El poder de los masones
SEMANA revela quiénes son y qué hacen los masones en Colombia.
Cuando el 22 de mayo pasado, día de la elección del nuevo Fiscal General de la Nación, el diario El Espectador publicó una nota en la cual se decía que “en los pasillos de la Corte se rumora que los votos para la elección del sucesor de Valdivieso están bastante parejos entre Alfonso Gómez Méndez y Manuel Urueta Ayola”, muchos colombianos se sorprendieron. Aunque Urueta, un reconocido abogado y magistrado del Consejo de Estado reunía todas las condiciones para ser elegido Fiscal de la Nación, enfrentado a un peso pesado como Gómez Méndez parecía improbable que lograra el respaldo mayoritario de los 23 magistrados de la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia. Por eso el repunte de Urueta en vísperas de que se tomara la crucial decisión hizo pensar a muchos que detrás de los movimientos previos a la elección había algo inusual que a última hora parecía estar inclinando la balanza a su favor. Aunque finalmente Gómez Méndez obtuvo 16 votos y Urueta sólo tres, quienes intuían que tras bambalinas se movía algún poder desconocido tenían razón. Según fuentes allegadas a la Corte Suprema de Justicia, en determinado momento a favor de Urueta pesaron dos hechos: ser costeño y ser masón. Aunque él lo ha negado, Urueta Ayola perteneció a la logia José Hilario López Nº 20 de Bogotá, que hoy está inactiva.
El rumor que se escuchó por esa época en la Corte y en ciertos círculos de poder es que el bloque costeño quería que uno de sus paisanos fuera el Fiscal, y para conseguirlo buscaron el apoyo de los nueve masones que se dice hay en ese Tribunal. El encargado de mover los dos bloques, según miembros de la Corte, fue el magistrado de la sala civil Pedro Lafont, quien tenía nexos con ambos grupos por ser costeño y “hermano masón”. Aunque hay quienes podrían sospechar que se trata de uno más de los tantos cuentos que se tejen en los corrillos políticos, todo parece indicar que efectivamente la masonería estuvo en los entretelones de la votación. Este hecho, que a algunos les podría parecer insólito, no tiene sin embargo nada de extraño.
A pesar de que su existencia es casi desconocida y quienes han oído hablar de los masones difícilmente podrían explicar qué son y qué hacen, la masonería ha estado presente en los círculos de poder en Colombia desde hace casi dos siglos. Treinta y dos presidentes colombianos han sido masones y si Horacio Serpa gana las próximas elecciones la masonería tendría nuevamente a uno de sus miembros rigiendo los destinos del país. Serpa pertenece a la logia Faro Nº 6 de Barrancabermeja desde hace varios años. Aunque son contadas las ocasiones en las que los masones son mencionados o se pronuncian sobre algún tema, su historia en Colombia ha estado profundamente ligada a la historia del país. Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Antonio Nariño, Rafael Urdaneta, Tomás Cipriano de Mosquera, José Hilario López, José María Obando, José María Melo, Manuel Murillo Toro, Eduardo Santos, Darío Echandía, Alberto Lleras Camargo y Germán Zea Hernández fueron masones.
También lo fueron personas tan reconocidas como Luis Cano, uno de los fundadores de El Espectador, el general Benjamín Herrera, los escritores Luis Eduardo Nieto Caballero y Enrique Santos Montejo (Calibán) y el empresario Leo Kopp. Aunque hoy en día la masonería no tiene el mismo poder que tuvo hasta los años 60, dentro de sus miembros han figurado conocidos políticos, la mayoría de ellos liberales, como Fernando Botero Zea, David Turbay, Eduardo Mestre, Jorge Mario Eastman, Alberto Santofimio, Ricaurte Lozada, Jorge Valencia Jaramillo y Carlos Ardila Ballesteros; el ex gobernador de Cundinamarca Jaime Posada; el ex presidente de Ecopetrol Luis Bernardo Flórez; el abogado Antonio José Cancino; el ex comandante de las Fuerzas Armadas general Camilo Zúñiga Chaparro; hombres de letras como Germán Arciniegas; hombres de negocios como Julio Andrés Camacho y Eduardo López Obregón; el rector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Evaristo Obregón; el ex rector de la Universidad de los Andes Mario Latorre artistas como el pintor Armando Villegas; un importante número de magistrados de las distintas cortes, como Manuel Urueta y Carlos Orjuela Góngora, y varios notarios.
