LA CURA MILAGROSA
Miles de colombianos están acudiendo a la sanación para curar enfermedades que la medicina tradicional no ha podido tratar.
Hace 12 años Angela María Molina comenzó a sentirse, de un momento a otro y de manera inexplicable, muy cansada. Se fatigaba tanto que casi ni podía subir las escaleras de la Universidad de la Salle, donde estudiaba cuarto semestre de optometría. Preocupada, consultó al médico. Su caso era extraño. Las pruebas genéti-cas y neurológicas que le practicaron no revelaron ninguna anomalía. Visitó a otros médicos especialistas de diversos hospitales. Ninguno pudo decirle qué era lo que tenía aunque alguno aventuró que podría tratarse de un virus. Por fin un médico del hospital San Juan de Dios le encontró una concentración anormal de una enzima en la sangre, le dijo que esa era la causa de la distrofia muscular que padecía y ordenó su hospitalización inmediata. "El doctor dijo que mi caso era grave y poco tratable porque la medicina no había adelantado mucho en el tratamiento de enfermedades musculares", recuerda Angela.
Este diagnóstico no la convenció y por eso pidió una segunda opinión en el Hospital Militar. Un día la citaron a una junta médica. Un grupo, conformado por unos 10 especialistas, la esperaba. En pocas palabras le dijeron que no sabían con exactitud cuál era la enfermedad que la afectaba y le recomendaron que se pusiera en manos de Teletón porque la distrofia que tenía la postraría en una silla de ruedas y terminaría sus días igual que el científico Stephen Hawking, el célebre autor del libro Historia del tiempo. Después de escuchar esto Angela se paró, tiró la carpeta con su historial médico sobre la mesa y salió atacada llorando. Nunca más volvió a visitar a un médico.
Sólo a finales del año pasado, cuando el sanador filipino Alex Orbito visitó Colombia, la esperanza renació para Angela María. El filipino le aplicó un procedimiento sencillo que duró apenas unos minutos y le advirtió que el proceso completo de sanación duraría 21 días. (ver recuadro). Al principio Angela María no sintió mejoría alguna. Lo mismo le sucedió a su hermana, víctima de un cáncer en el útero que ya había hecho metástasis, quien también había acudido al sanador. Sin embargo, al cabo de un mes, todo cambió. Su hermana fue al ginecólogo a que le hicieran un examen de rutina. Y cuál no sería su sorpresa cuando el médico, al observar el examen, descubrió que la mayor parte del tumor había desaparecido y sólo quedaban algunos residuos en el cuello del útero. Para remover estos residuos el médico decidió operarla.
Al intervenirla quirúrgicamente el doctor encontró que misteriosamente las zonas donde se había alojado el cáncer ahora aparecían cicatrizadas.
A partir de ese momento Angela María dejó el escepticismo frente al poder curatorio del filipino."Mi fe empezó cuando vi lo que le estaba sucediendo a mi hermana", asegura. Por eso decidió volver a visitar a Orbito en febrero de este año, cuando el filipino regresó. Hoy Angela María camina, está casada, tiene dos hijos, trabaja y siente que sobre los huesos de sus piernas vuelve a aparecer la masa muscular que había perdido. Su hermana, una prima que había acudido al filipino por problemas de cálculos renales y una tía que fue por un coágulo en el corazón también están curadas. "Me fui por el lado de la sanación porque los médicos prácticamente me habían desahuciado y si hubiera seguido con ellos tal vez ya estaría muerta", dice la optómetra.
Cada día más personas como ella dan testimonios de curaciones inexplicables producto de la sanación espiritual, un fenómeno que cobra fuerza en Colombia y para el que muchas personas no encuentran explicación lógica ni racional. ¿Qué es la sanación? ¿Un milagro divino, una prueba del poder de la fe y la oración, un engaño o una nueva manera de entender y abordar la medicina?
Revolución en la salud
Las terapias alternativas están en alza en todo el mundo. En Estados Unidos, por citar sólo un caso, se calcula que más de 60 millones de personas acudieron a ellas a comienzos de la presente década. Su auge influyó para que en 1992 se creara la Oficina para el Estudio de las Medicinas Alternativas, adscrita al Instituto Nacional de la Salud de dicho país, y para que algunas instituciones de medicina prepagada las incluyeran en los planes que ofrecen a sus clientes.
