¿AL FIN QUIEN LO MATO?
En torno al asesinato de Kennedy se han tejido numerosas historias. 20 años después, SEMANA recoge las 3 más serias hipótesis sobre los verdaderos responsables del crimen
El asesinato del Presidente Kennedy, veinte años después sigue siendo una obsesión nacional en los Estados Unidos. En tanto que nunca fue debidamente explicado, tal hecho produjo, desde el mismo viernes 22 de noviembre de 1963, hasta nuestros días, toda suerte de especulaciones en ese país y en el mundo, alimentadas por los que creían en la acción de un asesino solitario y demente (Oswald) o por los que no admiten otra teoría que la de una conspiración en la que desfilan, como involucrados, desde organismos secretos del mismo gobierno norteamericano, o figuras del crimen organizado y hasta agentes de China, la URSS o Cuba.
La pasión popular por aferrarse a una versión "verdadera" del hecho mismo, sus motivaciones y autores intelectuales, ha eclipsado incluso los intentos por hacer el balance de la corta obra de gobierno del desafortunado mandatario. Hasta el análisis de las virtudes y defectos del personaje John Fitzgerald Kennedy, ha sido sepultado por la ola de beatificación de su memoria. "Queriendo explicar su pérdida -escribe el historiador Christopher Lasch- los liberales glorificaron a Kennedy retrospectivamente como un moderno Rey Arturo forjado por las pasiones y resentimientos de los inferiores mortales".
Siempre tan atrayente por su abigarrada densidad de misterio, el mito Kennedy es tributario de numerosas hipótesis. SEMANA examina tres de las más sobresalientes y serias: la de la Comisión Warren, la del investigador Mark Lane y la de la Comisión Selecta sobre Asesinatos de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.
LA COMISION WARREN
Sin duda alguna, fueron las sensacionalistas historias periodísticas de un primer momento las que llevaron al Presidente Lyndon Johnson a pedirle el 29 de noviembre de 1963 a su amigo Earl Warren, a la sazón el número uno de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, presidir una comisión encargada de dilucidar definitivamente el atentado contra Kennedy.
El tenso ambiente psicológico en que se dio origen a dicha comisión, fue reflejado por las palabras que el Presidente Johnson dijera a Warren al encomendarle esa investigación: "A menos que las dudas sean disipadas, los Estados Unidos podrían verse obligados a entrar en una guerra nuclear". Ante tal mandato, Warren y los demás comisionados emprendieron su labor con una obsesión en mente: cómo atrapar los numerosos rumores e impedir su posterior difusión. Así las cosas, el cuerpo investigador, creado a la semana del asesinato del Presidente, quedó integrado por cuatro congresistas -entre ellos el entonces representante a la Cámara Gerald Ford- un ex jefe de la CIA,un antiguo presidente del Banco Mundial, y Earl Warren.
La comisión empezó su trabajo el 9 de diciembre, mediante el recibo de cinco volúmenes que contenían el informe del FBI y las pruebas recogidas hasta la fecha. Casi dos meses más tarde,el 3 de febrero de 1964,el cuerpo investigador empezó sus audiencias y durante siete meses examinó miles de documentos y escuchó el testimonio de 552 personas. Tan arduo trabajo culminó el 24 de septiembre de 1964,día en que la comisión entregó al Presidente sus conclusiones,lo que desde entonces se conoce como el "Informe Warren".El informe en cuestión,un texto de 888 páginas, corroboraba las opiniones iniciales del FBI en dos aspectos vitales:que Lee Harvey Oswald había sido el único causante material e intelectual del asesinato de John Kennedy y que Jack Ruby,el asesino de Oswald,había sido un vengador solitario. Tales conclusiones,al principio,disiparon las sospechas de la opinión pública,inclinada desde el primer momento a creer las hipótesis de que el asesinato del Presidente había sido producto de un complot. Diarios como "New York Times",que publicó en forma exclusiva el informe,alabaron el servicio "incalculable" prestado por el juez Warren y sus compañeros.
