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¿Cómo trabaja una aerolínea en la lucha contra el cambio climático?
María Lara, directora de asuntos corporativos de LATAM Airlines Colombia, explica los aspectos centrales en los que trabaja la aerolínea para avanzar en una aviación más sostenible con el medioambiente y la sociedad. Gestión del cambio climático, economía circular y generación de valor compartido son los pilares de la estrategia que implementa el grupo en la región.
¿Desde qué frentes trabaja LATAM para impulsar el desarrollo sostenible en Colombia?
MARÍA LARA: Nuestra estrategia de sostenibilidad la redefinimos hace un poco más de un año y medio a raíz de la pandemia y de la crisis social en Latinoamérica. En LATAM la sostenibilidad ya no es solo un área, sino una acción transversal al negocio y a la toma de decisiones de todas las áreas, desde operaciones, comercial, servicio a bordo y soporte. Nos enfocamos en tres frentes: economía circular, en el que migramos de un modelo lineal a uno circular; gestión de cambio climático, donde se trabaja la transición energética; y valor compartido, donde se coordina lo social y lo ambiental. En cada uno de esos pilares hay compromisos públicos y medibles.
En transición energética, la meta es ser, a 2050, un grupo carbono neutral. Otras metas son la compensación o reducción del 50 por ciento de nuestras emisiones para 2030, así como incorporar el 5 por ciento de combustibles sostenibles en aviación (SAF) en ese mismo periodo. Para este año, buscamos eliminar todos los plásticos de un solo uso. Por último, en valor compartido queremos impactar a organizaciones sociales en materia de salud, medio ambiente y atención en caso de catástrofes naturales.
¿Cuáles son los avances más significativos de la compañía en materia de carbono neutralidad y descarbonización?
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M. L.: Somos un sector con un difícil abatimiento de emisiones debido a una gran limitante: la tecnología. No hay aviones eléctricos de largo alcance y, aunque los combustibles sostenibles existen, no hay una producción suficiente para una transición rápida del sector, por eso avanzamos en distintos frentes. En el corto plazo, buscamos reducir el consumo de combustible a través de nuestro programa LATAM Fuel, con iniciativas de carácter operacional y rutas más directas, así como optimizar el diseño del producto en cabina, que permita disminuir el peso del avión y, a su vez, el consumo de combustible.
Sin embargo, estas iniciativas solo logran reducir un 2 por ciento el consumo, por lo que la compensación de las emisiones toma un rol muy importante. En este sentido, Colombia ha adquirido un papel muy relevante, ya que en la Orinoquía se ubica el proyecto de conservación CO2Bio, del que LATAM es parte desde el 2021, con el cual se compensa una parte importante de la huella de carbono de la operación del grupo en la región.
A mediano plazo, avanzamos en la renovación de la flota de aviones por unos más eficientes en términos de consumo de combustible y de emisiones, mientras que impulsamos el desarrollo de la industria de combustibles sostenibles para la aviación (SAF) en la región.
¿Cómo seleccionan los proyectos de conservación en los que deciden participar?
M. L.: LATAM se ha concentrado en la participación en proyectos que promueven la conservación de ecosistemas icónicos en la región y la biodiversidad, que a su vez contribuyen a la captura de carbono. El mercado de carbono ha sido cuestionado por algunas prácticas, por eso definimos una metodología para acercarnos a los proyectos que nos dan garantías de integridad ambiental y que están basados en acciones de conservación. Un ejemplo es la Fundación Cataruben, que con gente de Casanare trabaja en procesos de conservación y transición a cultivos sostenibles de la mano de propietarios privados que encontraron en la conservación una oportunidad económica.
Pero no somos simples compradores: a 2030, tenemos comprometidos 11.400.000 toneladas de créditos de carbono en 500.000 hectáreas para frenar la deforestación y ayudar a la comunidad. Se trabaja en gobernanza, mecanismos de comunicación junto a las organizaciones y en transparencia. La idea central es incorporar proyectos que tengan una relación con las operaciones de la oferta en LATAM; por ejemplo, contar en las salas VIP con productos alimenticios producidos de forma sostenible en la Orinoquía.
Una de las alternativas para avanzar en la transición energética del sector es el uso de combustible sostenible para aviación (SAF). ¿Cómo lo está haciendo la compañía?
M. L.: Es un objetivo de transición a largo plazo. El SAF es un combustible técnicamente probado con altos estándares de calidad que LATAM ya ha usado. La principal dificultad es su escasa producción mundial, que lo hace entre cuatro y nueve veces más costoso que el combustible fósil tradicional. Nuestra meta en Colombia es desarrollar una industria competitiva en su producción, pues el potencial es grande gracias al marco normativo sobre transición energética que existe en el país. Asimismo, tenemos un Gobierno comprometido con este proceso, hay productores y se están gestando proyectos en torno al SAF. Por eso, de la mano de los gobiernos, trabajamos en promover una política pública para que se establezca la hoja de ruta de SAF, y en impulsar el desarrollo de incentivos en toda la cadena logística para que esta pueda ser sostenible en toda su producción.
Lo más importante es que hay materia prima: nuestro país cuenta con una competitividad inigualable, ya que tiene una alta cantidad de residuos agrícolas y forestales que conforman una biomasa suficiente para una producción a gran escala.
¿Qué impacto ambiental tiene la aviación en un país como Colombia, con altas emisiones de carbono?
M. L.: Hace dos años la aviación producía el 2 por ciento de las emisiones en el mundo, y ya se está acercando al 3 por ciento. Aunque hay industrias mucho más contaminantes, esa discusión de que el país no es un gran emisor y no debe avanzar tan rápido porque hay otros que contaminan más, no es nuestra visión. Lo que decimos es que no importa si nuestro impacto es grande, mediano o pequeño, tenemos que actuar ya porque la transición energética es una responsabilidad ética que tenemos en el sector privado y, desde lo pragmático, es un asunto de competitividad para las compañías y para el país.
¿Cómo se articulan con el Estado para impulsar la transición energética?
M. L.: En cada país donde operamos, personas como yo entramos en contacto con todos los actores inmersos en la ruta del SAF: el distribuidor, el gobierno, el productor y el concesionario. Nos sentamos con cada actor a mostrarle dónde están las oportunidades y explicarle que la transición energética y la aviación pueden ir de la mano. Esto pasa también con los gobiernos de los otros países donde hace presencia la compañía, ya que se trata de un esfuerzo conjunto. Sentimos que vamos bien encaminados y se entiende la complejidad de la ecuación, pero quisiéramos mayor celeridad.
¿Qué nuevas tecnologías en aviación destacan para reducir la huella de carbono?
M. L.: Los aviones son muy importantes porque se adapta la flota a las necesidades de la red operacional y, a la vez, son eficientes en materia de combustibles. Otro tema son las compensaciones; por ejemplo, estamos en un acuerdo con Airbus que explora tecnología para capturar emisiones y fijarlas a modo de contención en el subsuelo. Y hay una cuestión que a veces parece pequeña: el entretenimiento a bordo, que aun cuando no son tecnologías revolucionarias, permiten la reducción de emisiones. La innovación no consiste en ideas muy grandes; en ocasiones solo se requieren ideas pequeñas que ayuden a hacer mejoras en las empresas.
*Contenido elaborado con el apoyo de LATAM.