¿Que es la masonería?
A pesar de todos los nombres conocidos que figuran dentro de la lista de sus miembros y de la importancia que tienen en las esferas mundiales de poder, la masonería sigue siendo un enigma en Colombia. Aun quienes han oído hablar de ella o conocen a algunos de sus miembros saben muy poco sobre qué son los masones, qué piensan, qué hacen, qué buscan y cómo actúan. Alrededor de ellos se han tejido innumerables mitos e historias. Ello se debe principalmente a que la masonería moderna ha sido considerada durante sus casi tres siglos de existencia como una sociedad secreta. Esta denominación no es gratuita ya que desde el nacimiento de la misma, en Inglaterra, sus fundadores le imprimieron este sello particular. En uno de los documentos en los cuales se encuentran los fundamentos de la masonería, los Antiguos Límites o Landmarks, se dice que “la masonería es una sociedad secreta”. La razón de ser de este precepto, según se explica en el libro Masonería y humanismo, publicado en Colombia en 1985 para consulta de miembros de la Orden, es que “se exige de todos sus miembros el secreto inviolable de todo cuanto hayan visto, oído o descubierto en ella.
Además, es una sociedad en la cual hay una cierta cantidad de conocimientos que se comunican solamente a aquellos que hayan pasado por una forma de iniciación establecida, siendo la forma en sí misma oculta y misteriosa”. Es por esto que los masones prefieren mantener en secreto su afiliación y proceden con mucha reserva en sus asuntos. No obstante, en la actualidad las cosas han cambiado un poco. Existe tanta información pública sobre la masonería -sólo en Francia a comienzos de la presente década se habían contabilizado 54.000 títulos sobre la Orden- que son muy pocos los secretos masónicos que aún no han sido revelados por profanos (como los masones llaman a quienes no pertenecen a la masonería) o iniciados. La apertura les permite inclusive exponer sus símbolos ante los ojos de millones de personas y pasar inadvertidos. Gracias a todos estos cambios hoy se sabe que la masonería no es una religión, un partido político o una ideología; que los masones se agrupan en logias y que sus tres grados fundamentales son el de aprendiz, compañero y maestro (ver recuadro sobre la masonería por dentro). Los masones prefieren ser identificados como una sociedad discreta y definirse, en palabras de Gerardo Vargas, gran maestro de la Gran Logia de Colombia, como “una especie de escuela de liderazgo integrada por hombres libres y de buenas costumbres, basada en los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Los masones -asegura- somos la reserva moral del país”. En una reunión de la Confederación Masónica Interamericana, que se efectuó a comienzos del pasado mes de junio en Chile, se enfatizó este aspecto ético al declarar que “la masonería se entiende esencialmente como un sistema moral para el ordenamiento de la sociedad”. Pero la realidad de esta sociedad, llámese secreta o discreta de acuerdo con el ángulo desde el que se la mire, no es tan simple como parece.
La masonería es una multinacional que puede ser comparada en su estructura, según el historiador Fabio Zambrano, con la Internacional Socialista o la Compañía de Jesús. Por eso es posible encontrar “personas libres y de buenas costumbres” -como suelen autonombrarse los masones- en la mayoría de países del mundo, identificados con un pasaporte especial en el que aparecen registrados sus datos y su historial masónico. Los masones están presentes en naciones de origen judío como Israel, en territorios islámicos como Egipto, en monarquías como el Reino Unido, en regímenes socialistas como Cuba, en países africanos como Togo o Senegal y en democracias como Estados Unidos. En este último, por ejemplo, los masones son legión. Algunos investigadores calculan que más de nueve millones de estadounidenses son masones con todas las de la ley. En América Latina son numerosos en Argentina y Brasil. No obstante, para algunos iniciados, el país con la masonería más importante y desarrollada de esta región es Chile. En Colombia se calcula que hay unos 1.500 masones practicantes y otros tantos que están iniciados pero que no asisten regularmente a los ritos. Aunque las bases y los principios de la Orden son iguales en cualquier lugar del planeta, la masonería, como institución, está lejos de ser un bloque monolítico. Todo lo contrario, es una organización con distintas vertientes, que en cada lugar donde hace presencia tiende a adoptar modalidades diferentes de acuerdo con las características del país en que se desarrolla (ver recuadro). En América, por ejemplo, dice el maestro masón Pedro Justo Villamizar, la masonería “se caracteriza por su decisiva y valiosa intervención en la libertad y en la política de los pueblos”.