Sin embargo, algunos sectores se reservaron el beneficio de la duda. Tres años después, dos revistas, la norteamericana "Life" y la londinense "Times", junto con personalidades políticas norteamericanas y la Academia Norteamericana de Ciencias Forenses,pidieron que se abriera de nuevo la investigación.
En esos dias, un abogado llamado Mark Lane publicó un libro. "Rush to Judgement", que se convirtió en un best seller internacional. La obra contenía el resultado de las investigaciones personales de Lane y había sido revisada por académicos de la talla de Arnold Toynbee y Bertrand Russell.En ella, el autor descalificaba uno por uno de los puntos señalados en el Informe Warren,destacando una serie de omisiones de marca mayor que invalidaban ese análisis.
La polémica que desatara lo escrito por Lane fue revivida después de que, con ocasión del escándalo Watergate, se conociera información escondida hasta entonces por la CIA lo que llevó al Senado norteamericano a reabrir el proceso en 1976.
Fue así como el Congreso norteamericano pidió a la Comisión Selecta sobre Asesinatos de la Cámara de Representantes volver a examinar el caso. Tras dos años de trabajos, la Comisión Selecta, después de practicar nuevas pruebas y reexaminar otras subvaloradas por la Comisión Warren, llegó a una conclusión que cuestionaría los cimientos mismos de la hipótesis Warren: los disparos contra el Presidente habían sido hechos por, al menos, dos personas y el autor intelectual había sido el crimen organizado o mafia, sector que según la comisión había tenido "los medios, el motivo y la oportunidad" para perpetrar el magnicidio. (Ver recuadro).
¿HUBO DOS ASESINOS?
Por su parte, "Rush to Judgement" había negado de plano desde 1966 la tesis oficial de que Oswald había actuado solo. Para sustentar su planteamiento, Mark Lane tuvo que bregar inicialmente con el origen de los disparos que, según el Informe Warren,habían venido del depósito de libros situados a espaldas del carro presidencial. Contrastando con lo afirmado por el gobierno, Lane encontró una serie de testigos que habían creído desde el primer momento que al menos una de las detonaciones había provenido de una cerca de madera que se encontraba frente a la caravana presidencial. Varias personas cercanas al sitio,incluyendo dos policías, manifestaron haber visto antes y después del atentado a un par de hombres con identificación del servicio secreto pero vestidos de manera poco usual. Tiempo después, al revisarse la lista y posición de los agentes asignados se encontró que ninguno había dejado el convoy de automóviles.
La teoría de Lane acerca de la existencia de un "segundo hombre" no era del todo descabellada. De hecho fue respaldada años más tarde por la Comisión Selecta del Congreso, cuando ésta halló una grabación que pudo establecer -tras severos análisis de acústica- que habían sido cuatro los disparos emitidos durante los sucesos de Dallas.
¿Cuál fue el origen de esa grabación?
Una extraña casualidad hizo que una motocicleta policial, estacionada a pocos pasos del carro presidencial y que había dejado abierto su micrófono, pudiera registrar el sonido de los disparos sobre Kennedy. Tras seis meses de análisis de dichos sonidos, el resultado era sorprendente: cuatro habían sido los disparos; entre los dos primeros solo hubo un lapso de 1.65 segundos; los dos últimos estaban espaciados en 7.56 y 8.31 segundos respecto del primero; los dos primeros y el último habían partido del depósito de libros; el tercero había salido de otro lugar, posiblemente un montículo cubierto de césped y arbustos, ubicado justamente sobre el flanco derecho de la calle Elm, último tramo que recorrió la limosina presidencial antes del asesinato.
El dato del lapso entre tiro y tiro fue muy revelador. Según pruebas realizadas por el FBI y el Ejército, la diferencia mínima que podia existir entre los disparos del rifle Mannlicher-Carcano, empleado por Oswald, era de 2.25 segundos, por lo cual la Comisión Selecta dedujo que el segundo tiro al Presidente fue hecho por alguien diferente a Oswald.
