“Mis padres pagaron alrededor de 7.000 euros por mí”
José Montoya fue adoptado ilegalmente y hoy busca a su familia biológica. Una difícil labor porque falsificaron sus documentos de adopción y solo tiene versiones encontradas sobre su verdadero origen.
“Si algún familiar me reconoce, quiero decir que estoy buscándolos, tengo curiosidad de saber quiénes son, cómo se ven, cómo se comportan, qué sienten, y qué piensan. Quiero conectarme con mi pasado”, ese es el mensaje que repite día a día José Luis Montoya, un colombiano adoptado por holandeses, quien lleva años esperando a que algún día se cumpla su sueño de conocer a su familia biológica.
A José lo adoptaron en la Casita de Belén de Cali, un hogar administrado por el ICBF, a los tres años y medio. Aún pequeño, él comenzó a hacer preguntas acerca de su origen y no tardó mucho en notar que no encajaba en el país europeo. “En mi caso era fácil saber que era adoptado porque mis padres y hermana eran blancos, entonces era difícil que me lo escondieran. Yo vivía en un pueblo y era la única persona negra, entonces todo el mundo lo sabía, incluyéndome a mí”, contó.
Su infancia no fue fácil. Por una parte sentía que captaba la mirada de todos por el color de su piel. “Cuando era joven, siempre sentía que tenía que encajar, que tenía que olvidar mi pasado. Aunque hice lo mejor que pude, sentía que ser de color dentro de una sociedad blanca era difícil”.
Por otra parte la relación con sus padres tampoco fue óptima. José afirma convivir con ellos era difícil porque ellos tenían problemas domésticos antes de su llegada, y su presencia no los atenúo. Su padre no permanecía en el hogar y él pasaba la mayor parte de su tiempo con su madre o solo.
Comienzo de la búsqueda
“Cuando muchos de mis familiares holandeses murieron, sentí que había perdido a mi familia otra vez. Pero después me di cuenta que mi primera familia existía; solo no sabía dónde estaba”. Esa idea motivó a José Luis para iniciar con la indagación de su pasado. Tenía cerca de 25 años.
Su búsqueda no es un capricho por conocer a su familia biológica, también por recuperar su identidad. Hechos que la mayoría de personas tienen claro, como la fecha de nacimiento, para José son un absoluto misterio. Él dice que tiene 41 años, que nación en 1980, pero no tiene certeza.
Empezó la búsqueda si el apoyó de su padre adoptivo. Viajó en varias ocasiones a Colombia, se sumergió en las redes sociales y visitó instituciones estatales, organizaciones, fundaciones, y nada. No encontró rastro alguno de su madre biológica.
Se vio inmerso en un camino con muchos obstáculos: “Ha sido difícil porque con toda la energía que le metí a mi búsqueda, empecé a darme cuenta de que todos los hechos eran falsos o inventados, entonces fue difícil averiguar que mucha de la información era mentira”, aseguró.
Discordancias en su adopción
José hace parte de una generación de adoptados que se han dado cuenta que ese proceso ha sido ilegal, irregular o del que se cuenta con poca información. “Nos hemos dado cuenta que nos tratan de esconder los hechos, entonces hay muchas mentiras en los papeles”, agregó.
En un principio pensó que su historia era única, pero poco a poco encontró que habían muchas personas como él a las que les habían sucedido cosas similares. “Me habían dicho que un policía me había encontrado y me había llevado al orfanato, pero cuando hablé con otra gente me dijeron que eso era un cuento de hadas, que mucha gente cuenta la misma historia”, comentó. También hay variantes de las historia, le comentaron que sus documentos habían sido borrados, que se habían perdido en una inundación o en un incendio.
“Las pistas que tengo es información que inventaron para que me pudieran adoptar. Tenían que inventarse mi nombre y mi cumpleaños. No hay documentos o indicaciones de mi pasado. Si quiero conseguir mis documentos pero el Gobierno holandés no cumple, y yo tenía contactos para conseguir los documentos en Colombia, pero no me los quieren mandar”, afirmó José Luis.
El negocio de adopción
Poco a poco se han dado indicios de corrupción en algunos procesos de adopción colombianos por parte de holandeses. Y muchas de las víctimas sienten que los usaron en un lucrativo negocio y que sus casos quedarán en la impunidad. “No sé si fui robado, y nunca lo sabré. Lo que sí sé es que en toda la situación, mucha gente ganó plata con actividades ilegales”, dijo José.
A él le cuesta creer que un proceso de adopción no tenga ningún soporte registrado. “Si una madre da a luz a un bebé y por alguna razón decide no criarlo, y lo trae a un orfanato siempre tiene que firmar algo, tiene que haber algo escrito en papel con fechas, un nombre, o una región”. Pero en su caso no existe nada, solo un papel que data cuando él tenía 3 años y medio.
“Creo que mis padres pagaron alrededor de 7.000 euros por mí. La plata fue compartida entre abogados y organizaciones, y un poco para el orfanato”, supone José.
“Nunca entendí por qué quisieron adoptar niños del otro lado del mundo. Sé que hay niños acá en Holanda que no tienen padres y pienso que también los necesitan. No creo que es necesario coger un niño negro y traerlo aquí”, afirmó.
Pese a todo, él mantiene la esperanza de encontrar a su familia y se siente orgulloso de sus orígenes, así todavía no los conozca por completo. “Quiero agregar que estoy muy orgulloso de ser colombiano. Estoy muy orgulloso de todos los niños adoptados que han crecido y han hecho algo con sus vidas, porque hay muchos con problemas mentales que están en la cárcel a causa de eso. Creo que todos hacen lo que pueden con sus circunstancias”, mencionó José, quien buscará el método para no perder la esperanza de encontrar sus raíces.