La migraña ‘sexual’
Cuando la insatisfacción sexual se sube a la cabeza pueden aparecer las dolorosas migrañas.
Si usted es una víctima de la migraña y ha hecho todo lo posible y lo imposible para curarse y para prevenir su aparición —nunca toma vino tinto, considera que los chocolatines son un veneno, duerme lo mejor que puede, evita comer a deshoras y ya está en terapia contra el estrés— vale la pena que explore otra causa para esta enfermedad que afecta al 15 por ciento de la humanidad. ¿Alguna vez se ha puesto a pensar que tal vez la migraña no es una enfermedad sino el síntoma de un problema de insatisfacción sexual?
Los médicos alemanes Thorwald Dethlefsen y Rudiger Dahlke sostienen que la migraña se produce cuando los problemas de insatisfacción sexual se suben, literalmente, a la cabeza. Relaciones anorgásmicas, represiones sufridas desde la infancia y el mismo temor de afrontar esta parte de la condición humana pueden ser los culpables de ese terrible dolor de cabeza, que lleva a los pacientes a querer estar acostados sobre una cama en un cuarto oscuro, pero solos.
En su libro La enfermedad como camino Dethlefsen y Dahlke afirman que quien “sufre de jaqueca traslada un tema corporal a la cabeza para vivirlo en ella. Este tema es la sexualidad. La jaqueca siempre es sexualidad desplazada a la cabeza”. La teoría no es nueva. En los años 30 el sicólogo E. Gutheil se refería al caso de un paciente que tenía episodios frecuentes de jaquecas que sólo cedían luego de que experimentara un orgasmo sexual. Dethlefsen y Dahlke van más lejos: “Entre los síntomas secundarios de la jaqueca figuran en primer lugar los trastornos digestivos y el estreñimiento: uno se cierra por abajo… no quiere saber nada del contenido desconocido y se retira hacia las alturas del pensamiento hasta que estalla la cabeza”.
Para el sicólogo caleño Rómulo Jaramillo los planteamientos de Dethlefsen y Dahlke son ciertos. Lo ha comprobado en varios casos que han llegado a su consulta. “Por el sistema de vida que llevamos en un mundo tan racional y tan complejo, con infinidad de represiones, sobre todo para las mujeres, la parte racional tiene que hacer un gran esfuerzo para inhibir las energías que el organismo de manera natural presenta para su actividad sexual. Ocurre que en este control racional de la energía, muchas veces represivo, presenta dos polos opuestos: la vivencia sexual es contraria a la racionalización. La sexualidad se experimenta. Cuando intervienen procesos de la razón tan severos el dolor de cabeza es un mecanismo de protección que hace que la persona intente olvidar o se aísle de su sexualidad”.
El dolor de cabeza entonces opera como un mecanismo de respuesta. No es del todo gratuito que muchas personas, especialmente las mujeres, utilicen el consabido pretexto de “me duele la cabeza” para evitar el contacto sexual con su pareja. El hecho es que cuando esto opera como un buen mecanismo se produce y se repite en el paciente.
“En estos casos yo considero que la autoestimulación es una buena terapia contra la jaqueca, afirma Jaramillo, y añade: Es sano pues el placer sexual libera endorfina, aumenta los mecanismos de defensa y produce neurotransmisores que contribuyen al equilibrio energético del organismo”. Además en el momento de la estimulación sexual y el orgasmo se da una liberación de energía que ha sido acumulada de manera innecesaria.
Según la sexóloga Martha Lucía Palacio la migraña se produce sólo en aquellas personas que tienen una predisposición genética a sufrirlas. “Cada persona tiene una condición especial para traducir en síntomas un problema determinado y llevarlo a un área del cuerpo. Hay pacientes que tienden a llevar sus problemas sexuales a la cabeza, pero hay quienes reúnen toda la tensión que no logran liberar mediante el orgasmo y la traducen en un dolor recurrente en la parte de atrás de la cintura”.
El tema de la jaqueca y los problemas sexuales no son sólo de la competencia femenina. En el caso de los hombres se observa que aquellos que “en el acto sexual, cuanto más hacen trabajar la cabeza más fácil es que les falte potencia en el bajo vientre”, según se lee en La enfermedad como camino. Para Rómulo Jaramillo la explicación es igualmente sencilla: “Ante la responsabilidad sexual que el hombre se atribuye para sí solo es posible que busque en la jaqueca un mecanismo para evitarla”.