El carriel
Es uno de los protagonistas de la colonización antioqueña junto con la mula y el machete. Este bolso es para los arrieros una extensión de su cuerpo.
Pocos objetos tan antioqueños como el carriel. Aun así, nadie se pone de acuerdo sobre su origen. Se dice que es una adaptación de las grandes bolsas de cuero que cargaban los colonizadores españoles y franceses. Que la idea se copió de los ingleses que llegaron en búsqueda de las minas en Antioquia. Que su nombre es adaptado de la expresión inglesa carry all (cargar todo). Que quien lo creó fue un hombre brillante porque se le ocurrió forrarlo con pelo, tal vez copiando a los objetos que cargaban los indígenas. Que antes era redondo, pero que 70 años atrás, un señor de nombre Gildardo Uribe le hizo los cambios para que fuera más cómodo. Que se difundió con éxito debido a que les facilitaba la vida a los arrieros que se abrían paso entre las cordilleras y los valles.
Estos hombres lo hicieron propio por sus múltiples bolsillos en los que podían guardar todo tipo de objetos. Dice la leyenda que siempre llevaban la yunkera (una candela antigua para alumbrar en la penumbra), la vela de cebo, el naipe y los dados (para distraerse y, de paso, apostar unos pesitos), la navaja capadora (para afeitarse o defenderse), las tenazas y el martillo (para errar las bestias), la lima, el pañuelo, la peinilla (siempre querían estar bien presentados), el amuleto, la foto, la carta y un pedazo de mechón de la mujer que amaban. Pero eso no era todo. Además, en sus cinco bolsillos secretos escondían el dinero que ganaban por sus transacciones y los papeles que los certificaban como dueños de sus propiedades. "Lo único que ha cambiado en la fabricación del carriel es que ahora utilizamos una máquina de coser Singer de 1912 para unir las partes, explica John Jairo Agudelo, dueño de una de las tres empresas que fabrican carrieles en Jericó, Antioquia. Por lo demás, trabajo con las misma plantillas de hace más de 60 años". Pero si bien el modelo se conserva igual, los materiales sí han variado un poco. Actualmente sólo se utilizan pieles ecológicas como las de vaca y ternero. Antes se usaban las de nutria (de hecho, era llamado carriel de nutria), tigrillo y tigre, entre otros. Pero esto se acabó desde hace unos años como también se acabó quien use los carrieles. "Ahora los que compran carrieles son los turistas o personas que los usan como accesorio en la ciudad. En los pueblos son muy pocos los que llevan el carriel", explica Agudelo. Esta atracción por el carriel ha hecho que las firmas marroquineras más importantes del país incluyan en la actualidad variaciones del carriel paisa dentro de su catálogo.
Son muy pocos también los que fabrican el carriel en la actualidad. Anteriormente, en un pueblo como Jericó había más de una decena de empresas que los fabricaban. Hoy hay tres y todas pertenecen a la familia de Agudelo (una de su padre, otra de su hermana y la de él). "Las personas que trabajaban el carriel se fueron acabando. Ya los jóvenes no quieren trabajarlo", dice Agudelo, que cuenta que mientras para su padre aprender a hacer carrieles fue una opción de progreso que le permitió dejar el campo hace más de 55 años, para los jóvenes este oficio no es visto como una opción para mejorar su futuro.
Y es que para hacer un carriel "totalmente artesanal" a John Jairo le toma un día de trabajo. Esto se debe a la complejidad de su estructura. Tiene 12 bolsillos, de los cuales cinco son secretos. Para lograr esta obra de perfecta carpintería se necesita todo tipo de baquetas (divisiones), forros y cueros. Uno de los más importantes es el charol, que se usa para los remates del carriel y para cubrir aquella correa larga que se atravesaban los arrieros en su pecho. Cargándolo de esa forma, ellos lograron que el carriel fuera una extensión de su cuerpo. .
* Periodista de SEMANA