Especiales Semana

Contra la sombra

El lesbianismo en Colombia está empezando a organizarse a través de diversos grupos que hacen alianzas entre sí. Sin embargo, para consolidarse, aún falta camino por recorrer.

Camila Esguerra Muelle
3 de diciembre de 2005

Es difícil hablar de un movimiento lésbico en Colombia. Tres serían las razones. Una es que las formas de organización de las lesbianas no han logrado aún una estructura permanente que articule a distintos subsectores y sobrepase las coyunturas. Esto, en todo caso, no resta valor a estas organizaciones. Otra, la construcción de sujeto lésbico colectivo en el país es un proceso hasta ahora incipiente, debido, en gran medida, a que el desarrollo de la identidad y las subjetividades lésbicas ha chocado con la profunda lesbofobia de la sociedad. Por último, porque sólo recientemente, pasamos de tener organizaciones gay o mixtas -en las que se invisibilizaba a las lesbianas o había una baja participación de ellas, debido a la dominación masculina presente, no sólo en la sociedad heterosexual, sino dentro del sector gay-, a contar con organizaciones femeninas más amplias y permanentes, que luego establecieron alianzas con otros sectores sociales, como el de mujeres transgeneristas y bisexuales. Fue en la década de los 70 en la que comenzaron a conformarse organizaciones activistas gay -aunque en años anteriores hubo antecedentes importantes como, en los años 40 en Bogotá, la creación de grupos cerrados- como Los Felipitos y en los años 60 la figuración del filósofo de tendencia trotskista, León Zuleta en Medellín, quien acuñó el término guey, para resistir la aculturación operada mediante la lengua, que sin embargo no ha sido incorporado. Dentro de estas organizaciones, en su totalidad gays o mixtas, vale la pena resaltar a Greco (Grupo de Estudio de la Cuestión Homosexual), el primero en integrar mujeres y en generar alianzas con grupos feministas. Fue conformado por estudiantes de la universidades de Antioquia y Nacional de Medellín, reunidos por Zuleta. Por la misma época, surgieron otros grupos en diversas ciudades del país como Cali, Bucaramanga y Armenia. Luego, bajo la denominación de Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia, se formaron los grupos existentes hasta el momento. En la década de los 80 surgieron nuevos grupos y se extinguieron otros, en donde la presencia femenina seguía a la sombra. En 1994, Juan Pablo Ordóñez, colombiano residente en Washington, ganó el premio Felipa de Souza. A raíz de este reconocimiento, se trasladó a Bogotá y, con otras personas, organizó la Asociación Colombiana de Lesbianas y Homosexuales, un nuevo proyecto de alianza entre organizaciones. Esta Asociación fue la primera en incluir dentro de su nombre de manera explícita la palabra "lesbiana". Como un brazo de ésta nacen el Grupo de Mujeres Lesbianas y Solidaridad Lésbica (SOL) el primero, de incidencia política lésbica y el segundo, enfocado a procesos de identidad. Estos dos grupos junto a Feministas Autónomas -un grupo que podríamos considerar heterofeminista-, se constituyeron en los antecesores más importantes del grupo Triángulo Negro, fundado en septiembre de 1996. Su nombre es alusivo y subversivo del símbolo con que los nazis tatuaban a las mujeres 'antisociales' con fines de segregación y eliminación. En 1997, Triángulo Negro se convirtió en el primer grupo abierto a la participación de mujeres lesbianas y en 1999 sumó a las bisexuales. Participó, por ejemplo, en la demanda por inconstitucionalidad del parágrafo del Estatuto Docente que establecía la homosexualidad como causal de mala conducta. Esta demanda fue ganada y la actuación de varias integrantes del grupo, que se desempeñaban como docentes, fue fundamental. Por la misma época se fundaron varios grupos, entre ellos Despertares de Pereira. De sus 15 miembros sólo dos eran lesbianas. Entonces se desataron una serie de iniciativas organizativas alternativas al enfoque de Triángulo Negro, que para 1999 empezó a funcionar más que como una organización de incidencia política, como un grupo de apoyo. De esta manera, Bogotá se convirtió, a finales de los 90, en un centro de la organización lésbica en Colombia. Fundadoras e integrantes de Triángulo iniciaron organizaciones como Colectivo Lésbico, que pretendía hacer activismo político basado en la investigación social; Mujeres al Borde, que trabaja desde la expresión artística; GLC (Grupo de Lesbianas de Colombia), que se estableció como una red electrónica; Dalai, un grupo de lesbianas jóvenes y Labrys, interesado en la investigación y producción simbólica alrededor las nuevas ciudadanías lésbicas, transgenéricas y bisexuales. Todas estas organizaciones estuvieron articuladas a metaorganizaciones y redes mixtas: Triángulo Negro y SOL al Proyecto Agenda, organización que vinculaba a grupos y empresas gays y lésbicas, y se encargaba de eventos de visibilidad e incidencia política, pero de manera coyuntural y con una notoria dominación simbólica masculina, la que en todo caso, encontró resistencia de parte de las organizaciones lésbicas. Por su parte, en el año 2000, Colectivo Lésbico, Mujeres al Borde, y Labrys comenzaron a hacer parte del sector de gays y lesbianas -actualmente denominado sector lgbt (Lesbianas gays, bisexuales y transgeneristas)- del entonces naciente proyecto Planeta Paz, que busca vincular a sectores sociales tradicionalmente no escuchados a la solución pacífica del conflicto social y armado en el país. A este sector, en 2003, se sumaría el entonces conformado Grupo de Mamás Lesbianas. En 2003, se creó la red Nosotras LBT integrada por organizaciones lésbicas -ya mencionadas-, bisexuales y transgeneristas (específicamente Trans-Ser y Cortransgénero). La conformación de Nosotras LBT, se constituyó en un acto separatista importante, que sin embargo, no pretendía dejar de lado el trabajo conjunto con hombres gay. Otro espacio organizativo en el que participaron estos grupos femeninos fue el Comité de impulso del Proyecto de ley por medio del cual se reconocían las parejas del mismo sexo y sus efectos patrimoniales, que cursó trámite en el Congreso de la República durante el año 2003 y fue archivado. De este comité de impulso, se desprendió la organización Colombia Diversa, cuya dirección ejecutiva está actualmente en cabeza de una de las líderes lesbianas feministas más activas en procesos organizativos y de visibilización en el país. En el mismo año, surgió la red electrónica Lesbianas Bogotá desde la cual se han establecido espacios de encuentro y se ha hecho una difusión simbólica renovadora. Por último, en 2005, nace DeGeneres-E, espacio de difusión audiovisual lésbico. Todas estas organizaciones han logrado alianzas esporádicas con grupos y movimientos lésbicos y feministas de otros países, y aunque muchas mantienen un trabajo permanente, es necesario que el movimiento de mujeres LBT en Colombia fortalezca su capacidad de operación, de incidencia y persistencia por encima de las coyunturas. Destacado Triángulo Negro: su nombre es alusivo y subversivo del símbolo con que los nazis tatuaban a las mujeres 'antisociales' con fines de segregación y eliminación. Fuente Las fuentes de este artículo son las entrevistas hechas para la tesis de grado de la autora titulada Del pecatum mutum al Orgullo de ser lesbiana, 2002 para optar por el grado de antropóloga de la Universidad Nacional de Colombia y notas de Manuel Velandia Mora, 1998. * Antropóloga de la Universidad Nacional de Colombia