¿Un sueño lejano? Así va Colombia rumbo a la transición energética
Aunque Colombia avanza por la ruta de la transición energética y aumentó la generación de energía de fuentes renovables para garantizar la confiabilidad del sistema, los expertos insisten en que es fundamental seguir contando con las demás tecnologías que hoy nutren la matriz energética.
A pesar del estrés que hoy sufre el modelo hidroeléctrico por cuenta del fenómeno de El Niño, que ha reducido de manera significativa las reservas de agua de los embalses y obligado a ciudades como Bogotá a entrar en racionamiento, Colombia ha dado pasos importantes para contar con una matriz energética que en su mayoría se alimenta de fuentes renovables. De los 19.898,6 megavatios de capacidad efectiva neta para generar energía eléctrica con la que cuenta el país, el 66,4 por ciento corresponde a fuentes hídricas (66,4 por ciento), el 30 por ciento a fuentes térmicas y el 3,6 por ciento a renovables no convencionales: biomasa, solar y eólica.
Desde el gobierno de Iván Duque, el país se planteó la necesidad de avanzar por esta ruta y pasar del 1 por ciento de capacidad instalada de fuentes renovables no convencionales en 2018 al 12 por ciento en 2022, con una capacidad de 2.400 megavatios. Hoy, ese porcentaje va en 3,6 con una capacidad efectiva de 715,44 megavatios. Una realidad que conlleva varios desafíos.
Con el Gobierno de Gustavo Petro llegó el concepto de transición energética justa y sostenible, que busca asegurar la soberanía energética del país, el acceso democrático a la energía y acciones claras para enfrentar el cambio climático. Esta transición se ha planteado de una manera gradual y con cinco ejes fundamentales: mayores inversiones en energías limpias y descarbonización, sustitución progresiva de la demanda de combustibles fósiles, mayor eficiencia energética, revisión y eventual flexibilización de la regulación para acelerar la generación de energías limpias, y reindustrialización de la economía.
En el documento de diagnóstico de esta política se espera que, de ser exitosos todos los proyectos con asignaciones de conexión, para 2032 el país cuente con una matriz eléctrica de 42.737,36 megavatios compuesto de la siguiente manera: energía solar con 39 por ciento, hidráulica con 35 por ciento, térmica con 17 por ciento, y eólica con un 9 por ciento. Según estudios de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena), “el país podría tener un parque de generación ciento por ciento renovable hacia 2030″.
Confiabilidad energética, una de las claves
“Desde hace unos años le hemos dado la bienvenida a otro tipo de fuentes, pero no podemos perder de vista la importancia de seguir contando con las demás tecnologías, esas que nos han brindado confiabilidad en los últimos años y que también tienen atributos claves para nuestro sistema”, manifestó Natalia Gutiérrez Jaramillo, presidenta de Acolgen.
En un estudio financiado por el gremio y realizado por la Universidad Nacional, se concluyó que en Colombia no es posible pensar en un sistema que crezca únicamente con energía solar, pues es necesario complementar y diversificar la matriz de generación eléctrica. “Para eso se requieren señales de inversión claras”, puntualizó la jefe gremial. Por su parte, Luisa Barona González, gerente de Riopaila, precisó que existe una tendencia de búsqueda de fuentes de energía renovables. “La tendencia no es hacia una solución única, solo gas o electricidad, sino una mezcla de todas las tecnologías disponibles”, advirtió.
Jorge Valencia, excomisionado de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), recordó que la discusión sobre la confiabilidad de la matriz energética del país no es de ahora. “El sector eléctrico ha hecho el análisis estos últimos 30 años (desde el apagón de 1992-1993) para reducir la vulnerabilidad. Por ello hubo una primera fase de construcción de termoeléctricas a gas, basada en la autosuficiencia de la época. Hoy las fuentes de gas están declinando y el Gobierno ha tomado decisiones en cuanto a nuevos proyectos de exploración, por lo que deben buscarse mejores soluciones”.
