GANADERÍA
La ganadería hace un milagro en la altillanura de Vichada
Una profunda transformación ganadera se está gestando en Vichada, donde se podría consolidar la producción de entre 100.000 y 300.000 reses para carne de exportación. Su efecto demostración puede impactar 5 millones de hectáreas.
*Por Jorge Ramírez Ocampo
Del 2 al 4 de febrero de este año tuve el privilegio de visitar la Hacienda San José, en el corregimiento Nueva Antioquia, municipio La Primavera, Vichada. Esta es una empresa ganadera liderada por Gabriel Jaramillo Sanint, antiguo banquero profesional, que resolvió reinventarse a los 60 años.
El conjunto de 8 fincas que componen la hacienda tiene un área de unas 9.000 hectáreas. El primer trabajo consistió en una planeación detallada de todas las actividades. Se instaló la infraestructura, que incluye un sistema de decenas de kilómetros de vías en terraplén con excelentes drenajes que se mantienen en buenas condiciones durante todo el año.
Actualmente tiene un tapete de pastos de 5.100 hectáreas, en las que pastan 6.500 cabezas de ganado, con una densidad de 1,3 animales por hectárea. Debe tenerse en cuenta que en las sabanas de la altillanura la densidad normal es de un animal por cada 4 hectáreas. Esto representa un aumento de productividad de 5,3 veces. Para el fin de este año se prevé llegar a 8.000 animales. Además, en estas sabanas solo se cría ganado porque no son aptas para cultivos. En la Hacienda San José están usando esas tierras con alta eficiencia.
En el desarrollo de la hacienda se prevé instalar 2.500 hectáreas adicionales de praderas, respetando siempre las matas de monte y la fauna que crece allí. En la programación para los próximos años se ha diseñado la estrategia para llegar a 25.000 animales, con una densidad de más de 3 reses por hectárea.
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Para lograr este milagro en solo 4 años, se usan variedades de pasto con alto contenido de proteínas. Se comenzó con potreros de 60 hectáreas, pero se han ido reduciendo a 5, tamaño que es considerado ideal. Además, han instalado un sistema de cercas eléctricas con energía solar y sus respectivas baterías.
La siembra de estos pastos con semilla es sumamente costosa. Por eso se adquirió y se ha perfeccionado una tecnología con estolones, que permiten sembrar hasta 20 hectáreas diarias, con un costo que es menos de la tercera parte del de la siembra con semilla. Al año de la siembra estas praderas quedan listas para su utilización.
Los potreros se distribuyen alrededor de sitios de descanso de 30 a 40 metros de diámetro, cuyo piso está afirmado para evitar el encharcamiento durante el invierno con un material que hay en la región que llaman ripio (una especie de recebo). En los sitios de descanso se han montado tanques de agua fresca con una capacidad de 11.000 litros de agua cada uno, alimentados con un acueducto subterráneo que cubre la totalidad de la hacienda. Además, allí se encuentran los saladeros, cuya sal se formula periódicamente para que contenga el complemento nutricional requerido. Alrededor de cada sitio de descanso hay entre 8 y 16 potreros (los necesarios para completar una rotación).
La explotación se hace con rotación de potreros. Para determinar el número de cabezas que se deben utilizar en cada rotación, se hace un aforo de la pradera, mediante la medición de su altura y el pesaje del volumen de pasto por metro cuadrado. Las rotaciones se realizan cada 28 días.
En la técnica tradicional de explotación de praderas se suponía que el pisoteo del ganado compactaba el suelo y producía un hard pan que impedía la explotación eficiente. Además, era necesario renovar las praderas cada 3 o 4 años con altísimo costo. Pero con la asesoría de los brasileros se eliminaron estas costosas prácticas porque las raíces del pasto bien manejado y con las correcciones y fertilizaciones realizadas de forma técnica, previo análisis de suelos en laboratorios especializados, se mantienen y mejoran permanentemente los suelos.
La variedad de ganado de carne que se ha considerado ideal para las condiciones de la altillanura es el ganado Nelore de ciclo corto. Este ganado es un cebuino originario de la India, que ha sido mejorado durante los últimos 20 o 30 años en Brasil con un cuidadoso proceso de selección genética. Así se ha logrado preñar a las terneras de 10 meses y se ha reducido el ciclo de ceba de 48 a 24 meses.