Semejante descubrimiento, fechado el 11 de septiembre de 1978, vino también a fortalecer las críticas de Lane a las hipótesis del FBI sobre el proyectil que hirió al Presidente. Según el FBI y la Comisión Warren, una sola bala atravesó el cuello de Kennedy, y siguiendo su trayectoria hirió al gobernador John Connally, sentado delante del primer mandatario. Aparentemente y según el FBI, en su curso, dicha bala hizo siete heridas, dañó dos huesos y no obstante emergió casi intacta. Tal explicación no satisfizo a los expertos. Según el film de Abraham Zapruder (un camarógrafo expontáneo) los testigos de la autopsia del Presidente y el estado en que quedó la camisa de Kennedy, la bala entró realmente por la espalda del Presidente.
OSWALD NIEGA SER CULPABLE
Entre las revelaciones que Warren tampoco logró justificar se encontraba la de ubicar no uno, sino dos hombres en el esextto piso del deposito de libros. Sorprendentemente, varias películas y fotografías inéditas indican que tal apreciación era cierta, lo cual elevaría sustancialmente el número de cómplices. Pero la prueba que hubiera sido definitivamente para esclarecer el origen y la dirección de los disparos, lo autopsia del Presidente, contribuyó, por el contrario, a confundir a los investigadores:de los médicos encargados de hacer la disección, ninguno tenía experiencia forense y el diagnóstico mostró grandes errores tanto en la posición de las heridas como en determinar cuáles habían sido los orificios de entrada y cuáles los de salida de los proyectiles.
Enigmaticamente, cuando en 1976 la investigación comprobó la desaparición del cerebro del Presidente así como la pérdida de una serie de fotos tomadas al cadaver, elementos indispensables para hacer cualquier análisis. Un agente de la CIA fue culpado y despedido por el hecho.
El segundo gran interrogante que planteó Lane tiene que ver con la responsabilidad directa de Lee Harvey Oswald en los disparos tanto a la comitiva oficial como al policía Tippit.
En ambos casos hay testigos que niegan que Oswald fuera el asesino, no sólo por la descripcion física diferente, sino por el hecho de que le vieron almorzando tranquilamente minutos antes de la tragedia. Para juzgar a Oswald la comisión Warren se basó en el testimonio de Howard Brennan quien afirmó que había visto al acusado disparar el rifle. Sin embargo, en principio, Brennan no pudo reconocer a Oswald y sólo un mes después de los hechos llamó a la policía para decir que estaba seguro de su apreciación. En palabras del testigo, éste se había equivocado intencionalmente al identificar a Oswald porque temía "un atentado de los comunistas". Otro punto sorprendente fue la prueba del guantelete de parafina que se le hizo a Oswald para buscar residuos de pólvora. Esta dio resultados positivos en las manos del supuesto asesino, pero fue negativa en ambas mejillas, las que lógicamente, debían haber constituido un punto de apoyo al momento de disparar. Según Lane la respuesta estaba en el manejo de papeles impregnados de diferentes nitratos que Oswald tenía que hacer en el desarrollo de su trabajo y que respondían positivamente a la parafina.
En resumen, la culpa de Oswald no era tan clara como el Informe Warren supuso. Después de ser continuamente interrogado por la policía y la prensa, el acusado seguía sosteniendo su inocencia y llegó a afirmar que "me quieren a mí porque viví en Rusia dos años". Cuenta el detective que atendió a Oswald, tras ser herido mortalmente por Jack Ruby, que incluso cuando le repitió la pregunta sobre su culpabilidad, éste negó con la cabeza.
El siguiente y tal vez más desconocido capítulo a considerar corresponde a Ruby, definido por investigadores como un "viejo amigo de la policía de Dallas". Ruby, sin embargo, era copropietario de un club de strip tease y tenía relaciones con la mafia, además de estar involucrado en actividades anticastristas con los refugiados cubanos. En realidad, algunos autores sugieren que Ruby y Oswald se conocían debido a contactos mutuos en Chicago y que ambos estaban relacionados con los cabecillas de la mafia que la CIA había contactada (tal como fue revelado después de Watergate) para asesinar al dirigente cubano Fidel Castro.