La masonería colombiana no ha sido ajena a esta particularidad de la región. Una prueba de lo anterior es el gran número de masones que han ejercido la Presidencia o funciones presidenciales a lo largo de la historia de Colombia (ver galería de presidentes masones), mientras que en Estados Unidos sólo ocho han llegado a ocupar este puesto en la Casa Blanca, entre ellos George Washington, Franklin Delano Roosevelt, Dwight Eisenhower y Ronald Reagan. Masonería a la Colombiana Los historiadores masones y no masones no han logrado ponerse de acuerdo sobre la génesis de la masonería en Colombia. Para los iniciados, quien impulsó a la Orden en el país fue Antonio Nariño, al crear en 1789 las ‘Tertulias literarias’, también conocidas como ‘Veladas del buen gusto’, que se transformarían años después en la logia El Arcano Sublime de la Filantropía. Para los profanos, Nariño fue una figura que conoció los principios, la simbología y los rituales masónicos pero, en su opinión, quien introdujo en forma esta sociedad secreta en la Nación fue el general Francisco de Paula Santander. Santander fundó en la clandestinidad un taller denominado Los Corazones Sensibles. Luego, en 1820, el general utilizó este grupo como base para conformar Luz de Colombia Nº 1, considerada por muchos investigadores como la primera logia masónica del país. Al “levantar columnas” esta logia, como llaman los masones al acto de ponerla en funcionamiento, comenzó a desarrollarse con rapidez la Orden. Al cabo de tres años ya existían 36 logias en el territorio colombiano. La importancia que tuvo la masonería en la independencia y en los comienzos de la vida republicana de Colombia es indiscutible. El pasado 19 de mayo otro masón, el historiador Germán Arciniegas, recordó en una columna en El Tiempo el destacado papel que jugaron las logias en la emancipación de América. En esa época todos los libertadores, incluido Simón Bolívar, eran masones (ver recuadros). Fueron los masones los que impulsaron, entre otras cosas, las primeras reformas educativas, la fundación de la Universidad Nacional de Colombia, la abolición de la esclavitud, la Constitución de 1863 y la prohibición de la pena de muerte.
Para el historiador Zambrano la masonería en el siglo XIX fue “un espacio de sociabilidad política, de difusión de conocimiento y prácticas democráticas. Fue un espacio primero del liberalismo y luego se convirtió en el núcleo ideológico de todos los prohombres liberales del siglo pasado. Luego la masonería perdió protagonismo cuando comenzó la modernización del país. Se redujo su importancia, cambió su función y se convirtió en núcleos de poder muy especializados”. Un maestro masón, experto en la historia de la Orden y que prefiere mantener su nombre en reserva, no comparte esta idea. En su opinión, “en Colombia no hay focos de poder masónico claros debido a que la masonería colombiana no tiene, aparte de buenas intenciones, un proyecto claro de país”. Núcleos de poder La masonería, según un folleto sobre los principios de la Orden publicado por la logia Luz de Occidente Nº 19, de Cali, está “abierta a todos los hombres de toda nacionalidad, de toda raza, de toda creencia. Ella prohíbe en sus talleres toda discusión política o religiosa y acoge a todo profano, cualesquiera que sean sus opiniones en política y religión, con tal que sea un hombre libre y de buenas costumbres”.
