Especiales Semana

EL RODRIGUEZ "MODELO 83"

La increíble historia de cómo logró Gilberto Rodríguez Orejuela lavar 46 millones de dólares a través del Banco Cafetero de Panamá

28 de abril de 1986

Esta es la historia de un astuto narcotraficante y de cómo se aprovechó de la red de oficinas en el exterior de uno de los más importantes bancos colombianos, para lavar entre 1983 y 1984 cerca de 46 millones de dólares provenientes de negocios de droga. El personaje es Gilberto Rodríguez Orejuela, un negociante y banquero caleño de 45 años, actualmente detenido en España, cuyas autoridades se encuentran decidiendo entre dos solicitudes de extradición que han recibido, una de Colombia y otra de los Estados Unidos. La entidad bancaria es ni más ni menos que el Banco Cafetero, y en particular su oficina de Panamá, que en virtud de un contrato de compensación con el First Interamericas Bank (FIB) de esa misma ciudad,propiedad de Rodríguez e intervenido hace algunos meses por las autoridades panameñas, permitió que el capo llevara a cabo una compleja pero efectiva operación bancaria entre Los Angeles, Miami, Nueva York y Panamá, para lavar la cuantiosa suma.
Es posible que esta operación no hubiera sido descubierta si no es por una llamada anónima recibida en la mañana del 30 de enero de 1984 por el departamento de Policía de Burbank, California, en la cual el informante aseguraba que, si se practicaba un allanamiento en un cuarto del hotel Holiday Inn en Burbank, podían obtenerse muy buenas pistas sobre un caso de narcóticos y dinero sucio. El cuarto de hotel fue investigado minutos después. En él se encontraban Maritza Moncayo y Silvia de Castro, dos colombianas que compartían la habitación con José Castro, quien se hallaba fuera del hotel.
Entre los documentos encontrados por los oficiales había una serie de papeles que registraban aparentemente transacciones de narcóticos, ya que había anotaciones en millones de pesos o de dólares y en kilogramos. La Policía encontró además un recibo de alquiler de un contestador telefónico instalado en el apartamento de una señora llamada Magaly Belasic, en el número 3600 de la calle Barham en Burbank.

EL ROMPECABEZAS
El apartamento de la calle Barham estaba ocupado por la señora Belasic y por otro colombiano, Francisco Arredondo. Pero esto no era lo más interesante. Las autoridades hallaron 690 mil dólares en efectivo y en billetes de baja denominación (generalmente de 20 dólares), así como una bolsa de basura que contenía gran cantidad de recibos de cheques de gerencia, rotos en mil pedazos.
Los agentes debieron dedicar varias horas a armar el rompecabezas de los recibos y descifrar que correspondían a cheques fechados entre el 21 de septiembre del 83 y el 28 de enero del 84.
Los cheques provenían de distintos bancos del área de Los Angeles, estaban a nombre de diferentes personas y, según posteriores investigaciones, esas personas no existían o nada tenían que ver con las transacciones. El valor total de los cheques era de un millón 100 mil dólares, pero ningún cheque superaba el monto de 10 mil dólares, truco muy utilizado dentro del negocio de lavar dólares para evadir la vigilancia de las autoridades fiscales americanas, que obligan a los bancos a informar al gobierno federal sobre cualquier transacción que supere esa cifra.
Los cheques eran llevados al FIB de Panamá, donde se sellaban antes de ser transferidos a cuentas en Miami.
La gran mayoría tenía un sello en el reverso que señalaba que debían ser consignados en cuentas que el FIB de Rodríguez mantenía en dos bancos de esa ciudad: el Continental National Bank y el Tower Bank. Las investigaciones continuaron y establecieron que de esos bancos los dineros habían sido transferidos a una serie de cuentas del Banco Cafetero en bancos de Nueva York, principalmente. a una cuenta del Banco Cafetero Panamá en el Irving Trust. Esta cuenta ha tenido tradicionalmente un gran movimiento, pues se dedica al manejo de reintegros cafeteros y de otras exportaciones que se realizan a través de la Flota Mercante Grancolombiana.
Las primeras conclusiones arrojadas por la investigación eran poco menos que espectaculares: 1) el dinero pertenecía a Gilberto Rodríguez, pues era el propietario del FIB, banco a nombre del cual estaban las cuentas en Miami y los endosos de los cheques girados por los bancos del área de Los Angeles, y 23 el dinero provenía de actividades de narcotráfico, no sólo por el conocido prontuario de Rodriguez (ver recuadro), sino por la forma como se habían llevado a cabo las transacciones en Los Angeles, con cheques cuyo monto nunca superaba los 10 mil dólares. Pero una tercera conclusión resultaba mucho más grave: el dinero había sido finalmente lavado a través de cuentas del Banco Cafetero en bancos de Nueva York particularmente a traves de una cuenta del Banco Cafetero Panamá en el Irving Trust.
Rodriguez había logrado utilizar el torrente de dineros del café para lavar, según el cálculo de los investigadores, cerca de 46 millones de dólares, cantidad que quedaba camuflada bajo el total de cifras de las transacciones cafeteras.
Esta conclusión era tan grave como sus consecuencias: el 8 de marzo de 1985, 14 meses después del allanamiento de Burbank, el fiscal del Distrito Sur de Nueva York solicitó a un juez que congelara los dineros del Banco Cafetero en esa ciudad. El escándalo estalló inmediatamente en la televisión norteamericana, cuyas principales cadenas registraron detalladamente la información. "Es una maniobra de mandos medios de Estados Unidos para perjudicar el ambiente de la próxima visita del presidente Betancur", declaró en Colombia a la prensa el canciller Augusto Ramírez Ocampo. La noticia no trascendió en el país, mientras en Nueva York se iniciaba un largo proceso jurídico que aún no ha concluído.