Según la teoría de Robert Blakley y Richard Billings expresada en el libro "The Plot to kill the President", Kennedy era uno de los que se oponía a las iniciativas de esa agencia norteamericana y por lo tanto eso ameritaba su muerte. La idea parece tener cierto fundamento de acuerdo a varios interesados y llamó la atención del Congreso. No obstante, ha sido imposible de probar. Por lo menos diez de las personas consideradas claves en esa investigación fueron asesinadas en rápida sucesión entre 1975 y 1977, semanas antes de que fueran llamadas a declarar ante la comisión selecta.
En los tres años que siguieron a la tragedia, 18 testigos materiales del asesinato murieron: 6 fueron asesinados con armas de fuego, 3 perdieron la vida en accidentes automovilísticos, 2 se suicidaron, uno fue degollado, uno fue ultimado por un golpe de karate, 3 sufrieron ataques cardiacos y dos perecieron por causas naturales. Ante este cúmulo de hechos, las dudas sobre los verdaderos responsables del asesinato al Presidente Kennedy subsisten todavía
El extraño comportamiento de las agencias del gobierno que tuvieron a su cargo diferentes etapas de la investigación ha dado motivo para involucrar de alguna manera tanto a la CIA como al FBI. Empero, lo más seguro es que la verdad nunca llegará a conocerce. La destrucción de pruebas invaluables hace imposible por ahora que se sepa lo que pasó realmente; esto obliga, eventualmente, a que la historia acepte el juicio de la comisión Warren que culpó a Lee Harvey Oswald como el "único responsable de los disparos hechos a John Fitzgerald Kennedy el 22 de noviembre de 1963".
OSWALD: UNA FICHA
Al lado derecho de Elm Street, en Dallas, hay una pequeña elevación poblada de arbustos. El día en que ultimaron al Presidente Kennedy, un empleado de los ferrocarriles de Dallas de apellido Holland y seis compañeros de trabajo de él, se encontraban cerca de esa especie de loma, bautizada poco después como "the grassy knoll" (el montecito de cesped). De pronto, Holland y sus amigos escuchan un disparo y ven salir de entre los arbustos una pequeña columna de humo.
Días después estaban testimoniando ante la Comisión Warren que, al menos uno de los disparos contra el Presidente había salido de allí. La comisión desestimó ese testimonio; sin embargo, quince años más tarde, la grabación de la motocicleta policial (ver artículo central), analizada por la Comisión Selecta sobre Asesinatos de la Cámara de Representantes, confirma que el tercer disparo contra Kennedy se originó en el "grassy knoll".
Despejada para esa comisión la duda de si Oswald había o no actuado solo, quedaba por establecer los móviles del crimen contra el Presidente y sus autores intelectuales. Según dicha comisión y una investigación prolijamente documentada del escritor David E. Schiem, publicada en su libro "Contract on America: The Mafia Murders of John and Robert Kennedy", tres altos personajes del crimen organizado de la Costa Este norteamericana pudieron haber sido los instigadores del crimen: Carlos Marcello, Santos Trafficante, y Jimmy Hoffa.
¿Por qué la mafia?
Los Kennedy desde 1956 se habían granjeado el odio de esos sectores por el énfasis puesto por ellos en la represión del crimen. Si bien las primeras actividades de Robert Kennedy como miembro de una comisión senatorial que había descubierto la injerencia de los gánsters en el suministro de uniformes del ejército y el lavado de dinero mafioso a través del poderoso sindicato de los "teamsters" (camioneros) no habían preocupado seriamente a la mafia, cuando su hermano John subió a la presidencia del país cambiaron las cosas. Robert, se convirtió en el nuevo Fiscal General del país y desde ese momento la lista de este tipo de procesados creció de 40 a 2.300 y las batidas contra los establecimientos mafiosos se multiplicaron por todas partes, estrechándose el cerco contra los más altos miembros de la Cosa Nostra y otros grupos similares.
