados en su propio miedo, y el temor frente a lo que podía ocurrir después. La marcha fue un recurso para gritarles al país y a las instituciones que es importante que conozcan y actúen para transformar la violencia que vive la zona.
Además de la marcha, la institución se propuso impedir que la violencia se tomara la vida de las y los jóvenes. Por ello, deciden hacer presencia a diario en la institución y mostrarles a los violentos que, a través de su trabajo, le apuestan a generar espacios protectores, con el fin de ayudarles a los niños, las niñas y los jóvenes a construir futuro.
Las y los educadores de la IE Iberia reconocen su trabajo diario como una estrategia para recuperar la esperanza, para decirles a las familias y a los jóvenes que es posible construir, así sea en medio de las circunstancias más difíciles, y que para lograrlo es necesario mantenerse en la educación, en la escuela, porque solo así, con los cuidados y la protección que allí reciben, no estarán disponibles para la guerra.
La estrategia empezó a hacerse más fuerte al acercarse a los y las jóvenes a través de lo que les gusta y de lo que hacen comúnmente. “Es allí cuando, en lo cotidiano, encontramos qué les llamaba la atención a los chicos y qué los podía mantener ocupados y entretenidos en algo diferente a lo que estaban viviendo, que era el conflicto. Así empezaron a surgir los espacios protectores: el fútbol, la danza, la música, el teatro y, en general, las cosas que les gustaban y que la escuela les podía ofrecer”, agregó la profesora Arboleda. Los maestros crearon, entonces, unos poderosos espacios de resistencia y de no violencia.
Desde lo cotidiano, este proceso se fundamenta en que la IE Iberia se reconoce como una institución que acoge y acompaña a sus estudiantes, sobre todo a los más vulnerables. También es importante el diálogo que han podido entablar con los y las estudiantes para poder decirles que estudiar no solo sirve para aprender, sino que es la semilla para el desarrollo integral del ser humano.
Docentes de la Institución Educativa Iberia
Impacto positivo
La marcha le permitió a la IE Iberia abrir el diálogo con las instituciones locales, visibilizar y llegar a compromisos para elevar la calidad de la educación en la región. Evidenciaron las pocas capacidades que tienen las y los jóvenes de acceder a una educación superior; las dificultades de mantenerse en el sistema cuando vienen en situación de desplazamiento forzado y que, muchas veces, se encuentran con nuevas situaciones de violencia; las necesidades en la planta física de la institución y la inseguridad en el sector, que hace necesario mayor cuidado para salvaguardar la vida de toda la comunidad. El avance en el diálogo y en los compromisos se detuvo, sin embargo, debido a la coyuntura generada por la pandemia, que se dio a inicios del año 2020.
Esta experiencia fue significativa: les permitió a las profesoras y profesores actuar como comunidad. Salir, manifestarse y exigir como comunidad educativa. Solo así pudieron enfrentar el miedo.
“No podemos decir que es perfecto, pero sí que la mayoría de docentes tenemos muy buenas relaciones con nuestros chicos y con los padres de familia; que los proyectos y las situaciones hay que resolverlos unidos. Todavía hay mucho que aprender. No tenemos la última palabra, no hemos caminado la décima parte de lo que habría que recorrer para hallar una solución. Nosotros solamente estamos aquí para cuando nuestros chicos nos requieran y nos necesiten”, en palabras de Arboleda.
Finalmente, los espacios protectores dentro de la IE son fundamentales y han permitido mostrar a las y los estudiantes que hay nuevas y mejores oportunidades, así se han podido salvar muchas vidas. Aun así, reconocen que las dificultades permanecen y resaltan que no se puede desconocer cómo hay quienes se dejan convencer por las cosas que les ofrecen, como la plata o las motocicletas, pero después les ponen un arma en la mano y les dicen, simplemente, ‘ustedes ya son de los nuestros’.
Aprendizajes en clave de convivencia y no repetición
La importancia de la unidad y de superar la exclusión y el abandono estatal son los mensajes que envían los protagonistas de esta experiencia. Por una parte, reconocen que la unidad les dio la fortaleza para actuar como comunidad educativa y alzar la voz con el fin de exigir el cuidado de sus estudiantes. Por otro lado, resaltan la importancia del trabajo que se hace desde las bases para fortalecer los valores culturales de las y los jóvenes y para que se reconozcan desde su cultura negra en un país de muchas culturas, donde todas deben tener los mismos derechos.
“Porque los gobernantes a nivel nacional y regional se centralizaron y no han permitido que las comunidades periféricas tengan las mismas oportunidades de los otros. Yo sé que con mejores oportunidades de vida nuestros chicos y chicas estarían cada vez más alejados del conflicto”, concluye Nancy Arboleda.