LIBROS
Fernando Vallejo acaba con todos en 'Memorias de un hijueputa'
En su más reciente novela, el escritor antioqueño derroca a Duque, fusila a los expresidentes, mata a los exguerrilleros, masacra a los senadores y decapita a los banqueros. Es su regreso al país luego de pasar varias décadas de autoexilio.
La historia no podría ser más rara. Un dictador, que ejerce todo su poder desde el Palacio de San Carlos, en el centro de Bogotá, le dicta sus memorias a su amanuense, Peñaranda, y entre insultos, blasfemias, reflexiones sobre la vida, ideas inconexas y recuerdos desordenados narra lo que podría ser un futuro alternativo de Colombia.
Un futuro bastante bizarro, pues el tirano cuenta cómo derrocó al presidente Iván Duque con ayuda de los militares, cómo mandó a fusilar a César Gaviria, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, cómo masacró a los congresistas con tanquetas del Ejército que apuntó contra el Capitolio Nacional y cómo tomó venganza contra políticos, empresarios, sacerdotes y otras figuras de la realidad colombiana.
En contexto: Fernando Vallejo vuelve a Colombia, después de décadas, para quedarse
Todo eso cuenta Memorias de un hijueputa, la nueva novela de Fernando Vallejo, uno de los escritores vivos más importantes de Colombia.
La obra se ha convertido en una de las publicaciones más comentadas de esta edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá. No solo porque está llena de críticas mordaces a la realidad colombiana, sino porque muchos de los masacrados, fusilados y decapitados aparecen con nombre propio.
Vallejo recurre a pasajes y personajes de sus obras anteriores y confunde partes de su propia biografía con la del tirano, mientras deja en claro que se trata de personas diferentes.
No podía haberla escrito otro autor. El antioqueño, reconocido por sus obras de gran calidad (La virgen de los sicarios, El desbarrancadero, Casablanca la bella), también ha hecho noticia por sus palabras contra Colombia, sus empresarios, su clase política o la Iglesia católica, y por sus posiciones y discursos provocadores.
Esta vez, en lo que algunos críticos llaman su obra más política, le vuelve a dar rienda suelta a su repertorio. Pero a diferencia de ocasiones anteriores, pasa a la acción mediante el dictador ficticio.
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Y lo hace en primera persona, recurre a pasajes y personajes de sus obras anteriores y confunde partes de su propia biografía con la del tirano, mientras deja en claro que se trata de personas diferentes. En algún momento, de hecho, el personaje habla de Vallejo, el gran escritor de Colombia.
El dictador, del que nunca se conoce el nombre, también nació en Medellín y, como el escritor, habla con nostalgia de sus años de infancia en Santa Anita, la finca de su abuela entre Envigado y Sabaneta. No es la única coincidencia: ambos son abiertamente homosexuales, estudiaron cine, escribieron libros y pasaron por Nueva York, Roma y México antes de volver a Colombia.
Ambos, además, aman a los animales por sobre todas las cosas, odian a los curas, no están de acuerdo con la reproducción y detestan a los políticos, los médicos y los periodistas.
Foto: Fernando Vallejo presenta su libro en la FilBo, junto a Mario Jursich.
Pero el dictador va más allá de las palabras. Además de fusilar a los presidentes y de masacrar a los congresistas, acaba con exguerrilleros como Timochenko y Santrich, mata a Antanas Mockus en venganza por haber electrocutado a 400 perros callejeros cuando estuvo en la alcaldía de Bogotá, le quita la cabeza a Luis Carlos Sarmiento Angulo, ordena acabar a punta de kalashnikovs y helicópteros artillados una protesta de motociclistas en Medellín y luego masacra a los médicos, a los curas y a los cobradores de impuestos de la Dian.
“Solo me faltó Petro”, dijo Vallejo en chiste hace pocos días, cuando presentó su libro en la Filbo.
El regreso del exilio
La novela aparece en un momento clave para el escritor, que en marzo de 2018, luego de cinco décadas de vivir en el extranjero, volvió para quedarse definitivamente en el país. Llegó a su casa de Medellín, la famosa Casablanca, protagonista de una de sus novelas, solo con su perra Brusca y sus maletas.
En realidad llegó a México muy joven porque quería hacer cine y se quedó porque conoció a David, quien le cambió su vida.
Atrás quedó Ciudad de México, donde vivió desde 1971 y de donde salió luego de la muerte de David Antón, un escenógrafo mexicano que fue su pareja de muchos años.
Atrás también quedó su polémica renuncia a la nacionalidad colombiana, que anunció en mayo de 2007 cuando adquirió la mexicana y desató un debate nacional. “Que quede claro: esa mala patria de Colombia ya no es la mía y no quiero volver a saber de ella -había escrito esa vez-. Lo que me reste de vida lo quiero vivir en México y aquí me pienso morir”.
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Hoy piensa distinto. A Mario Jursich le respondió en la Feria del Libro que aunque ha pasado casi dos terceras partes de su vida afuera, siempre ha hecho parte del país.
Y también se sabe que en realidad comenzó a tramitar la nacionalidad mexicana para evitar un posible carcelazo cuando lo denunciaron por un texto que escribió en la revista Soho contra la Iglesia católica.
Luego de un breve regreso a la Medellín de 1994, llena de narcotráfico y sicariato, publicó ‘La virgen de los sicarios‘, su novela más conocida.
La verdad, según le dijo hace poco a la revista Gatopardo, es que fue a México muy joven porque quería hacer cine y se quedó porque conoció a David, quien le cambió su vida. Tenía 28 años y había intentado estudiar varias carreras, como derecho o filosofía, sin éxito. Y aunque había estado por Nueva York y Roma, no había logrado establecerse.
Su familia era acomodada: su papá, Aníbal Vallejo Álvarez, fue senador y ministro. Y él había sido el primero de nueve hijos. Para esa época ya aceptaba abiertamente su homosexualidad y era ateo, vegetariano y amante de los animales.
Foto: Fernando Vallejo fue portada de la última edición de la revista Arcadia (Pilar Mejía)
Empezó a escribir cuando quiso hacer una biografía de Porfirio Barba Jacob. Sin embargo, escribió más bien una gramática del lenguaje literario, que creó cuando se vio en dificultades para terminar el libro del poeta. Ahí encontró su verdadera pasión, pues luego escribió una especie de saga autobiográfica de cinco libros.
Y luego de un breve regreso a la Medellín de 1994, llena de narcotráfico y sicariato, publicó La virgen de los sicarios, que le dio fama mundial. Más adelante llegó El desbarrancadero y luego novelas y ensayos de tono cada vez más crítico y lleno de insultos.
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Acostumbrado a mezclar elementos autobiográficos en sus novelas y a confundirse con el narrador de sus libros, ha logrado crear un personaje misterioso del que nadie sabe en realidad qué es cierto y qué es falso.
Esa estrategia alcanza un clímax con esta novela: su venganza contra todos los que lo han molestado alguna vez y el compendio de sus quejas y reclamos. Un libro que, sin duda, ayudará a entender esta época en el futuro.