Por otra parte, el toque terapéutico por imposición de las manos, una de las técnicas de sanación más usuales, se enseña en por lo menos 80 universidades norteamericanas y es una práctica utilizada a diario por las enfermeras del New York Medical Center, uno de los centros médicos más conocidos de esa ciudad. Estas enfermeras la usan para quitar el dolor, reducir la hipertensión y la ansiedad y curar heridas. Al otro lado del mundo, en Polonia, el sanador Mietek Wirkus logró curar con el mismo tipo de técnicas desde migrañas hasta úlceras gástricas. Y en los territorios de la antigua Rusia la figura de la vedma, curandera tradicional, experimenta un inesperado resurgimiento.
A finales del año pasado la revista Life presentó este fenómeno y lo calificó como la nueva revolución de la salud. Ya el siglo XX había vivido una, resultado de la desaparición del médico de familia y la aparición de la medicina tecnológica y la intervención en casos de emergencia.
En Colombia no hay estudios que permitan determinar con exactitud cuántas personas han acudido o acuden a terapias alternativas ni cuántos médicos o personas las practican. Sin embargo su uso parece ser más frecuente de lo que se piensa. La prueba de esto es que sólo en los últimos cinco años más de 2.000 personas han sido atendidas con la terapia de sanación en Siu-Tutuava, un centro médico bogotano, pionero y especializado en medicina alternativa. El asunto en el país pinta tan bien que dos sanadores orientales quieren establecer aquí, antes de tres años, sus escuelas de sanación. Pero, ¿qué tienen que ver las terapias alternativas con la sanación?
En diciembre del año pasado la revista Pediatrics in Review publicó un artículo de la doctora Kathi Kemper sobre la inutilidad de persistir en la oposición entre medicina ortodoxa y medicina alternativa, y presentó los cuatro grandes grupos en los que los expertos dividen las terapias. Según la médica, hoy en día existen terapias bioquímicas (las que utilizan medicamentos, hierbas medicinales o suplementos nutricionales), terapias de hábitos de vida (basadas en la nutrición, el ejercicio, la regulación mente-cuerpo o las asesorías sicológicas), terapias biomecánicas (comprenden masajes, manipulación de la columna y cirugías) y terapias bioenergéticas (como la acupuntura, la imposición de manos, la oración, la homeopatía, las esencias florales y la sanación).
De las cuatro terapias mencionadas las bioenergéticas son las más llamativas y sorprendentes para los investigadores y la gente del común. Tal vez porque, como lo manifiesta la doctora Kemper, "no se basan en las leyes científicas conocidas que rigen la vida cotidiana, pero han demostrado eficacia en estudios realizados en diversas circunstancias". Aunque para muchos las terapias bioenergéticas pueden resultar una novedad, lo cierto es que son más antiguas y difundidas de lo que se cree y ahora simplemente fueron redescubiertas. La sanación, por ejemplo, es una práctica tradicional en más de 100 culturas y, según el médico Santiago Rojas, la Organización Mundial de la Salud _OMS_ tiene estadísticas que demuestran que en el mundo por cada médico ortodoxo existen 20 sanadores.
Energías que curan
Para comprender lo que es la sanación hay que conocer primero lo que piensan y creen los sanadores. Una de las ideas fundamentales de su pensamiento es que todo cuanto existe en el universo está constituido por energía. En el libro El arte de curar el médico Jorge Carvajal, pionero de la bioenergética y la sanación en Colombia, dice al respecto: "En la selva aprendí que la energía es todo cuanto existe; que hay formas de energía tan sutiles que no podemos hablar propiamente de energía en la acepción física de la palabra".
