Comportamiento
¿Los perros y los gatos son realmente rivales?
Si te gustan los perros y los gatos por igual pero te da miedo tener uno de cada especie al tiempo por su supuesta rivalidad, te contamos que no es imposible que se lleven como verdaderos amigos.
No sabemos desde cuándo empezamos a oír eso de “se llevan como perros y gatos” o “parecen perros y gatos” para hablar de dos personas que no tienen una buena relación. Esa frase, por supuesto, la toman de la rivalidad que siempre se le ha atribuido a dos de nuestros animales favoritos en el mundo. Pero ¿será cierta?
Depende.
En algunos casos simpatizan casi que desde el primero momento. Se ven, se gruñen, se olfatean y luego todo es juegos, paz y amor. En otros, puede tardar un poco más y esta labor requerirá de paciencia por parte del jefe humano de la manada. Forzar las cosas nunca será una buena idea.
Lo cierto es que no se puede generalizar. No son enemigos porque sí.
¿Por qué se consideran rivales?
Los perros y los gatos tienen personalidades diferentes, hablan idiomas diferentes y eso se nota en su rutina y en su interacción con humanos. Mientras los perros son efusivos y les encanta que los mimen, que les jueguen, los gatos son más independientes y prefieren decidir si estar solos o no.
A esto hay que sumarle que mientras los gatos se parecen entre sí, independiente de la raza, los perros tienen comportamientos distintos y como podemos encontrarnos un Pastor Alemán tierno y tranquilo, podemos conocer a un Pincher furioso y gruñón.
Además, algunas actitudes de los perros como saltar o mover la cola son interpretadas por los gatos como una amenaza y eso hace que tomen distancia.
Pero con paciencia pueden llegar a ser los mejores amigos, así que no te preocupes. Si quieres tener en casa perros y gatos al mismo tiempo, hazlo, solo debes tener ciertas cosas en cuenta para que la relación sea la mejor.
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Celos, malditos celos
Sí, ellos también se ponen celosos cuando ven que su humano está más cariñoso con otro animal, por eso es muy importante que ambos reciban el mismo cariño, que ambos tengan la misma atención. Lo ideal sería que convivan desde cachorros y que sean de sexos opuestos, para reducir los posibles roces.
Para bajar la tensión, puedes usar el juego como un pretexto para acercarlos. Eso sí, nunca los obligues.
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