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¿Por qué el celo de tu gata se puede convertir en un dolor de cabeza?

Puede llegara a ser muy confuso para muchos dueños de gatas la llegada de su celo y los drásticos cambios en su comportamiento. En 4 Patas te ayudamos a entenderlo mejor.

Diego Alejandro Mora
2 de marzo de 2017

Hay decisiones que muchos dueños tienen que tomar, incluso antes de traer una nueva mascota a casa. Se deben tener algunas variantes en cuenta como la especie, tamaño, cantidad de pelo y, la decisión más importante de todas, su sexo.

Cuando decides adquirir una hembra, ya sea por razones de comportamiento, temperamento, reproductividad o porque simplemente no discriminas entre ambos sexos. Es importante que tengas en cuenta que, si no está esterilizada, entrará  periódicamente en celo como respuesta a su instinto natural de reproducción, momento en el que buscará alocadamente un macho.

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En las hembras de especie canina el celo se presenta, en condiciones normales, dos veces al año (cada seis meses) con una duración de dos semanas. En las gatas, por el contrario, se vuelve una ardua rutina donde los dueños nos podemos confundir y sorprender por las alteraciones en su comportamiento.

Guillermo Rico, médico veterinario y docente universitario, nos aclaró que el celo de las gatas puede durar entre 3 y 10 días. Si esta no queda preñada, puede esperar dos o tres semanas y volver a entrar en celo.

Lo curioso de esta actividad natural es que una influencia tan mínima como la presencia de un gato macho, puede generar que entre en calor otra vez. Tampoco es raro que las hembras que se encuentren alrededor también inicien su ciclo sexual por la influencia de tu gata.

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¿Cómo es posible esto?

Esta “locura sexual” se produce gracias a una secreción cargada de feromonas que expulsa tu gata al momento de estar en su punto más activo del celo. De manera contraria a las perras, no se produce sangrado ni una transformación evidente como inflamación o enrojecimiento.

Es bien sabido que su olfato  y oído es muchísimo más desarrollado que el nuestro, por lo que estos felinos pueden identificar el olor a una gran distancia y escuchar los maullidos que las gatas emiten de forma ruidosa para llamar a los machos que se encuentren en el perímetro.

Ellos acudirán a la busca de su “adonis” y de ahí que en las noches se escuchen tantos ruidos en los tejados de tu vecindario, puesto que sus prácticas de apareamiento son tan fuertes como su temperamento y dominancia dentro del hogar. En gatos, la eyaculación es muy rápida y algo dolorosa debido a las espículas que posee el pene del gato.

El portal web del Centro Veterinario Puerto de Mar, publicó que, a diferencia de otros mamíferos, donde se produce una ovulación espontánea durante el ciclo, en la gata es necesaria una estimulación del cuello uterino, como sucede durante el apareamiento, para que tenga lugar.

Este es el motivo por el cual la gata presenta un nuevo celo al cabo de unos días si no ha sido montada. Si el acoplamiento se ha producido, la ovulación sobreviene a las 24 o 48 hs.

Una curiosidad es que hay gatas que pueden salir nuevamente en celo dando de mamar a sus gatitos o incluso estando embarazadas. En éste último caso, si se produce cópula puede producirse una nueva gestación, coexistiendo dos camadas de distintas edades.

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¿Cómo lo puedes identificar?

Una gata en celo:

- Se muestra consentida

- Maúlla alto

- Se lame con frecuencia (en especial los genitales)

- Pierde el apetito

- Orina fuera de su arenero

- Presenta posición de monta (baja la cabeza y ladea la cola)

**Gifphy

En la Revista 4 Patas nos preocupamos por el bienestar de todos los animales y de tus mascotas, por lo que es primordial recordarte que la mejor opción para prevenir la proliferación, maltrato y abandono de mascotas en las calles de nuestro país, es acudiendo a las jornadas mensuales de esterilización que hacen las diferentes alcaldías.

También puedes tomar la iniciativa y acercarte a la veterinaria más cercana para que realicen el procedimiento. Una sola gata puede producir  entre cuatro y diez cachorros, por lo que al año la cuenta puede ascender a más de 27 gatitos a los cuáles no se les puede garantizar una buena vida en todos los casos.

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