EL CONTRATO DE PANAMA
Pero la historia, hasta donde va, nada aclara sobre la forma como Rodríguez recuperaba sus dólares una vez consignados en el Irving Trust y otros bancos de Nueva York, en cuentas del Cafetero. Esta otra parte del relato comienza en Panamá en agosto de 1983, cuando Gilberto Rodríguez se presenta ante el gerente del Banco Cafetero de esa ciudad, Alberto Tisnés Sierra, para proponerle un contrato de compensación.
¿En qué consistía este contrato? En Panamá como en otros países, hay dos clases de bancos: los que se conocen como "abiertos", que tienen sucursales y ventanillas abiertas al público en general, y los llamados "bancos de segundo piso", cuyos objetivos son más limitados y concretos, y no están abiertos al público en general. El FIB de Rodríguez pertenecía a esta segunda categoría, lo que explica que funcionara en una modesta casa de la calle Gerardo Ortega, en cercanías del sector residencial de Paitilla, y que apenas tuviera un pequeño letrero en el frente que decía: First Interamericas Bank S.A.
El FIB, al igual que los demás bancos de segundo piso, estaba inhabilitado para contar con los servicios de agente de compensación que ofrece a los bancos abiertos el banco central panameño (equivalente al de la República en Colombia). Las leyes panameñas exigen a los bancos de segundo piso que consigan, entre los bancos abiertos, uno que les sirva como agente de compensación.
Y eso fue lo que Rodríguez le propuso al Cafetero Panamá en agosto del 83. En la práctica, lo que sucedía es que todos los cheques girados contra el FIB eran cobrados por ventanilla en el Cafetero Panamá, donde el FIB mantenía dos cuentas con las cuales respaldaba esos pagos. Una de esas cuentas era un CDT permanente por 2 millones de dólares y la otra, una cuenta que se movía constantemente y a la cual el FIB consignaba para compensar los cheques girados en su contra y pagados por el Cafetero Panamá.
¿Cómo lavaba entonces Rodríguez los dólares? Según los datos recopilados por la Corte del Distrito Sur de Nueva York, una vez depositados los cheques en las cuentas del FIB en Miami, los dineros hubieran podido ser transferidos en forma directa al Cafetero Panamá, a la cuenta del banco de Rodríguez. Pero las actividades de éste hubieran quedado en evidencia ante los ojos de las autoridades norteamericanas. Por eso Rodríguez prefirió siempre transferir esos dineros de Miami a las cuentas del Cafetero en el Irving Trust de Nueva York y en otros bancos de esa ciudad. Cada vez que el Irving Trust recibía una de estas transferencias, enviaba una nota de contabilidad al Cafetero Panamá y éste a su vez daba entrada a esos dineros como cubrimiento de los sobregiros de la cuenta del FIB. De este modo, Rodríguez podía hacer uso de los dólares que recibía en los Estados Unidos, sin aparecer él como la persona que los lavaba para transferirlos a Panamá.

