OPINIÓN

El precio es alto

Muchas personas tratan de escaparse de ese día en el que deben revisar su propio estado de cuenta y ver qué tan buenas o malas fueron las decisiones que tomaron voluntariamente.

Paul Raminfar, Joselin María Cuartas
26 de mayo de 2021

Las decisiones son de las acciones mentales más complejas y, de la misma forma, más difíciles de entender. Y es que, si lo miramos mucho más de cerca, escoger entre lo que deberíamos hacer y lo que queremos hacer es simplemente una lucha infernal que libramos prácticamente todos los días.

Si es cierto lo que dice el dicho de Buda “somos lo que pensamos”, todos tenemos las mismas capacidades, cualidades y herramientas; por ende, al final, las respuestas deben venir de esas decisiones que tomamos. Si analizamos, no hay bueno ni malo, las cosas son lo que son, y son precisamente nuestras decisiones las que al final colorean ese cuadro que se nos presenta. Son las decisiones las que hacen que tomemos en nuestra vida cierto camino, pero con la plena consciencia de que siempre estuvo en nuestras manos poder decidir qué hacer.

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Tenemos en nuestro arsenal mental dos cosas con las que, si las sabemos aplicar, podríamos desarrollar cualquier resultado: desde comprar una casa hasta tener una calidad de salud acorde a nuestras expectativas. Pero vemos como cada vez más entramos en una especie de encrucijada, en el famoso cuello de botella, y somos víctimas de nuestras propias decisiones.

Ese modelo de comportamiento basado en el auto-saboteo no es “lógico”, pero tristemente es lo que muchos sistemas toman en sus estudios y análisis para poder brindarnos “soluciones”. En otras palabras, tienen la información y se aprovechan de la forma en la que la mayoría de los seres humanos se comporta, haciendo que sea predecible cada paso que el individuo da, y ahora mucho más con todas las migajas digitales que estamos dejando día a día.

Entender que está en tus manos tomar las decisiones correctas requiere una facultad mental importante, la famosa fuerza de voluntad. De igual forma, es importante saber que independientemente de lo que nosotros creamos que sea mejor o peor con la decisiones que estamos tomando, siempre todo lo que hagamos va a venir con un precio a pagar.

Muchas personas tratan de escaparse de ese día en el que deben revisar su propio estado de cuenta y ver qué tan buenas o malas fueron las decisiones que tomaron voluntariamente, muchos al final entienden que es hora de poner todo en orden y las cuentas claras, pero no están muy felices con el resultado.

Si tomamos en cuenta la cantidad de problemas que la misma población enfrenta por sus propias decisiones, y hablo puntualmente de dinero, salud y relaciones personales, no se puede tapar el sol con un dedo y pretender que la mayoría está haciendo las cosas bien.

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Vemos que cada vez más matrimonios se están divorciando por temas de dinero, algo que debería unir las fuerzas para crear un futuro juntos. Por otro lado, la causa número uno de muerte en el mundo la estamos provocamos nosotros mismos con nuestras propias decisiones, los malos hábitos nutricionales y el sedentarismo fueron decisiones que nos hicieron pagar un precio alto: nosotros mismos nos estamos matando, literalmente.

Y para rematar, la cantidad de personas que están quebradas financieramente y emocionalmente, sin ahorros y esperando un milagro, porque lo que ganan nunca va a poder pagar lo que deben, este es un problema que se convirtió en una carrera infernal.

Con todo esto, lo que al final quiero decir es que tú dictas tu propio camino, y de las decisiones que tomaste no hay escapatoria. De la misma manera como te pudiste haber ahorrado un dinero y no comprar un regalo con la tarjeta de crédito, cada decisión viene con su propio tipo de sufrimiento o sacrificio.

Si lo veo desde un plano negativo, podríamos decir que una mala decisión te va a costar una consecuencia y, dependiendo la complejidad de esa decisión, se acompaña de trauma, dolor, frustración. Aunque suene raro, este es el modelo que la mayoría de las personas escoge, la pregunta es ¿por qué?

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Por el otro lado, hablamos de disciplina, voluntad y la capacidad de ver el dolor de retrasar todo para el futuro y pretender algo mejor, todo está en la forma como decidas de jugar tus cartas. Lo que es claro es que todos pueden empezar a jugar así cuando quieran, tú solo tienes que escoger el precio a pagar y el tipo de dolor que lo va a acompañar: si es el del fracaso con las decisiones fáciles que posiblemente has tomado a lo largo de tu vida o, por el contrario, las más complejas, las que tomaría alguien que admiras y que te llevarían a pretender ganar en la vida. La decisión es tuya.