Este amplio criterio ha permitido que en la Orden ingresen, a lo largo de su historia, conservadores, liberales, comunistas, anarquistas y hasta sacerdotes católicos. La presencia de religiosos fue importante hasta comienzos de este siglo y los conservadores fueron un aporte de las logias costeñas. Aunque es posible encontrar personajes de diferentes vertientes políticas en la masonería _de los masones más queridos y recordado por sus hermanos en Bucaramanga es el médico Carlos Toledo Plata, dirigente del M-19_ la realidad es que la mayoría de iniciados en la Orden tienen ideas liberales o proceden del Partido Liberal. Esta situación fue evidente en la Convención Liberal de 1922, en la cual dos terceras partes de los delegados eran masones. La afinidad entre liberalismo y masonería, según dos investigadores del tema que prefieren mantener su nombre en reserva, se explica”por la tendencia de la masonería a reclutar políticos de influencia en el Partido Liberal a nivel regional y nacional”. Esta tendencia se ha mantenido, aunque no a todos los masones les parece una práctica aconsejable. Un maestro masón tolimense cree que “los políticos son un mal influjo para las logias porque son muy pragmáticos y no concuerdan con una institución de principios utópicos y altruistas”.
A otro maestro la situación no le parece tan grave ya que son muchos los políticos que llegan y se aburren en la Orden debido a que “si uno no le encuentra la esencia, la masonería se vuelve un ejercicio muy aburridor. Ingresar es difícil pero salir es muy fácil. La ventaja que tenemos es que la masonería se depura sola”. A nivel regional, un caso de reclutamiento reciente que puede mencionarse es el de Carlos Ibáñez Muñoz, actual alcalde de Bucaramanga. En Santander la masonería tiene un gran arraigo y prestigio por cuenta de la labor que ha desarrollado en este departamento. Una prueba de ello es que tres de los últimos cuatro alcaldes de Bucaramanga son masones (Alberto Montoya Puyana, Alfonso Gómez Gómez e Ibáñez Muñoz). En sus gabinetes hubo varios masones y no se descarta que el próximo alcalde también lo sea. Ibáñez fue invitado a la masonería antes de presentarse como candidato a la alcaldía. Como cualquier otro profano pasó su solicitud de ingreso y la Orden investigó su pasado para ver si reunía las condiciones necesarias para ser iniciado. Este paso se retrasó por el trajín en el que se vio envuelto cuando lanzó su campaña. A los dos o tres meses de su elección, según Carlos Guillermo Martínez, masón y asistente personal del alcalde, “Ibáñez se inició en la Logia Estrella de Oriente Nº 8 y ha tenido muy buena disposición para los asuntos de la Gran Logia”. A nivel nacional la estrategia de algunas logias ha sido la de facilitarle el ingreso a personas conocidas con el ánimo de que se empapen de los componentes y principios de la masonería.
José Blackburn, gerente de Telecom; Carlos Medellín, ex ministro de Justicia, y Mauricio Echeverry, ex encargado de la embajada de Colombia en Washington, son algunas de las figuras vinculadas a la política que han sido invitadas recientemente a vincularse a la masonería. Ninguno aceptó el ofrecimiento. A propósito de esto Blackburn dijo: “Siento simpatía por el trabajo de los masones pero decliné su invitación porque sé que no tendría tiempo suficiente para dedicarles”. Otros personajes políticos, en cambio, le dijeron que sí a la Orden. En estos momentos, por mencionar sólo dos nombres, están en estudio las hojas de vida del representante a la Cámara Carlos Alonso Lucio y del conocido actor de televisión y actual asesor de prensa de la Defensoría del Pueblo Jaime Santos. Ambos desean ingresar a la Logia Fraternidad Nº 8, de Bogotá. ¿Qué les estudian? Buscan comprobar si el aspirante es “una persona libre, honrada, de buenas costumbres y con buena reputación, mayor de edad, que disfruta de una posición honesta que le asegura medios de subsistencia y posee una instrucción suficiente para comprender los altos fines de la masonería”, según se explica en el folleto de una logia. Otra de las constantes dentro de la masonería en Colombia es la presencia de un gran número de abogados. La mayoría de los dirigentes masones identificados entre 1899 y 1938 eran egresados de escuelas de derecho.
