Consumo Inteligente
Ojo: las apariencias no solo engañan, también afectan el bolsillo
Viajes, lujos, consumo y compras millonarias elevan el ego de los poseedores, pero el estrés financiero los consume al no tener con qué pagar.
Con la llegada de la digitalización, las redes sociales se convirtieron en uno de los elementos cotidianos de los seres humanos. De hecho, con la popularidad de estas plataformas, se sumó el interés por la vida diaria y privada de los demás. Es así como las redes sociales se han transformado en el espacio predilecto para aparentar bienes y servicios frente a los otros y postear ráfagas de fotos enseñando los ‘lujos’, las tendencias de consumo y el estatus social.
No obstante, detrás de la pantalla del celular, muchas personas se encuentran sufriendo estrés financiero. Las prendas o las joyas que utilizan en las redes o incluso en reuniones sociales, se encuentran diferidas a un alto número de cuotas en el banco, mientras que, si acaso, se logran cubrir los gastos mensuales del hogar.
En una conversación con SEMANA, Jorge Palomino, doctor en Ciencias Sociales y Humanas y docente de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, explicó que, cuando se habla de consumo, no solo se trata de la adquisición de bienes, sino que también podría entenderse como uno de los elementos fundamentales de construcción de identidad de las personas.
“Desde esta perspectiva podemos pensar que somos lo que consumimos: las marcas, los elementos... Entonces uno podría pensar que estos sistemas que permiten y facilitan el endeudamiento les permiten a los sujetos, en ciertas condiciones, mantener su identidad ante otros, la forma en la que se presentan ante otros. Esto se convierte en un elemento clave que afecta las finanzas”, aclaró Palomino.
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Uno de los grandes consejos que recomiendan los expertos en finanzas personales es ponerle la lupa al uso adecuado de las tarjetas de crédito que, en ese impulso por adquirir bienes y servicios que llenen vacíos emocionales o alimenten el ego, pueden convertirse en un fuerte dolor de cabeza.
Inicialmente, se debe entender que el dinero con el que se paga cierto artículo a crédito no se tiene en el bolsillo, como sí sucede con las tarjetas débito. Es por esto por lo que los expertos recomiendan que las personas deben preguntarse dos veces si la compra es realmente necesaria.
Carolina Pineda, CEO y cofundadora de Mis Propias Finanzas, dijo en una reciente conversación con SEMANA que, si bien las tarjetas de crédito son fundamentales a la hora de crear historial crediticio, se le debe poner la lupa a la deuda; esta solamente es buena si se sabe utilizar.
“Uno tiene que saber que las tarjetas de crédito cobran unos intereses altísimos. Si uno va a tener tarjeta de crédito para crear historia crediticia, todo se debe enviar a una cuota, porque no se genera interés. Yo tengo tarjetas de crédito; las uso para comprar absolutamente todo porque le dan a uno cashback, puntos o mejoran el historial crediticio, pero jamás mando algo a más de una cuota. Por lo general, lo que uno compra con una tarjeta de crédito no son necesidades, son gustos”, afirmó.
Por su parte, Palomino aseguró que las marcas establecen cierto tipo de estatus social que se debilita en momentos de carencia financiera. “Cuando se produce una crisis económica esto se ve interrumpido. Por eso, las personas acuden a diversas formas de endeudamiento para poder mantener su estilo de vida y, de alguna manera, su identidad”.
De hecho, recientemente, el psicólogo y profesor de Administración de Empresas de Harvard Business School, Michael Norton expuso en un artículo de la BBC que “hay un aspecto de comparación social de superar a otras personas en nuestro consumo. Si tengo una botella de vino mejor que la tuya, entonces gano”.
Esto da a entender que esas compras, que muchas veces no pueden pagarse sin endeudamiento, están atadas a sentimientos de superioridad y de autoestima. La recomendación es cuidar el bolsillo antes que engrandecer las apariencias.