Opinión

Cuando los gatos te cambian la vida  

Lina Cáceres ama tanto a los gatos que no soporta verlos sin hogar y por eso fundó El Orfagato. A partir de hoy será nuestra columnista y nos contará más sobre sus experiencias.  

Lina M. Cáceres Fundadora de El Orfagato. Candidata a Doctor en Psicología
28 de noviembre de 2016, 2:08 p. m.

El respeto y amor por los animales son gran parte de lo que soy. Sin embargo, sólo fui consciente de eso hace cuatro años, cuando decidí hacer de ese gran amor un proyecto de vida. 

Todo comenzó decidiendo un tema para mi disertación doctoral. Después de leer muchos artículos y de discutir con mi director de tesis sobre algunas opciones, decidimos que el tema sería prevención del maltrato animal. Meses después y con más información en mi cabeza sobre el problema del maltrato animal, me preguntaba ¿cómo puede la gente ayudar a los animales? 

Por esos días apareció una gata en el tejado de una casa contigua a la mía y junto con una vecina comenzamos a alimentarla y a idear un plan para sacarla del tejado. Cuando lo logramos, le encontramos un hogar de paso que la acogió y comenzamos la tarea de encontrarle una familia a “Zara”. 

Unas semanas después apareció una familia. Una tarde de domingo nos dirigimos hacia el nuevo hogar de Zara en Usaquén. La familia estaba dichosa y nos esperaba en la puerta con cara de “ponqué”. Luego de ver lo que le habían comprado para recibirla, acomodar las cosas de la mejor manera, hacer recomendaciones para facilitar la adaptación de Zara al hogar y responder algunas preguntas, nos fuimos con la satisfacción de ver a una gata con una familia feliz. 

Te puede interesar: Si vas por la calle y saludas a los gatos que ves, eres de los míos 

Durante todos esos días en los que Zara encontró a su familia en mi cabeza rondaba una pregunta: ¿cómo puedo ayudar a las demás “Zaras” que hay por ahí en la calle? En ese momento no tenía mucha idea de cómo y creía que no tenía las herramientas. Sin embargo, el tiempo y las circunstancias me dieron la oportunidad de conocer personas que me las darían. 

Tuve el “chance” de comenzar a hacer parte de un voluntariado para ayudar a las “Zaras” de Bogotá: el Equipo CES (del que les contaré en alguna otra columna). Inicié en el equipo haciendo algo muy sencillo: transportar gatos. Mi tarea era recoger guacales llenos de gatos en algún punto de la ciudad, llevarlos a una veterinaria donde serían esterilizados y luego llevarlos al punto inicial. 

Un día, conversando con una persona del equipo, me decidí a hacer algo que era necesario y difícil de encontrar: Crear un hogar de paso. Tomar la decisión fue sencillo, pero yo realmente no tenía idea de qué se necesitaba, así que les pedí ayuda a dos voluntarias que tenían experiencia en el tema. 

Mira también: Cómo entretener a tu gato con juguetes caseros 

Una tarde pasé por su lugar de trabajo y les pregunté qué requería. Hice una lista y al día siguiente le pedí a mi mamá que me acompañara a comprar algunas cosas que “íbamos a donar a una fundación de gatos”. Esa tarde, adapté un cuarto de mi casa y me preparé para recibir a cualquier gato cachorro que necesitara refugio. 

Habíamos acordado que inicialmente recibiríamos únicamente cachorros porque mis dos gatos (Facundo y Pantro) podrían estresarse con la llegada de adultos, pues son dos gatos muy territoriales.   

A los pocos días llegaron cuatro bebés de mes y medio que necesitaban un hogar de paso y ¡yo no cabía de la emoción! Llegaron a casa: Amalia, Teo, Filomena y Flora. Eran cuatro hermanitos rescatados de una bodega del ‘7 de Agosto’. Yo estaba feliz de recibirlos en casa y de aprender todo lo que ellos podrían enseñarme sobre el cuidado de cachorros. Estuvieron en casa cinco meses, en los que logramos presentárselos a mis gatos y perro, superamos un ataque de parásitos y, obviamente, nos divertimos montones. 

Lee sobre: Paso a paso para que hagas arena artesanal para tu gato 

La primera en encontrar su hogar fue Flora, quien se fue con una familia que tenía una hermana gata. Luego fueron Teo y Amalia, que fueron adoptados juntos y tenemos la fortuna de visitarlos a menudo. La última en irse fue Filomena, que se fue a compartir su vida con Gaia, una perra encantadora. 

Cada vez que se iban, yo era un “mar de lágrimas”, pero también tenía la alegría saber que cada uno de ellos tenía un hogar para toda su vida.   

Esa fue una gran experiencia, una que me cambió la vida y que le ha cambiado la vida a muchos gatos, pues desde ese momento han sido más de un centenar los que han estado con nosotros. Así comenzó El Orfagato, un hogar de paso que busca gatos felices con familias felices.   

Si te gustó esta historia y quisieras tener un hogar de paso, no te pierdas mi próxima columna donde te explicaré qué necesitas para hacerlo. 

No dejes de ver: Las 9 cosas que tu gato odia que le hagas

Por: Lina M. Cáceres

Fundadora de El Orfagato y apasionada cuidadora de gatos.  

Estudiante de doctorado

Departamento de Psicología

Universidad de los Andes