La razón de ello, según los mismos investigadores, es que “exista dentro de la masonería una mística por el derecho que los hace respetuosos de la ley, pero sobre todo unos convencidos de la idea del derecho como el instrumento más idóneo para moldear las sociedades o para determinar progresos sociales”. Este argumento permite entender por qué es tan numerosa la presencia de masones en universidades cuyo fuerte es el derecho, como el Externado de Colombia y la Libre, y en entidades como el Consejo de Estado, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo Nacional Electoral y las nota-rías. Además de Manuel Urueta y Pedro Lafont se sabe que son masones los magistrados Carlos Orjuela Góngora, del Consejo de Estado, y Camilo Velásquez Turbay, del Consejo Nacional Electoral; el hasta hace poco viceprocurador Orlando Solano Bárcenas y los notarios Cesáreo Rocha y Alfonso Clavijo. También lo fueron el magistrado Luis Enrique Aldana, de la Corte Suprema, y el abogado Horacio Rodríguez Plata. Aunque es probable que la relación entre el Externado y la masonería no sea tan estrecha como se asegura, es un hecho que este centro académico fue fundado por miembros de la Orden y algunos de sus egresados más connotados fueron o son”hombres libres y de buenas costumbres”. Conocedores del tema aseguran que, para quienes han sido iniciados, el escudo de la universidad tiene un significado más allá de lo que parece representar a simple vista. Además ha habido varios connotados masones externadistas, como el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia Crótatas Londoño, el penalista Rafael Poveda, el notario y ex secretario de la Universidad Manuel Cubides (ya fallecidos), los magistrados Alfonso Reyes Echandía y Manuel Gaona Cruz, asesinados durante la toma del Palacio de Justicia en 1985, y el constitucionalista Carlos Restrepo Piedrahita. Aunque en muchos círculos se asegura que el rector del Externado, Fernando Hinestrosa Forero, es masón, SEMANA pudo establecer en círculos cercanos a la masonería que nunca ha pertenecido a ella, aunque su padre, Ricardo Hinestrosa Daza, sí lo fue.
Esto no quiere decir que la masonería sea un fortín exclusivo de los abogados. Si bien éstos son mayoría, en las logias también es posible encontrar personas de otras profesiones, como arquitectos, médicos, economistas e incluso militares. Política nacional y masonería A comienzos del presente siglo la masonería colombiana buscó tener en sus filas a personas destacadas que pudieran influir, desde el periodismo o la política, en el manejo del Estado. En procura de estos objetivos logró vincular a los periodistas Luis Cano y Enrique Santos Montejo (Calibán), al ex presidente Eduardo Santos, al escritor Luis Eduardo Nieto Caballero, al general Benjamín Herrera y al empresario Leo Kopp. Años después se unieron a este selecto grupo jóvenes figuras como Darío Echandía y Alberto Lleras Camargo y varios empresarios y profesionales de la floreciente comunidad judía. Con estas dos generaciones de masones, en opinión de los investigadores citados, “el liberalismo desmontó al Partido Conservador de las posiciones de poder y adelantó algunas reformas políticas y sociales”.
Después de esta época dorada la masonería, según el gran maestro Gerardo Vargas, “se estancó durante por lo menos 50 años”. En 1983 hubo un enfrentamiento en el interior de la Orden, al que siguió una división que aún hoy se mantiene, que sólo sirvió para empeorar las cosas. Independientemente de la crisis interna que vivía, la masonería mantuvo sus contactos con el poder e incluso intentó formar la Logia Luz de Colombia, compuesta por figuras de primer orden que no llegó a funcionar y de la que hoy nadie quiere hablar. \ De acuerdo con un maestro y alto dignatario masón, la Orden mantuvo “excelentes” relaciones con los gobiernos de los presidentes Julio César Turbay, Virgilio Barco y César Gaviria. Qué entienden ellos por “excelentes relaciones” es algo difícil de precisar por el secreto con que los masones manejan sus cosas.
No obstante hay detalles que pueden servir de indicio de los vínculos que existieron entre unos y otros. Durante la presidencia de Turbay dos masones ejercieron como ministros delegatarios con funciones presidenciales. Uno de ellos fue Germán Zea Hernández, el abuelo de Fernando Botero Zea, y el otro Jorge Mario Eastman. Virgilio Barco no fue masón pero entre los hombres más allegados a su campaña estuvo el político santandereano Eduardo Mestre Sarmiento, quien es masón. En un reportaje sobre la masonería, publicado hace dos años en el libro Medellín secreto, se aseguraba que César Gaviria estaba a punto de ser iniciado. Pero nadie ha confirmado esta versión.