Para el experto, las renovables no convencionales son complementos de la matriz actual, no su reemplazo, pues si bien generan electricidad, no la almacenan y usar baterías multiplica los costos de cualquier proyecto. Por ello, el desarrollo de nuevas hidroeléctricas, con diseños climáticamente resilientes, debe ser considerado. “Aún hay mucho recurso hidráulico, no se puede satanizar”. Su recomendación es hacer una transición ordenada, ya que cualquier desacierto se sentirá en las facturas que pagan los usuarios.
Nuevos proyectos, claves para la transición
Desde Enel Colombia reconocen que el país avanza en la transición energética justa, aunque “es fundamental que los proyectos de la cadena de valor eléctrica sean una realidad”. También consideran fundamental priorizar el trabajo articulado con el Gobierno nacional y las administraciones regionales para construir sinergias que faciliten el desarrollo de los proyectos en los territorios y garantice una relación armónica con las comunidades: progreso, respeto cultural, cumplimiento normativo y diálogo.
A través de su línea de negocio Enel Green Power, la empresa construye alrededor de 820 megavatios (MW) en tres departamentos, que representan una inversión de más de 2,5 billones de pesos. La planta El Paso, en el departamento del Cesar, aporta 67,92 megavatios y fue la primera del país en operar con tecnología solar a gran escala. En la misma región está La Loma, un proyecto inaugurado el pasado 13 de febrero que podrá entregar 87 megavatios en cuanto termine sus pruebas regulatorias.
Guayepo I & II, en Atlántico, es el proyecto solar en construcción más grande de Colombia y uno de los mayores de Suramérica. Ya entrega energía a pesar de estar en etapa de pruebas, y actualmente la obra se encuentra en el 76 por ciento, con una capacidad instalada de 487 megavatios. En camino viene una tercera fase (267 megavatios) para consolidar un clúster regional.
Celsia es otro referente en el sector. El 75 por ciento de su electricidad viene de fuentes renovables, con 19 plantas hidroeléctricas en el Valle, Cauca, Tolima y Antioquia, las cuales tienen capacidad de generar 1.127 megavatios. Adicionalmente tiene 17 granjas solares que aportan 300 megavatios. “Estamos comprometidos con la diversificación de la matriz energética colombiana generando energía limpia y amigable con el medioambiente, con respaldo térmico y aportando confiabilidad”, declararon desde la compañía.
Entre sus proyectos se destaca el de Carreto. Una iniciativa de generación eólica en el Atlántico, con una inversión de 18 millones de dólares y una capacidad de 9,9 megavatios, que entraría en operación en el segundo semestre de 2024. Adicionalmente, sigue liderando las consultas previas con las comunidades indígenas y los licenciamientos con las entidades ambientales de los proyectos Acacia 2 y Camelias (330 megavatios).
Apretar el paso
En América Latina solamente el 43 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del sector energético. La mayoría son generadas por actividades agropecuarias y debido a fenómenos como el de la deforestación. De hecho, la región solamente emite el 8,3 por ciento de los Gases de Efecto Invernadero, aunque alberga al 8,3 por ciento de la población mundial, según la Organización Latinoamericana de Energía (Olade).
Estas cifras son en gran medida gracias a una alta participación de fuentes renovables en la matriz eléctrica, que para 2022 era del 59 por ciento, más del doble del promedio global, fundamentalmente debido a la generación hidráulica, seguido del amplio potencial de las fuentes solares y eólicas, las geotérmicas y biomasa. Sin embargo, Olade también identificó que, si bien la transición energética ha demostrado ser el camino óptimo, estos procesos no avanzan al ritmo esperado e, incluso, hay bloqueos o retrocesos. Las razones son múltiples, más allá de las definiciones técnicas o regulatorias. “Es un proceso complejo que incluye problemas políticos, económicos, sociales e institucionales y que involucra una multiplicidad de actores, cuyos intereses no siempre se alinean”, advirtieron desde la organización.
Finalmente, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recordó que entre 2015 y 2022 la región aumentó su capacidad renovable en 51 por ciento, al alcanzar ese último año el 64 por ciento de generación a partir de fuentes renovables. “Pero el ritmo debe acelerarse. A medida que la población y el crecimiento económico aumenten se prevé que la demanda de electricidad crezca un promedio anual de 2,3 por ciento entre 2022 y 2050″, precisó el BID.