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A Ivanka Trump y Jared Kushner no los quieren en ninguna parte
Tras el polémico cuatrienio de Donald Trump, su hija y su yerno son vistos como parias por la alta sociedad de Nueva York. Florida es dominio de la odiada madrastra, Melania Trump, mientras que en Washington no son nada sin el poder. ¿A dónde irán?
“He tenido la visión de que Ivanka llega con su maquillaje y peinado de mil dólares a un sitio como la Metropolitan Opera y la echan”, le dijo a The New York Times la socialite Jill Kargman, que hace parte de los muchos en la ciudad que quieren humillar a la hija favorita de Trump.
“He tenido la visión de que Ivanka llega con su maquillaje y peinado de mil dólares a un sitio como la Metropolitan Opera y la echan”, le dijo a The New York Times la socialite Jill Kargman, que hace parte de los muchos en la ciudad que quieren humillar a la hija favorita de Trump.
Esa inquina se había hecho manifiesta desde hacía tiempo, pero se agudizó con la insurrección que llevó a la toma del Capitolio el pasado 6 de enero. La imagen de Ivanka al lado del ahora expresidente durante su incendiaria proclama y el hecho de que ella luego llamara “patriotas” a los manifestantes, le está pasando una cara factura, tanto a ella como a su marido.
“¿Cómo querer asociarte con la familia más tóxica en la historia de Estados Unidos?”, le expresó a Vanity Fair un examigo de la pareja.
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Antes de que el mandatario asumiera la presidencia, en 2017, las cosas pintaban muy distinto para ellos en la Gran Manzana, donde ambos se hicieron un nombre, tras despegar bajo el ala de sus adineradas familias y constituirse en propietarios de sus propios negocios.
Por eso eran el dúo dorado, asiduo de las citas cumbre de la noche neoyorquina, como la gala del MET, la pasarela de Carolina Herrera o las veladas en el Lincoln Center, en las que alternaban con Rupert Murdoch o Michael Bloomberg.
La urbe no es muy adepta al Partido Republicano, que respaldó a Trump. En las presidenciales de 2016, las cuales él ganó, nueve de cada diez neoyorquinos votaron por su oponente, Hillary Clinton, al tiempo que en los recientes comicios, el sesenta por ciento prefirió a Joe Biden. “Las celebraciones por la victoria del demócrata dejaron claro que los Trump no son bienvenidos”, concluyó CNN.
El gobierno de Trump no gustó en la Capital del Mundo, cuyo sector del arte emprendió una campaña bajo el handle @dear_Ivanka (querida Ivanka) para expresar los temores por las políticas de su padre. “Apelamos a ella pues creíamos que, potencialmente, era una de nosotros”, explicó la artista y activista Marilyn Minter.
A la postre, concluyeron, Ivanka y Jared, principales asesores de Trump en la Oficina Oval, no eran muy diferentes a él y Minter asegura que jamás les venderá sus obras.
“Debe haber consecuencias por portarse de modo tan aborrecible. ¿Cómo perdonar tanta crueldad?”, le dijo a The New York Times, que recogió el testimonio de Mike De Paola, de la junta directiva de varios museos, sobre muchos galeristas que prefieren salir del mercado antes que negociar con ellos, unos reputados coleccionistas.
La pareja también paga la mala actitud del presidente hacia la ciudad, sobre la cual declaró que es una pesadilla y que ya no es lo que fue. “Nadie va a olvidar eso”, sentenció Kargman.
Y medios como el propio Times y CNN han hablado del “desagrado insuperable” hacia Ivanka y Jared. Para el escritor Paul Rudnick, el resentimiento es tal que en Manhattan “casi nadie es capaz de admitir que es amigo de ellos”.
Los que estarían dispuestos a escoltarlos en su retorno cayeron en la mala. Ken Kurson, exeditor del diario The Observer cuando era de Jared, fue apresado por acoso cibernético; y Adam Neumann, fundador de WeWork dejó la empresa en medio de un feo escándalo.
Corredores inmobiliarios opinan que Ivanka y su marido no pasarían el escrutinio de los condominios de las familias de tradición, que “los encuentran vulgares”.
A Ivanka, quien fue modelo, le quedaría la carta de la moda. Antes de llegar al palacio presidencial le iba bien con su marca de ropa, pero ese mundo, también muy demócrata, está listo para evitarla, cuenta Batsheva Hay, una reputada modista.
“Ninguna casa va a querer prestarle ropa para las galas, tendrá que comprarla a escondidas en los almacenes”, señaló. Si la “exprimera hija” un día fue muy solicitada para las portadas de las revistas, hoy no la quieren ni en la última página.
De otro lado, Anna Wintour, la poderosa editora de Vogue y quién decide quién va a la gala del MET, el culmen de la vitrina social, ha hecho público su desagrado por Trump, así que no es muy factible que los Kushner vuelvan por allá.
Tampoco faltan tormentas legales y financieras. Los Trump, incluida Ivanka y sus hermanos, están demandados en una corte federal de Nueva York por supuesta participación en un esquema fraudulento de marketing.
La inmobiliaria de Kushner, multada varias veces por abusar de sus arrendatarios, violar las leyes en esa materia y con una deuda de 285 millones de dólares, enfrenta un proceso que involucra fondos públicos. Además, los esposos le deben 25 millones de dólares al Bank of America, así que necesitan producir buen dinero para pagar.
Como saben del mal ambiente en Nueva York, han considerado Florida, donde residirá su padre. Ello le convendría a las aspiraciones políticas de Ivanka, pero la frena la presencia de su madrastra, Melania Trump, a quien detesta. Hace poco compraron una propiedad allí, pero acaban de ponerla en alquiler.
¿Y Washington? Según sus allegados en la Casa Blanca, Jared, lanzado hace poco como candidato al Nobel de Paz, podría seguir allí, trabajando en temas como la justicia criminal o los Juegos Olímpicos. Pero un senador republicano le dijo al Times que “ellos solo han experimentado la capital estando en el poder y cuando no lo tengan nadie contestará sus llamadas”.
A “Javanka”, como son llamados uniendo partes de sus nombres, les queda Nueva Jersey, viejo feudo de los Kushner, aunque hay quienes creen que no todo está perdido en la Gran Manzana. Una donación de 40 millones de dólares a uno de los grandes museos le valdría a Ivanka un puesto en la junta directiva y el regreso a departir con la gentry, conjetura el novelista y cronista de alta sociedad Dirk Wittenborn.
*Este artículo apareció en la revista Jet-set.