En Harvard lo trataron como una estrella. El nobel de economía Paul Krugman lo llenó de elogios. Y cuando pasó por Washington entró y salió del Ministerio de Finanzas como un jefe de Estado. El investigador de la Escuela de Economía de París Thomas Piketty ha tenido un año que jamás había imaginado. Y todo debido a El capital en el siglo xxi, un estudio que logró lo impensable: sacar el debate económico de las aulas y convertirse en un best-seller. Y hay que decirlo: tanta gloria no resultó de una campaña promocional, sino de un trabajo profundo, pero a la vez asequible que logra hacer popular una crítica de algo que nos atañe a todos: la riqueza y la desigualdad en el mundo. Piketty reunió cifras históricas y al analizarlas llegó a una conclusión, con la cual, en pleno siglo xxi, reencaucha la crítica de Marx al capital. El libro exhibe el poder divisorio de la riqueza en tiempos donde impera el prejuicio del “hoy todo está mejor”. Piketty hace sentir que no vivimos en una economía, sino más bien en una oligarquía donde solo unos cuantos ricos amasan el poder global.