Al parecer el asunto no pasa de ser una especulación relacionada con el hecho de que el papá del ex presidente, Byron Gaviria, fue masón y está enterrado en el Cementerio Libre, de Circasia, Quindío. Independientemente de esto, los masones piensan que el ex presidente conoce y entiende los principios de la Orden. Masones con Samper Con Ernesto Samper Pizano las cosas son a otro precio. El no es masón pero buena parte del grupo que lo respaldó durante la campaña presidencial o que lo ha acompañado durante su mandato sí lo es. Son masones Horacio Serpa, Eduardo Mestre, Carlos Villamil Chaux, Fernando Botero Zea, Luis Bernardo Flórez, Jorge Valencia Jaramillo, Jorge Serpa, el general (r) Camilo Zúñiga, Julio Andrés Camacho, Carlos Castillo, Jorge Gaviria, Fernando Corredor Gaitán, Evaristo Obregón, Mauricio Vengoechea y Antonio José Cancino, entre otros (ver galería de masones con Samper).
También conocidos políticos como Alberto Santofimio Botero y Ricaurte Lozada Valderrama (este último expulsado de la masonería por hacer proselitismo político) pertenecían a la masonería. Esta fue la primera vez desde la época dorada de la masonería colombiana que tantos masones coincidieron en el poder. Durante la pasada campaña presidencial Ernesto Samper fue invitado, junto con la plana mayor de su equipo, a dar una conferencia en la sede de la Gran Logia de Colombia, ubicada en la calle 18 con carrera 5ª de Bogotá, en una casa donada a la Orden en 1917 por Leo Kopp. Ese día, según relató a SEMANA uno de los acompañantes del hoy Presidente, “a uno le daba la sensación de que Samper era el candidato de los masones”. Estos lo niegan. Un alto dignatario de la Orden dijo que la masonería, como institución, “no puede obligar a sus miembros a que voten o apoyen a una u otra figura porque si lo hiciera violaría uno de sus principios fundamentales: la libertad”.
Para los masones la visita de Samper no se diferenció en nada de la que hicieron, también en calidad de candidatos, otros políticos, como Humberto de la Calle, Carlos Lleras de la Fuente y Antanas Mockus. Independientemente de este pronunciamiento es evidente la vinculación que hubo de algunos sectores de la masonería colombiana con la campaña que llevó a la Presidencia a Ernesto Samper. Como dato curioso, uno de los comerciales de la campaña, en el que Samper aparecía hablando de su plan de empleo, fue filmado precisamente en la sede de la Gran Logia en la calle 18. La vinculación de la campaña de Samper con los masones se hizo efectiva por dos canales: Julio Andrés Camacho y Horacio Serpa. Julio Andrés Camacho es el mejor amigo de Samper y pertenece a la Logia Murillo Toro, de Bogotá, una de las más antiguas de la capital y, en opinión de ciertos maestros masones, “la más influyente del país. Es la logia élite de la masonería colombiana, la logia caché”. Según Gerardo Vargas, gran maestro de la Gran Logia de Colombia, en la Murillo Toro hay 24 miembros activos y cotizantes, es decir, masones que cumplen a cabalidad con el trabajo y con las cuotas que solicita la Orden. Sin embargo una fuente cercana a esta logia sostiene que sus miembros pasan del centenar y son “gente influyente: políticos, rectores universitarios, ejecutivos, abogados, hombres de negocios.