LOS MODELOS 83 Y 84
La pregunta es entonces: ¿Cómo es posible que el Banco Cafetero Panamá haya aceptado un contrato de compensación con Rodríguez en agosto de 1983, cuando éste ya era conocido internacionalmente como personaje vinculado al narcotráfico? En el escándalo de la maleta de Fonseca, que tumbó al alcalde de Bogotá Diego Pardo Koppel hace algunos meses, éste justificó sus relaciones con el capo caleño, alegando que se trataba de un Rodriguez "modelo 79".
Gustavo Arango Bernal, entonces vicepresidente ejecutivo del Cafetero Panamá y vicepresidente internacional del Cafetero Colombia, dijo a SEMANA que "Rodríguez llegó al Cafetero Panamá con recomendaciones 5 estrellas y en una época (agosto 83) en que era reconocido como banquero y hombre de negocios".
Esta afirmación resume la posición del Cafetero frente al proceso de demanda de la congelación de sus dineros en los bancos de Nueva York. Arango mismo declaró en dos oportunidades ante el juez y a nombre del Cafetero Panamá.
Lo cierto es que el prontuario de Rodríguez contiene datos sobre algunas de sus actividades de narcotráfico descubiertas a fines de la década pasada. "Nosotros comenzamos a notar algo raro a principios del 84, por un exceso de consignaciones en efectivo en la cuenta del FIB en el Cafetero Panamá y por eso el gerente Tisnés ordenó que éstas se limitaran a 50 mil dólares al día y 200 mil a la semana", anotó Arango a SEMANA. "Pero sólo en marzo del 85, cuando fueron congelados los dineros en Nueva York, comprendimos la dimensión de lo sucedido ", agregó.
En estos momentos, el caso contra los dineros del Cafetero en bancos de Nueva York se encuentra paralizado, debido a que algunas de las pruebas que se necesitan se encuentran bajo reserva en el caso penal que existe en otra Corte americana contra Rodríguez, y por el cual Estados Unidos ha pedido su extradición a España. El Cafetero ha logrado en los últimos meses que las autoridades americanas descongelen todos aquellos dineros cuya procedencia licita ha podido ser demostrada por sus abogados. Hoy siguen congelados más de 3 millones de dólares pero, independientemente de los resultados de este caso, lo cierto es que en Colombia falta aún aclarar por qué el Cafetero Panamá aceptó negociar con Rodríguez en agosto del 83. Incluso si se acepta que para funcionarios colombianos como los que manejaban entonces al Cafetero Panamá, Rodríguez podía seguir apareciendo entonces como un respetable banquero, no se entiende cómo el contrato con el FIB duró hasta 1984, año durante el cual las declaraciones del ministro de Justicia Rodrigo Lara y otras informaciones internacionales dejaron bien en claro lo que significaba el Rodríguez "modelo 84".

EL PRONTUARIO DE RODRIGUEZ
La fortuna de Gilberto Rodríguez Orejuela es tan grande como su prontuario. Desde muy joven se vio envuelto en lios con la justicia. A los 28 años, hizo parte de una banda de 7 individuos que secuestró a dos jóvenes suizos, Hermann Buff, secretario de la embajada de su país, y José Stressle, hijo del Cónsul de Suiza en Cali. Nacido en Mariquita, Tolima hace 45 años, Rodríguez ha utilizado a lo largo de su larga vida delictiva varios nombres, entre ellos Fernando Gutiérrez, Alberto Matarraz, Gilberío Rodríguez Carvajal, Roberto Rodríguez Orejuela, Alberto Ortiz Acuña y Gilberto González Linares.
El prontuario que manejan las autoridades norteamericanas y al que tuvo acceso SEMANA, comienza en 1976, cuando agentes de la DEA confiscan 290 kilos de pasta de coca que salía del Perú hacia Colombia y que, según un informante, hacía parte de una operación financiada por Rodríguez.
En septiembre de 1978 se descubre una red de distribución de cocaina en Queens, tras el allanamiento de varios apartamentos .
Según las declaraciones de algunos informantes, la red era controlada por Rodríguez. En uno de los allanamientos las autoridades encuentran las llaves de una bodega en Baltimore, Maryland, donde hallan días después gran cantidad de tablas de madera huecas, que según la investigación servían para esconder la droga. La bodega al parecer, era de propiedad de Rodríguez. En 1980, las autoridades decomisan 11 kilos de coca y 641 mil dólares en Nueva York. Uno de los detenidos afirma que todo hace parte de una red manejada por Rodríguez. Cuando éste va a ser detenido horas después en un hotel de esa ciudad, los agentes descubren que acaba de escapar gracias a una llamada telefónica que lo alerta.
En ese mismo año, un pasaporte argentino con la foto de Rodríguez y a nombre de Alberto Matarraz es hallado en un allanamiento en La Florida. A mediados de 1981, un Tribunal Federal ordena la confiscación de una hacienda de 622 acres (248 hectáreas) en Alabama, comprada por Rodríguez y su socio José Santacruz con dinero de narcotráfico. Según declaraciones de la agencia de finca raíz que se las había vendido, los dos capos habían exigido a la hora de buscar la hacienda que ésta tuviera una pista de aterrizaje o, al menos espacio,suficiente para construirla.
En 1982, agentes encubiertos negocian con Rodríguez personalmente y por teléfono, pero él logra escapárseles. Al año siguiente, las autoridades decomisan 1.600 libras de coca en La Florida en un cargamento de fungicidas proveniente de Colombia. La confiscación es hecha a hombres que pertenecen a la red de Rodríguez.
Finalmente, en noviembre del 84 la Policía española lo detiene y le decomisa: 90 mil dólares en efectivo, un CDT por un millón de dólares, un legajo conteniendo información sobre la distribución de 4 mil 73 kilos de coca en el 83 y varios centenares en el 84, los papeles oficiales del decomiso del rancho de Alabama, un pasaporte venezolano con foto de Rodríguez y a nombre de Gilberto González, y la copia oficial de la solicitud de extradición de Fernando Carmona de Colombia a Estados Unidos.