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En la mañana del 3 de febrero, cuando íbamos a desayunar a un potrero, vimos a Amalia, una de las profesionales que trabajan en la hacienda, que caminaba frente a 80 hermosas novillas que la seguían sin necesidad siquiera de llamarlas. Después, esas novillas nos acompañaron durante el desayuno y metían las narices en los platos… Naturalmente, esa mansedumbre, junto con la excelente nutrición, ayuda a que el ganado prospere rápidamente.
Para multiplicar esta raza se han llevado 60 vacas seleccionadas a una hacienda que tiene el propietario en Pereira. Allí se extraen 90 embriones por vaca al año, que se inseminan con semen de la mejor calidad, con lo cual se logran implantar en hembras receptoras 3 embriones por cada una al año. El programa prevé llevar el número de vacas Nelore seleccionadas para donadoras a 100. Esto permitirá producir en Colombia alrededor de 3.000 animales Nelore de ciclo corto de excelente calidad por año.
Mientras tanto, para llegar rápidamente a una escala de explotación sostenible y rentable se ha adquirido ganado de la región que se ha cebado con éxito en la hacienda. Los vientres de ese ganado se han cruzado, mediante inseminación artificial, con ganado Angus, con muy buenos resultados en adaptación, rusticidad, desarrollo y rendimiento económico. El manejo del ganado se hace sin gritos ni golpes. Se guían con unas banderas de asta muy larga para poderlos mover en los corrales con mínimo estrés.
Para el transporte del ganado se adaptó la tecnología de la empresa Minerva Foods de Brasil y así se ha logrado llevarlo desde el potrero hasta el mercado de Villavicencio, transportándolo en barcazas y camiones, con agua y bolas de pasto que se cuelgan de las varillas del medio de transporte y con mínimo estrés, con pérdida de solo 2% de peso.
Todo este milagro se ha realizado con la participación de los habitantes locales, incluyendo a los indígenas. Es sorprendente la disciplina, orden y competencia con que trabajan estas personas, que al principio terminaban sus tareas a las 10 de la mañana porque estaban cansados. Pero ahora, gracias a la mejor nutrición y entrenamiento, y a la excelente gerencia técnica y profesional, trabajan su jornada completa y son admirablemente responsables y productivos, que se ganan un salario digno y han mejorado su nivel de vida, el de sus familias y el de sus comunidades.
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Con el paquete tecnológico ya consolidado y aplicado en la práctica, se tiene previsto dejar la cría, con 25.000 vacas en San José, montar una hacienda de levante entre Nueva Antioquia (Vichada) y Puerto Gaitán (Meta), y otra hacienda para ceba entre Puerto Gaitán y Villavicencio. Así se podrá llegar a consolidar una ganadería de 100.000 a 300.000 reses para producir carne de exportación. La financiación de este proyecto requerirá la constitución de un fondo de inversión que, en su primera fase, demandará entre US$50 millones y US$75 millones.
Naturalmente, en la medida en que se siga cumpliendo el efecto demostración que ya se está presentando en el entorno de la Hacienda San José en Nueva Antioquia, se logrará en unos años impactar 4 a 5 millones de hectáreas de los departamentos de Vichada, Meta y Casanare para posicionar a Colombia como gran proveedor del mercado de carne bovina, que en los próximos 30 años deberá aumentar su demanda en más de 70%, consecuencia de los mayores ingresos de la población y de sus mayores requerimientos nutricionales.
Lo que pretende el proyecto es desarrollar un modelo sostenible y replicable a gran escala para posicionar a Colombia en el mercado mundial de carne, con calidad certificable en los mercados más exigentes desde el punto de vista de calidad y competitividad.
De banquero a ganadero
Reinventarse parece ser una de las máximas del manizaleño Gabriel Jaramillo Sanint. Es administrador de empresas de la Universidad California State y su vida profesional la desarrolló en el sector financiero. Comenzó en el Citibank, en donde llegó a ser presidente de la filial colombiana. Luego pasó al Banco Comercial Antioqueño, el cual fue adquirido por el español Santander y fue allí donde Jaramillo utilizó sus habilidades al máximo. Primero fue la cabeza del Santander en Colombia, para convertirse luego en el encargado de abrir las operaciones de esta multinacional en Brasil. Posteriormente se trasladó a México, donde siguió trabajando con el Santander por nueve años.