Pronto ellos se enteraron que tan fuerte impulso no provenía únicamente de la oficina del Fiscal General, sino de la propia oficina del jefe de la Casa Blanca. Fue cuando expresiones en el sentido de que la única forma de parar esa racha era asesinando a los Kennedy comenzaron a oírse en muchas partes, incluyendo algunas llamadas telefónicas, que el FBI tuvo el cuidado de grabar clandestinamente.
Entre los mafiosos que clamaban más insistentemente por la muerte de los dos estadistas, estaban Marcello, máximo padrino de la mafia en Nueva Orleans, con negocios en California, Las Vegas, Indiana. Santos Trafficante, era figura central en Tampa, Florida, y sus empresas se extendían hasta Singapur y Saigón. Ambos decían que por Kennedy habían perdido definitivamente sus negocios en Cuba. Marcello, quien había sido un "intocable" desde 1935, apenas un mes después de llegar John Kennedy a la presidencia, fue arrestado y deportado a Guatemala. Al regresar clandestinamente a los Estados Unidos, fue recibido por un proceso federal por ingreso ilegal, fraude y perjurio. Hoffa, uno de los blancos favoritos del Fiscal General, llegó incluso a discutir con alguien un plan de asesinato que terminó siendo en líneas generales bastante semejante al realizado poco después en Dallas: "utilizar un tirador solitario, equipado con un rifle de mira telescópica, un asesino sin ninguna conexión posible con el sindicato de Teamsters".
¿ Y que papel jugaba en esos planes Jack Ruby? No poco. El mismo día en que se supo que el Presidente visitaría a Dallas, las llamadas telefónicas de larga distancia de Ruby, se multiplicaron repitiéndose ello en octubre, cuando se confirmó el viaje de Kennedy. Tales llamadas tenían como destinatarios en su mayoría a gánsters vinculados con la mafia, varios de ellos asociados de Marcello y Trafficante.
Lo más interesante de todo es que Oswald estuvo vinculado indirectamente con todos ellos: un tío de él, Charles Murret, era miembro del clan de Marcello y Oswald mismo había estado en Nueva Orleans el 9 de agosto de ese año. Ruby, además, resultó ligado a los dos jefes mafiosos de Dallas, Joseph Campisi y Joseph Vivello, quienes habían mantenido estrecho contacto telefónico con Marcello días antes del crimen.
Y una "coincidencia" más: el proceso contra Marcello, el cual estuvo plagado de amenazas de muerte contra los testigos de cargo, terminó absolviendo a Marcello, sólo tres horas antes del asesinato del Presidente.
KENNEDY PRESIDENTE
La trágica desaparición del Presidente Kennedy ha hecho que los análisis de su obra de gobierno sean prácticamente inexistentes hasta la fecha. Inclusive ahora, cuando el aniversario de su muerte va a ser recordado a todo lo largo y ancho de los Estados Unidos, el centro de la cuestión será el asesinato en sí, dejando de lado las acciones de su administración.
Cuando Kennedy fue elegido por una escasa diferencia de ciento diez mil votos sobre su opositor Richard Nixon, era evidente la poca experiencia del primero en materias de gobierno, pese a haber pertenecido al Congreso durante casi 15 años. La experiencia administrativa de Kennedy, dicen algunos, se limitaba al mando de su lancha patrullera durante la Segunda Guerra Mundial. Con todo, el discurso inaugural del nuevo Presidente originó grandes expectativas sobre "la nueva generación de norteamericanos" quienes debían, según él, encarar el reto del futuro.