Personas que se ayudan muchísimo entre ellos. Si un masón necesita los servicios de un abogado busca a uno que sea miembro de la logia para que lo ayude”. Samper, según una fuente consultada por Semana, fue invitado varias veces por Julio Andrés Camacho a esta Logia durante la campaña, lo cual no es nada de extraño si se tiene en cuenta que varios miembros de su círculo más cercano pertenecen a ella. Horacio Serpa no es, según la fuente de Semana, del agrado de todos los miembros de la Logia Murillo Toro, pese a ser un masón, por su estilo descomplicado y populachero. Esto a él lo tiene sin cuidado porque, según la misma fuente, al igual que en la política, tiene el apoyo y el respeto de buena parte de la masonería del resto del país. Sus buenas relaciones fueron claves para poner a Samper en contacto con los masones de cada una de las ciudades que visitaron durante la campaña presidencial. Incluso, sostienen personas que estuvieron vinculadas a la misma, Serpa llevó al entonces candidato a una reunión en su logia, la denominada Faro Nº 6, de Barrancabermeja. ¿Qué pasó con la masonería después de la elección de Ernesto Samper? Es muy complicado seguirle la pista al papel que los masones han jugado dentro del actual gobierno. El año pasado, cuando se hicieron públicos los papeles de Fernando Botero sobre la estrategia para tumbar al fiscal Alfonso Valdivieso, se especuló con que Serpa habría hablado con los masones del Consejo de Estado y la Corte Constitucional para que lo ayudaran en este propósito.
Por el resultado de la historia ambos tribunales decidieron que el Fiscal permaneciera en su cargo_ es dudoso que la gestión del entonces Ministro del Interior haya sido real.Sí se sabe, en cambio, que los masones ofrecieron interceder ante los norteamericanos para impedir la descertificación de Colombia. Según una fuente que estuvo vinculada a la Casa de Nariño, durante el período crítico de la descertificación hubo una reunión entre la secretaria jurídica de la Presidencia y un grupo de masones que se ofrecieron para mediar ante sus hermanos estadounidenses en el Congreso de Estados Unidos. La intención de los masones era buscar un acercamiento a través del congresista Jesse Helms, quien es masón. Aunque el grupo efectivamente viajó a Estados Unidos, según la oficina del propio Helms, jamás lograron verse con él. Hubo también varios masones vinculados al escándalo del alemán Werner Mauss. Además de Horacio Serpa son masones su primo, Jorge Serpa, Eduardo Mestre y el ex director de la Caja Agraria Carlos Villamil Chaux. Más allá de todo esto es difícil precisar qué han hecho o han dejado de hacer los masones.
El secreto con que trabajan seguirá siendo su gran aliado. Lo que sí se da por descontado es que no desaparecerán del panorama, mucho menos ahora que uno de ellos, Horacio Serpa, tiene grandes posibilidades de llegar a ocupar la Presidencia de la República. Los masones trataron de elegir a uno de los suyos como sucesor de Alfonso Valdivieso Sarmienton La masonería es una multinacional como la Internacional Socialista o la Compañía de Jesúsn Varios de los miembros de la campaña de Samper y de su gobierno son masonesn Los masones podrían llegar nuevamente al poder con Horacio Serpa La masonería para profano La masonería moderna surgió en 1717 en Inglaterra cuando se fundó la Gran Logia Unida de Inglaterra, que es considerada por la masonería como la Gran Logia Madre del Mundo.
Después de su aparición los masones han estado presentes en varios momentos claves de la historia: la Ilustración, la Revolución Francesa, la independencia de América y Norteamérica, la lucha contra las monarquías absolutistas, la abolición de la esclavitud, la unificación de Italia, la secularización y el laicismo en la enseñanza, la creación de la Sociedad de la Naciones y de la Organización de Naciones Unidas, la descolonización de Africa y Asia y, a partir de 1978, impulsaron el proyecto democrático de la Unión Europea. Los fundadores de los clubes Rotario y de Leones, los Boy Scouts, la Cruz Roja y Alcohólicos Anónimos fueron masones. La masonería anglosajona es deísta, es decir, cree en un principio creador y rector de todo lo que existe, una fuerza superior a la que denominan Gran Arquitecto del Universo. La masonería francesa, en cambio, se inclina más por la libertad de conciencia y acepta en sus filas a ateos declarados.