Esta energía es considerada por los sanadores como el constituyente básico de la vida. Pese a su universalidad tiene tantas denominaciones como culturas hay. Alrededor del mundo existe un centenar de términos diferentes para nombrarla. En la India se le conoce como prana, en la China como Ch'i y en la cábala judía como luz astral. A quienes practican la sanación no les importa tanto el nombre que se le da a esta fuerza vital como saber que, en palabras de Carvajal, "los seres humanos podemos canalizar esa energía primordial con un propósito sanador. Es lo que por muchas generaciones han realizado magnetizadores, curanderos, sobanderos y sanadores. Las manos de un sanador entrenado pueden inducir a distancia potenciales eléctricos medibles sobre la piel". Quienes sanan sostienen, además, que en las personas esta fuerza forma un campo energético, invisible para la mayoría, conocido como aura.
Del aura se ha hablado, o mejor, especulado mucho en la década de los 90 en Colombia por cuenta de que es uno de los términos favoritos de los seguidores de la denominada Nueva Era. Sin embargo muy pocos podrían explicar qué es de una manera precisa. En parte porque no existe una definición única. "Estamos en un momento de ajuste de instrumentos para captar esas entidades energéticas. Puede pasar una generación antes de que nos pongamos de acuerdo sobre las denominaciones de esta energía sutil", dice Julio Gutiérrez Sanín, optómetra y sanador pránico.
No obstante, en términos sencillos podría decirse, siempre de acuerdo con las concepciones de los sanadores, que el aura es un campo energético ovalado que envuelve al cuerpo humano. Consta de siete capas que difieren en su forma, color, brillantez, densidad, fluidez y función. Estas capas son atravesadas por un flujo vertical de energía que sube y baja constantemente. El campo presenta, además, unos torbellinos horizontales en forma de cono que reciben el nombre de chakras. Esta es la descripción más simple que puede hacerse del aura.
Conociendo todos estos elementos es más fácil entender la labor de los sanadores. Aunque existen tantas técnicas como personas que sanan, en el fondo su trabajo es el mismo. Lo que los sanadores hacen es, según el médico bioenergético Santiago Rojas, "armonizar nuestra energía para poder emitir al aura del enfermo ondas o campos que armonicen y activen su poder curativo". Las probabilidades de curación aumentan cuando la sanación se realiza en equipo. Los sanadores insisten en que ellos no son más que intermediarios de un ser supremo. Quién es ese ser supremo depende de las creencias de la persona y del paciente. Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, pionero de la sanación en Colombia, ya fallecido, dijo sobre este punto: "Dios sana a través de nosotros. Si tenemos muy poco amor de Dios tendremos muy poco poder".
Al mismo tiempo que reequilibrar el campo energético humano la sanación busca cambiar la forma de vida de los enfermos (los médicos dicen que más del 70 por ciento de las enfermedades crónicas dependen de hábitos inadecuados) y tratar los traumas que desencadenan muchas de sus enfermedades. Por eso se dice que esta terapia actúa en forma simultánea en el cuerpo físico, la mente y las emociones. En ello radica una de sus ventajas: trata a la persona como un ser humano integral y siempre de manera positiva. Esto permite que con la sanación se curen desde conjuntivitis hasta casos de violación sexual o autismo, pasando por cánceres y enfermedades inmunológicas.
Medicina del futuro
Frente al auge de terapias alternativas, como la sanación espiritual, los médicos han reaccionado de diferentes maneras. La mayoría se muestran cada vez más abiertos a este fenómeno. "Con los milagros y la sanación hay que ser escéptico pero no negativo. El funcionamiento de la mente y la influencia que tiene sobre el cuerpo no se conocen bien. Sabemos que la mente puede enfermar al cuerpo pero desconocemos si tiene la fuerza suficiente para sanar partes u órganos específicos del cuerpo", dice el neurocirujano Juan Mendoza-Vega, miembro de la Academia Nacional de Medicina y director de la revista Tribuna Médica.
El siquiatra George Freeman Solomon creó incluso una rama nueva, la siconeuroinmunología, con la cual espera ofrecer una explicación sobre la manera como actúa la medicina alternativa. La siconeuroinmunología se basa en el principio de que el cuerpo le habla a la mente y la mente al cuerpo. Estudia las interacciones entre el cerebro y el sistema inmunológico. "En especial los mecanismos biológicos a través de los cuales las emociones, las actitudes, la capacidad de asimilación y superación, las características de personalidad y otros factores sicológicos ejercen una acción en la aparición y la evolución de las enfermedades infecciosas, algunos tipos de cáncer y las enfermedades autoinmunes", dice Freeman.