Fue tres meses después de estar en la Casa Blanca que Kennedy recibió el primer gran "sacudón " de su carrera. Alentado por varios de sus consejeros el Presidente dio luz verde a un plan iniciado por la administración Eisenhower que contemplaba armar y entrenar algunos cientos de refugiados cubanos con el objetivo de derrocar al régimen castrista. De tal manera, el 17 de abril de 1961, la primera fuerza de rebeldes desembarcó en Bahía de Cochinos, en la costa de Cuba, siendo sorprendida horas después por tropas del gobierno que en pocas horas capturaron o eliminaron a la totalidad de la columna invasora. La derrota de los contrarrevolucionarios constituyó un fuerte golpe para la administración pero le dejó a Kennedy una serie de valiosas lecciones.
Pese a ello, ante la opinión internacional, la imagen proyectada fue la de un presidente joven e inexperto. Tal idea fue acogida por Nikita Kruschev quien después de reunirse en Suiza con Kennedy concluyó que éste no tenía la valentía suficiente para oponerse al expansionismo soviético, procediendo a autorizar la construcción del Muro de Berlín. Un año más tarde, el Kremlin se encargó de probar si la idea del premier ruso respecto de Kennedy era cierta. En octubre de 1962 aviones espías norteamericanos descubrieron emplazamientos de misiles en Cuba y durante trece días el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear.
Pese al consejo del Pentágono, Kennedy se decidió por la idea del bloqueo naval en vez de lanzar un ataque frontal contra Cuba. Como resultado, Kruschev terminó accediendo al desmonte de los emplazamientos misileros no sin antes haberle sacado a Kennedy la promesa formal de que el gobierno norteamericano no volvería a patrocinar o realizar él mismo expediciones invasoras contra Cuba, lo que se ha cumplido hasta la fecha.
Una aproximación aparentemente más amistosa fue la que le presentó Kennedy al resto de Latinoamérica. La Alianza para el Progreso y el surgimiento de los "Cuerpos de de paz" concentraron la estrategia de la Casa Blanca para combatir el comunismo en el Tercer Mundo. Lamentablemente, con el ascenso de Lyndon Johnson buena parte de la Alianza quedó descontinuada, mientras instituciones como la Escuela de las Américas, fundada en Panamá para ofrecer instrucción antiguerrillera a los ejércitos del área, continuaron funcionando exitosamente dejando en claro que la ayuda norteamericana iba más allá de los préstamos a largo plazo.
La lucha contra el comunismo fue claramente el principal motivo de inspiración de la política internacional del gobierno de Kennedy. El compromiso público de defender a "quien sea y donde sea" de la "agresión comunista" lo llevó a poner las bases de lo que sería el mayor dolor de cabeza norteamericano en los siguien tes diez años: Vietnam. Lejos de negociar con el Viet Cong, Kennedy tomó el camino de ocasionar un golpe de Estado en Vietnam del Sur, tres semanas antes de su asesinato. Tal acción condujo al desorden total del gobierno de Saigón y a la creciente intervención armada norteamericana.
En lo que se refiere a política interna, Kennedy se vio siempre en dificultades por la oposición de la minoría de su partido en el Congreso.
Irónicamente, sus planes económicos sólo fueron aprobados despues de su muerte, una vez que fueron presentados por Johnson. El verdadero éxito lo constituyó el manejo que la Casa Blanca diera a las protestas sobre igualdad de derechos civiles por parte de la minoría negra. En parte a su imagen y en parte al manejo que a la situación diera Robert Kennedy, el gobierno pudo introducir la ley de igualdad de derechos, la cual entró en vigencia una vez que Johnson ya había asumido la presidencia.
Como toda obra incompleta, los historiadores todavía se preguntan qué hubiera sido del mundo si Kennedy no hubiera muerto. La facilidad que tenía el Presidente para corregir posiciones erradas ha llevaao a creer que, de haber vivido, las relaciones USA-URSS habrían sido más fáciles y que, en última instancia, se hubiera producido el retiro de las tropas norteamericanas de Vietnam. No obstante estas son sólo conjeturas y Lyndon Johnson mostró un estilo de presidencia bien diferente.