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Cuando llegó a la edad de pensión y se retiró de la vida de banquero, a diferencia de muchas otras personas, su plan no era quedarse en la casa y descansar tras tantos años de trabajo, sino seguir activo y devolver parte de lo mucho que recibió en la vida. Su primer ‘nuevo’ trabajo fue en organizaciones que combaten la malaria en el mundo, las cuales ayudaron a que esta letal enfermedad se redujera de 1,5 millones de muertes globales a menos de 200.000. Esta labor le valió la nominación para dirigir en Suiza un organismo multilateral, llamado Fondo Global, que lucha contra el Sida, la tuberculosis y la malaria.
Tras un año dirigiendo el Fondo, en 2013 estuvo en Colombia y un amigo lo invitó a pasear por los Llanos Orientales. Este viaje motivó a Jaramillo a reinventarse de nuevo, pues cayó en cuenta que podía usar sus conocimientos para ayudar a mejorar las condiciones económicas y sociales de esa parte del país. Su siguiente paso fue comprar una finca en el municipio de Nueva Antioquia, Vichada, que está en zona limítrofe con Venezuela y a 350 kilómetros de Puerto Carreño.
Descubrió que las tierras de esta zona no son buenas para cultivar, pero sí para la ganadería y decidió aprovechar su experiencia en Brasil, que es uno de los mayores productores de carne bovina en el mundo, para montar en su finca un negocio de cría de vacunos, con genética avanzada y así lograr una hacienda ganadera de clase mundial. Su apuesta no solo es producir con la mejor calidad, sino de forma sostenible con las comunidades que viven allí y sin necesidad de subsidios del Estado. Hasta ahora, lo está logrando.
Proyectos ambiciosos
Tanto el sector público como el privado le están apostando a la altillanura colombiana como un eje de desarrollo estratégico que dinamizará la economía colombiana. Y no es para menos. En la región se adelantan distintos proyectos que contribuirán al progreso no solo económico sino social.
Uno de estos es el Corredor del Pacífico a la Orinoquia, que tiene una longitud de 1.500 km y va desde Buenaventura, en el Valle del Cauca, hasta Puerto Carreño, en el Vichada, pasando por cinco departamentos: Valle del Cauca, Tolima, Huila, Meta y Vichada e impactando positivamente el transporte de todos los departamentos del centro del país. Esta sería la única vía transversal del país, pues las vías actuales son todas de norte a sur o de sur a norte y permitiría llevar productos a los puertos para los mercados del Pacífico, como China, India, Malasia y Corea, entre otros.
Los estudios fueron contratados por el Invías y actualmente están a punto de ser entregados por la empresa consultora, según explica Clara Leticia Serrano Castillo, directora Ejecutiva de la Asociación Empresarial para el Desarrollo de la Orinoquia (Asorinoquía), quien anunció que se está buscando la declaratoria de este proyecto como PINE (Proyecto de Interés Nacional Estratégico), lo cual le daría un estatus de proyecto de Estado y no de gobierno.
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Desde el punto de vista del sector privado, Serrano sostiene que hay muchos proyectos productivos que se pueden destacar, entre estos los de Aliar La Fazenda, Poligrow Colombia, Manuelita Aceites y Energía y Riopaila-Castilla, que además están enfocados en el desarrollo social para los pobladores y cuentan con un componente ambiental muy importante. Pero estas no son las únicas iniciativas que se adelantan en esta zona del país.
El director del Centro de Estudios de la Orinoquía de la Universidad de Los Andes, Carlos Montenegro, dice que el monto de los proyectos en la región pueden superar los US$500 millones. Destaca programas productivos en torno a productos agropecuarios como el marañón, con 1.500 hectáreas en Puerto Carreño (Vichada), y el trabajo en el Meta con cadenas productivas como cacao, café, ganadería y maracuyá. En este sentido, se está fortaleciendo la asociatividad, con el fin de alcanzar mejores resultados en materia de productividad. Montenegro afirma que todos estos programas están enmarcados dentro de lo que se ha denominado planeación regional, un trabajo conjunto liderado por la academia y respaldado por los empresarios para impactar política pública.
El exministro Guillermo Perry, en una columna publicada en El Tiempo, sobre el proyecto de la Hacienda San José, afirma que para lograr un desarrollo rural productivo, sostenible e incluyente en la región, es necesario que el Estado ayude un poco más y obstaculice un poco menos. “Un desarrollo agropecuario verdaderamente moderno significa no solo usar las tecnologías y prácticas más productivas, sino también las más avanzadas en materia de protección ambiental, bienestar animal y responsabilidad social”, puntualiza.
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