Curiosamente las personas aquejadas por estos males crónicos y severos son las que más consultan y buscan ayuda de los sanadores. En cierta forma éstos saben que son el último reducto de esperanza de los enfermos. "Un verdadero terapeuta no mata la esperanza porque hay un lugar de la conciencia donde el milagro es posible", dice el médico y sanador Jorge Carvajal. Por ahora los médicos ortodoxos dudan que puedan explicar ciento por ciento la manera como operan los milagros. Se sienten satisfechos con haber descubierto, como sostiene la Mayo Clinic Health Letter, que las prácticas y creencias espirituales pueden fortalecer la medicina tradicional cuando se asocian a expectativas realistas.
Este descubrimiento puede contribuir con el tiempo a que los médicos cambien la manera de relacionarse con los pacientes. "Uno de los retos que nos plantea la sanación es que nos toca ejercer la medicina de una manera más humana. Hay que escuchar a nuestros pacientes, tenderles una mano, poner a su servicio nuestros conocimientos", dice Mendoza-Vega.
Alguna vez monseñor Uribe Jaramillo dijo: "Cuando tengamos equipos de sanación integrados por sacerdotes, religiosas, médicos y enfermeras habremos dado un paso importantísimo". Este paso ya se dio en Colombia. Los grupos interdisciplinarios de sanación que coordinan Santiago Rojas en Bogotá y Jorge Carvajal en Medellín lo confirman.
¿Qué sigue? El equipo de Rojas sabe que hay mucho de sugestión y de fe en las curaciones que se producen con la sanación pero sospechan que hay algo más en ellas que hasta ahora nadie conoce. Su objetivo es descubrir qué es ese algo más y dominarlo para poder aplicar la sanación con éxito a muchos más colombianos.
Para lograr lo que se han propuesto de una manera científica deben reunir primero las historias clínicas de 5.000 pacientes. Ya tienen la mitad y esperan conseguir en poco tiempo el resto. Hoy nadie sabe si van a encontrar lo que buscan pero es probable que en el siglo XXI sean calificados de pioneros por personas que, como la física Bárbara Ann Brennan, autora del libro Manos que curan, una especie de Biblia de todos los sanadores, creen que en el futuro se"diagnosticará y prescribirá la curación simultánea de todos los cuerpos energéticos y del cuerpo físico según lo necesite el paciente". Por rara que parezca la sanación en la actualidad nadie puede descartar que sea un componente importante de la medicina del mañana o quizás la propia medicina del mañana.
Sanación pránica
es una variedad de sanación con las manos conocida a partir de 1987. Fue desarrollada por el ingeniero químico Choa Kok Sui, un filipino de ascendencia china que estudió las técnicas de sanación en la India. Este personaje, conocido por sus seguidores como máster Choa, visitará Bogotá a mediados de este mes. Los sanadores pránicos sostienen que hay una energía vital, el prana, que puede ser dirigida por la voluntad de las personas y que las enfermedades son manifestaciones de falta de energía o de acumulación de energía sucia. De acuerdo con lo anterior, su labor consiste en energizar o limpiar el aura para equilibrar la salud de los pacientes, es decir, permitir que el prana fluya libremente entre el cosmos y el cuerpo físico.Aunque los libros sobre este tipo de sanación se consiguen desde hace tiempo en el país, sólo a partir de 1996 vinieron maestros profesionales a dictar cursos de algunos de los nueve niveles de que consta. Aquí estuvieron Marta Méndez, una sanadora colombiana que vive desde hace siete años en la India, y Del Pe, un experto en artes marciales, discípulo de máster Choa, quien lo designó como maestro de esta técnica terapéutica para América Latina. Hoy más de 700 personas conocen y aplican la sanación pránica en diferentes ciudades de Colombia. Esta práctica gana adeptos con facilidad porque puede ser aprendida por cualquier persona y utilizada para hacer unos primeros auxilios o tratar una enfermedad delicada.
