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Sofi Oksanen: una mujer que va de frente

Cuando Sofi Oksanen pasa la gente voltea a mirarla. No es la melena negra en rastras, desproporcionado, para su cuerpo menudo y frágil, ni su maquillaje o su belleza nórdica. Podría decirse que irradia algo que puede ser inteligencia, seguridad.

Catalina Gómez Ángel
31 de enero de 2015
Sofi Oksanen

Sofi Oksanen no se anda con rodeos. Ni en su vida, ni en su obra. Ha confesado ser bisexual y haber sufrido trastornos alimenticios, y no le importa qué opine nadie de eso. En cuanto a su obra, ha tratado temas tan profundos y duros como la migración, la violencia doméstica, la prostitución. Y de nuevo, la tiene sin cuidado la polémica que su obra pueda crear. Es más, lo hace a propósito. "Mi idea es abordar los temas que necesitan discusión", dice Oksanen.

La escritora finlandesa se declara una feminista convencida y asegura que parte de su inspiración –por lo menos para Purga, la novela que la hizo famosa en 2010– proviene de mujeres fuertes. "La imagen de Judith, por ejemplo, creo que fue pintada por Caravaggio, es una de las más potentes que he visto. Y no es fácil encontrar una mujer tan fuerte en la historia de la biblia".

Purga, que trata sobre la vida de una mujer víctima de un traficante sexual y otra que malvive en una aldea rural, fue un punto de quiebre en la vida de Oksanen. Inicialmente concebida como una obra de teatro, Purga se convirtió en una novela por cosas del azar. "Cuando terminé de hacer la obra de teatro, me di cuenta de que aún había mucho por decir. Había cosas que no podían expresarse en una obra. Comencé entonces a hacer un monólogo y apenas lo hice, me di cuenta de que sería una novela".

Similarmente, su última novela, Cuando las palomas desaparecieron, fue una novela que se convirtió en obra de teatro. "Con este libro sí supe enseguida que quería hacer un guión para teatro porque trata sobre la propaganda soviética y me parecía difícil explicar carteles y avisos de una manera narrativa, así que necesitaba que fuera algo visual".

Este libro, a pesar de situarse en 1941, no puede leerse como una novela histórica. "Es mucho más que eso. Por supuesto, la novela tuvo mucha investigación para hablar de cosas que aún no se conocen. Pero si uno se pone a pensar, ese modelo de propaganda y de convencimiento público, aún sigue en vigencia en Rusia. No es una novela histórica, son cosas que ocurren hoy que pueden hacer parte del  mundo actual".

Para ella, la importancia de que los escritores traten temas políticos y de actualidad, es vital, no solo para comprender los procesos de cada país, sino para explicarlos al mundo. "A pesar de lo que ustedes en Colombia piensen, el narcotráfico y el conflicto no han sido lo suficientemente explicados en Europa occidental. Yo sí quisiera saber qué ocurre con la vida, con la cotidianidad de la gente. Cómo ha cambiado ese conflicto la cara de la sociedad. Y para eso está la literatura, para hablar las cosas que los gobiernos quieren mantener calladas".

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