Para unos y otros sus patronos son San Juan Bautista y los cuatro santos coronados. Los masones de todo el mundo reconocen tres grados fundamentales: aprendiz, compañero y maestro. Existen más de 150 ritos diferentes que confieren otros tantos grados después del de maestro. En Colombia el más practicado es el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que tiene 33 grados. Del 1 al 3, es decir, aprendiz, compañero y maestro corresponden a lo que se conoce como masonería azul. Del 4 al 18 se denomina masonería encarnada. Del 18 al 30 masonería negra y del 31 al 33 blanca o sublime. Adicionalmente cada grado tiene un nombre. Quien detenta el 33 por ejemplo, que es el máximo grado, se llama Soberano Gran Inspector General.
El más importante de todos los grados no es el 33 sino el 30. Los tres últimos grados corresponden a niveles administrativos. Las ceremonias más importantes son las de iniciación, las fúnebres y las fiestas del 24 de junio y el 27 de diciembre, que coinciden con los solsticios de verano e invierno. El rito de iniciación consiste primero en una entrevista con tres maestros, después de la cual quien está a punto de iniciarse se somete a una serie de pruebas simbólicas. La persona debe primero colocar sobre una mesa todos sus objetos de valor en señal de desprendimiento. Luego se le vendan los ojos y se le aísla en un cuarto oscuro, donde se encuentra un esqueleto para que el aspirante reflexione sobre la vida y la muerte y un gallo que simboliza el despertar del profano a la luz. Los símbolos masónicos más conocidos son la escuadra, el compás y el triángulo.
La escritura que se ve en sus textos, letras mayúsculas seguidas de tres puntos, se denomina tripuntuada, data del siglo XVIII y tiene unas reglas propias. Los masones han sido perseguidos a lo largo de la historia por la Iglesia Católica, el franquismo, el comunismo, el fascismo y el nazismo. La Iglesia Católica ha excomulgado a los católicos que ingresen a la Orden en 16 ocasiones. En la actualidad, según el padre Carlos Mario Alzate, director de Ecumenismo y diálogo interreligioso de la Conferencia Episcopal, “se mantiene la prohibición para los creyentes de militar en una organización que maquina contra la Iglesia y cuyos principios son contrarios a la fe, al menos en la práctica”. Quienes incumplan esta prohibición e ingresen en una logia quedan automáticamente excomulgados. Simón Bolívar, a pesar de ser masón, en el siglo XIX prohibió la masonería y todas las sociedades secretas después de la noche septembrina, cuando trataron de asesinarlo.
Luego hubo tres intentos de hacerla desaparecer en el siglo XX. Su mayor enemigo fue Laureano Gómez, quien, casualmente, se salvó en una ocasión de morir ahogado por la acción oportuna del masón Antonio Rincón Galvis.
En la actualidad la masonería es atacada por grupos fundamentalistas, como ciertas iglesias evangélicas, las milicias norteamericanas que se oponen al sistema federal y grupos armados como el FIS argelino. Ahora mismo el Parlamento británico quiere obligar a los 349.213 masones de Inglaterra a inscribirse en un registro oficial que esté abierto al público.
La masonería en el mundo
Existen dos vertientes de la masonería mundial: la anglosajona y la francesa. La anglosajona se considera a sí misma como la única masonería, su cabeza es la Gran Logia Unida de Inglaterra y no reconoce a la francesa. Esta no tiene ningún problema en relacionarse con la anglosajona y está integrada por varias ramas: Gran Oriente de Francia, Gran Logia Femenina de Francia y El Derecho Humano Internacional, esta última la de más rápido crecimiento en el mundo. Tanto en Francia como en Inglaterra los masones han tenido un inmenso poder a lo largo de la historia. Winston Churchill fue masón y varios miembros del gobierno socialista de Mitterrand pertenecían también a la masonería, incluido su ministro de Defensa Charles Ernu. Las logias colombianas también están afiliadas a alguna de las dos vertientes. A la masonería anglosajona pertenecen la Confederación Masónica Colombiana, integrada por seis grandes logias de Barranquilla, Cartagena, Bogotá, Cali, Cúcuta y Bucaramanga. A la masonería francesa pertenecen el Gran Oriente Francmasónico Colombiano y las Logias Libertad Nº. 1.314 de Bogotá y Jacques Molay Nº 1.545 de Pereira, que pertenecen a la rama de Derecho Humano y son mixtas.