Sanación tibetana
A mediados de este siglo el maestro tibetano Kwal Dhul enseñó sus antiquísimas técnicas de sanación a una enfermera norteamericana. Este conocimiento llegó a Colombia de la mano del médico Jorge Carvajal, quien lo difundió entre un grupo de colegas y terapeutas. Según Carvajal, "cuando el terapeuta utiliza la totalidad de su instrumento de una manera creativa y su alma fluye a través de sus manos en la magnetización, a través de todo su campo de energía en la irradiación, a través de imágenes y palabras, de sentimientos y pensamientos, la sanación es posible".Gracias a estas enseñanzas hoy existen equipos de este tipo de sanación en Cali, Medellín y Bogotá, los cuales son iguales a los que funcionan en Estados Unidos, Inglaterra, España, Argentina y Venezuela. El grupo de Bogotá es coordinado por el médico bioenergético Santiago Rojas y para muchos es el más famoso del país. Rojas se reúne todos los jueves, día dedicado al servicio según la tradición, con médicos de diferentes especialidades, sicólogos, enfermeras, terapeutas físicas y religiosos para hacerle sanación a un centenar de pacientes. Cada sesión dura entre cinco y 10 minutos.Los sanadores de este grupo (en total son más de 30) deben tener conocimientos médicos y de las leyes de la sanación, meditar y, en general, llevar una vida sana. Elsa Lucía Arango, una de las médicas de este equipo, dice que con la sanación ha visto personas que recuperan la audición hasta en un 80 por ciento o casos de autismo que experimentan mejorías notorias; la gran mayoría reporta paz interior, mejor capacidad para mejorar sus conflictos interpersonales, disminución de la ansiedad y sensación de bienestar general.
Sanador espiritual
Alex Orbito es un filipino de 57 años que practica la sanación desde cuando tenía 13. Es hijo de sanadores, habla tagalo e inglés y en Manila tiene una escuela de sanación para enseñar su técnica. Orbito, a quien sus seguidores llaman 'reverendo', vino por primera vez a Colombia en 1995, invitado por un sanador pránico español que atendía a varios colombianos en sus consultorios de España y Estados Unidos. Desde entonces hasta su última visita, en febrero de este año, Orbito ha atendido a unas 1.000 personas, incluidas 64 con cáncer y 15 con sida. Es probable que vuelva en 1998.El procedimiento de atención siempre es el mismo, sostiene Angela María Molina, quien ha tenido dos encuentros con el filipino. El paciente llega hasta un lugar grande, en el cual se encuentran muchas personas que esperan ser sanadas. Para llegar hasta ese lugar se paga una cierta cantidad de dinero, que varía de acuerdo con la capacidad económica de cada cual. Es necesario dejar de comer carne, fumar, tomar bebidas alcohólicas y tener relaciones sexuales por un tiempo. La mayoría permanece sentada en el suelo escuchando música y orando. Luego los pasan descalzos, de 10 en 10, a un corredor y les dan un cartoncito para que escriban dos enfermedades que quieren sean tratadas por Orbito. No pueden anotar ni una más porque, les advierten, pueden descompensarse energéticamente.Después dos pacientes pasan al lugar donde está el 'reverendo', su ayudante filipina y un médico colombiano que prefiere mantener su identidad en reserva. Los acuestan y, según el médico que ha sido testigo de lo que sucede, Orbito les introduce la mano en el cuerpo (sin anestesia ni instrumentos ni nada) y les saca una especie de coágulos sangrientos que bota en un balde. La gente lo único que siente cuando la abren es un poco de ardor en la piel y después de la operación sólo les queda una especie de rasguño sobre la misma. Los coágulos, según el médico, desaparecen. Orbito explica lo que pasa, según Angela María, de la siguiente manera :"La sanación la hace Dios, él es quien lleva el cuerpo físico a un estado de supraconciencia que lo vuelve gelatinoso y así él sanador puede intervenirlo sin problema". Este procedimiento se hace en cuestión de minutos. Antes de que se vayan, a los pacientes se les advierte que el proceso de sanación se completará a los 21 días, tiempo en el cual deben seguir con el mismo régimen vegetariano, abstemio y casto que les han recomendado llevar hasta ahora. El médico que acompaña a Orbito dice que "hay casos en los que no se cura la enfermedad en el cuerpo físico, pero si se logra despertar la conciencia puede comenzar el proceso de sanación".