OPINIÓN
Las limitaciones son personales
Una de las cualidades más extraordinarias que podemos desarrollar como seres intelectuales es comprender que los límites cada uno los establece.
Una de las obsesiones más grandes que he tenido a lo largo de los años ha sido poder desarrollar la capacidad de mental y, de esta manera, no solo romper las barreras que separan los resultados de las excusas, sino también descubrir que siempre hay espacio para hacerlo mejor.
Si logramos ver hasta el fondo, el principio de mejorar en función de los resultados, de poder convertirnos en esa persona que soñamos ser, se ve muy fácil con una lupa fija en el momento en que se rompe el récord: se vende más, se perdieron los 3Kg de sobrepeso. Lo interesante es que no solo la mayoría de las personas pierde este examen, principalmente por falta de motivación, sino que no se han dado cuenta de que pueden hacerlo un poco mejor.
Ese afán de tenerlo todo de inmediato, de que debe ser ‘para ya’, está provocando que veamos las cosas desde dos puntos de vista: lo difícil que es conseguir algo que realmente soñamos y mentalmente compararlo con algo normal. Es importante entender, insisto, que lo bueno se puede hacer mejor.
El detalle más revelador es que no hay que cambiar el mundo en un día, pero desarrollar una filosofía basada en paciencia y en trabajo constante hace que lo bueno no sea una limitación, pues siempre va a haber algo más.
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Actualmente, experimentamos varias situaciones del día a día que ciertamente confunden un poco a nuestra mente y, en esencia, a nuestro potencial personal.
El siglo XXI ha traído un desarrollo exponencial en lo que se refiere puntualmente a la evolución: hemos logrado adelantar mejoras en la salud, avances tecnológicos que nos llevan a conquistar el espacio, la conectividad y la posibilidad de utilizar el acceso más imponente, pues hoy la información está al alcance de los que la busquen. Pero, y a pesar de todas esas posibilidades que cada vez son más para los que están buscando innovar en sus vidas, la mayoría de las personas están viendo el punto blanco del cuadro negro: el enfoque no nos está llevando a ver todo como un cuadro, sino que ponemos nuestra atención en donde lo bueno es lo que consideramos suficiente, limitando cada uno su propio desempeño personal.
Una de las cualidades más extraordinarias que podemos desarrollar como seres intelectuales es comprender que los límites cada uno los establece, solo hay que tener en cuenta el precio que estás pagando porque esa va a ser la recompensa al final.
Si hay algo que siempre recomiendo es ver la recompensa que está detrás de todo el esfuerzo, no las limitaciones para llegar ahí; en otras palabras, desarrollar una obsesión por mejorar y entender muy profundamente que lo bueno siempre se puede hacer mucho mejor, así hasta cultivar una filosofía personal de excelencia.
Ser una persona con una filosofía de excelencia se tiene que apreciar desde lo singular, desde la persona, y dejar de lado lo social y colectivo. Cada quien desde el plano personal lleva a la mesa su mejor versión, y es aquí donde la mayoría abandona este camino obteniendo resultados comunes que para muchos es suficiente, pero para otros es la motivación para seguir avanzando.
Si lo vemos en equipos de alto rendimiento, podemos notar cómo los buenos siguen avanzando, mientras que el promedio usualmente termina abandonado todo; primero, por falta de hambre, ganas y decisión; lo segundo, y tal vez más importante, es que el promedio no aguanta los altos niveles de excelencia y se abruman solo con pensar en todo lo que les falta para alcanzarlos.
Cultivar esa cultura es raro, atípico y muchas personas se podrían referir a esto como anormal, pero, en el momento que creas esa motivación personal, relajarse es sinónimo de mal desempeño y en tu mente no hay nada más que seguir avanzando.
Es un concepto de tenacidad y garra en el que tus limitaciones son las excusas tradicionales, pero que el alto desempeño no tolera en su cultura basada de crecimiento constante. Es tu propia mente la que al final establece lo que para ti es bueno y lo que podría ser excelente, y es tu propia decisión la que te hace cómplice de tu desempeño.
Una mentalidad de alto rendimiento es la lucha personal entre la mente y el corazón, es tu trabajo crear tus propios estándares y ver si lo que estás haciendo aplica o no en función a lo que esperas conseguir.
Solo ten siempre presente esto:
- Siempre se puede hacer algo más.
- Lo bueno puede estar opacando a lo excelente.
- Tus decisiones están basadas en el estándar de resultados que quieres y vas a obtener.
Algo bueno (mediocre) puede opacar todo un camino de éxitos y eso para muchos puede ser suficiente. La pregunta que te hago es ¿qué es bueno para ti? Porque, por instinto, vas a querer más que eso, así que no te acostumbres a lo bueno si naciste para pretender ser excelente.