Sugar Babies: ¿Sexo, prostitución o una falsa promesa de amor?
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Sugar Babies: ¿Sexo, prostitución o una falsa promesa de amor?

Intercambiar romance por dinero y lujos es la premisa de las denominadas “Bendecidas y afortunadas”. ¿Es acaso otra forma de prostitución? Las trabajadoras sexuales de Bogotá rechazan esta peculiar forma de relacionarse. #EspecialesSemana

9 de diciembre de 2020

“El amor no tiene precio, pero el sexo sí”, sentencia Carolina Calle en entrevista con SEMANA.

“El amor no tiene precio, pero el sexo si tiene precio”, Carolina Calle.
“El amor no tiene precio, pero el sexo sí”, Carolina Calle. | Foto: Semana Noticias

Este no es el nombre con el que la bautizaron pero sí el que ella escogió, pues justamente la calle ha sido su elemento, su escuela y su sustento desde hace 14 años. Aclara sin tapujos que es trabajadora sexual, prostituta, puta o como la quieran llamar, porque sin importar los señalamientos moralistas considera a su oficio como digno.

“Nosotras somos muy honestas en lo que hacemos, hay un intercambio de servicios que es bastante claro: ellos nos pagan, nosotras ofrecemos servicios sexuales y es algo consensuado”, aclara la presidenta de la corporación Calle 7, el colectivo de las trabajadoras sexuales de Bogotá.

La prostitución y el amor verdadero han recorrido caminos separados desde que el romance apareció en las civilizaciones antiguas: satisfacen deseos humanos muy distintos y nunca han buscado sustituir a su opuesto. Un acuerdo tácito, una frontera invisible que ahora comienza a desdibujarse con la aparición de las Sugar Babies: mujeres que ofrecen su tiempo, su compañía y hasta su cariño a cambio de regalos y lujos.

“Las prostitutas vendemos sexo, no amor”, Carolina Calle.

“Las prostitutas vendemos sexo, no amor”, Carolina Calle.
“Las prostitutas vendemos sexo, no amor”, Carolina Calle. | Foto: Semana Noticias

Calle se niega a llamarlas prostitutas: “Ellas (Las Sugar Babies) no son trabajadoras sexuales definitivamente (…) ellas engañan a la persona haciéndola creer que están enamoradas, que son personas gratas para ellas, todo el tiempo les están retroalimentando ese ego y pues vendiéndoles un amor falso”.

Si bien en Colombia la prostitución no es ilegal (aunque muchos la consideran inmoral) Claudia siente que el fenómeno “Sugar” conlleva un delito muy diferente. “Claramente ellas están timando a la persona porque nada de lo que dicen es cierto; lo hacen con un fin que es el de recaudar dinero, pero no lo hacen de manera honesta, ¿no? Ese es su truco: mientras los enamoran, mientras les dicen que los aman y les sacan plata”.

Aclara que la seducción sí es un factor denominador en ambas prácticas, pero como mujer busca que el cuerpo y el corazón no se mezclen en sus transacciones. “Las prostitutas vendemos sexo, no amor”.

Alquilar amor a cambio de dinero: un sincretismo peligroso en la era de los millenials, que deja mal parados tanto al sexo como al romance. Pero, ¿por qué existen personas dispuestas a aceptar una relación cimentada en el materialismo?

“Yo creo que con el tiempo hemos transformado las formas de ver el amor. Es más, hay muchos hombres a los que no les importa; saben lo que están haciendo, pero quieren creerse el cuento de que ellas los aman”, explica.

La soledad puede tener mucho que ver: esa interminable carrera por el éxito en la vida y la falta de habilidades sociales para relacionarnos –todo producto de vivir en un mundo virtual la mayoría de nuestros días– ha hecho imposible el tener tiempo para la conquista o la perseverancia para construir una conexión duradera. Por eso resulta más fácil adquirir con dinero esas experiencias, aunque sean simuladas.

“Es un hecho cuestionable, porque la gente -a nosotras las trabajadoras sexuales- nos estigmatiza todo el tiempo con su doble moral, pero a ellas que hacen esto no las ven de la misma manera”, critica Carolina.

Subar Baby: ¿El final de las prostitutas?

Con el reinado de las Sugar Babies en internet, ¿llega a su fin la figura tradicional de la prostituta?, ¿la del vestido escandaloso?, ¿la de la esquina?, ¿la de toda la vida? Carolina prefiere usar una palabra algo gastada y trillada en medio de la cuarentena por el coronavirus, pero no por eso menos cierta: Reinventarse.

“Nos hemos repensado cómo utilizar otras maneras para ejercer el trabajo sexual: están las citas virtuales, están las compañeras que se han vuelto “web cammers” (chat de sexo por páginas web de pago), hay algunas que trabajan independiente y se publicitan por todas partes en internet, tienen su propio sitio, etc. Esto es lo que hemos hecho, repensar otras maneras de atender a los clientes”. Revela la voluptuosa líder callejera.

“Yo no soy una muñeca, un hombre no tiene control para cambiarme”

"Yo no soy una muñeca, un hombre no tiene control para cambiarme”, Carolina Calle
"Yo no soy una muñeca, un hombre no tiene control para cambiarme”, Carolina Calle | Foto: Semana Noticias

A diferencia de algunas mujeres que llegan al mundo de la prostitución por necesidad, como lo experimentan actualmente algunas inmigrantes sin papeles legales u otras opciones para sobrevivir en una ciudad como Bogotá, Carolina ejerce este oficio por elección y en cierta manera por gusto: siente que la aleja del poder social que normalmente ostentan los hombres.

“Yo creo que la existencia de los Sugar Daddies definitivamente potencia en la sociedad este machismo, el cual busca siempre estar moldeando a una mujer por el dinero que se ofrece: Yo no soy una muñeca, un hombre no tiene control para cambiarme”, expresa orgullosa.

Dicen que “el trabajo no es deshonra”, una máxima que Carolina Calle practica a diario, y como podrán imaginarse asegura que nunca sería una Sugar Baby: “Pienso que nadie, por encima de nada va a cambiar lo que yo soy”.