ALAS RECORTADAS
B.B. neutraliza acusaciones de clientelismo en el ICT durante poseción de María Eugenia Rojas
Cuatro de los nombramientos del presidente Betancur han causado revuelo y polémica intensa. Los de Zambrano y Rodado para gobernaciones, el de la gobernadora de Caldas, mal recibido por la Curia, y finalmente el de María Eugenia Rojas de Moreno como gerente del Instituto de Crédito Territorial.
Al día siguiente del nombramiento de la "capitana", un editorial de "El Tiempo" pasaba lista a las nuevas figuras del gobierno ponderándolas a todas, pero señalando su preocupación ante el nombre de María Eugenia por considerar que el alto poder clientelista colocado en manos de Anapo abría la posibilidad de revivir este cadáver.
Otros columnistas se unieron al coro de quejas, como el Ayatollah, que habló de La Nena como de "la única mancha negra que brilla en ese océano de esperanzas en que ahora navega el país".
El presidente, por su parte, parecía atrapado en una disyuntiva: a María Eugenia tenía que recompensarle, en cuota política, el número considerable de votos que puso a su favor en la elecciones, y al mismo tiempo, esa cuota debía resultar tolerable para Pastrana, Alvaro Gómez, López y Turbay.
Una semana después, un remolino de gente en torno a la sede de la Fundación Rojas Pinilla, parecía confirmar las sospechas de los inconformes con el nombramiento. Se trataba de colas multitudinarias de personas que esperaban que les entregaran el carné de la Anapo, porque, según decían que les habían prometido adentro, era el paz y salvo para recibir posteriormente solicitud y opción para casa sin cuota inicial. Las gentes hacían cola desde la noche anterior, para lograr buen lugar a la mañana.
Cuando escasearon los carnés auténticos, hubo quienes vendieron fotocopias hasta por cien mil pesos.
El escándalo trascendió inmediatamente, y según informó Jaime Soto en su noticiero, Alvaro Gómez y Pastrana pidieron cita con el presidente para plantear lo que parecía ser un primer punto de conflicto.
Al día siguiente, Betancur haría pública su respuesta. A la cabeza del plan de vivienda, centralizándolo, colocaba a un representante personal suyo, el exgerente del Banco Central Hipotecario, Javier Ramírez Soto. Su función sería la de vigilar la correcta ejecución del plan, impidiendo su aprovechamiento para fines políticos.
Muchos interpretaron el acto como una virtual intervención en la gestión de María Eugenia, que le reducía drásticamente los poderes, mientras que otros leyeron entre lineas una salida diplomática del presidente para calmar los ánimos, sin verdadero contenido real.
El martes 31 de agosto se posesionó finalmente María Eugenia, y en el acto, antes que ella, habló el presidente, para precisar un poco más los etéreos contornos del plan, y enfatizó en que no se caería "en roscas ni en clientelismos".
Lo siguió la Nena, moderando sensiblemente el tono de sus intervenciones pasadas. En contraposición al desafiante "van a saber quién soy yo", que lanzó después de las elecciones y que le puso los pelos de punta a mas de uno, esta vez dijo en tono modesto y excelente oratoria: "seré la ejecutora del pensamiento del presidente Betancur". Y añadió, aspirando a despejar miedos y resquemores, que no habría "proselitismo político, ni se necesitarán carné ni recomendaciones para adquirir casa".
Para curarse aún más en salud, el presidente Betancur descentralizó el manejo del plan de vivienda, de tal manera que aparte del representante presidencial, quedarán involucrados en él el Fondo de Vivienda Popular, el Banco Central Hipotecario, y el propio ICT.
Una interpretación posible a esta medida es que el poder de María Eugenia en esta administración ha quedado reducido a una cuarta parte, y que su voluntad clientelista, si la tiene, ha sido seriamente golpeada.