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Alberto León, actor de ‘Betty, la fea’, contó el difícil momento en el que casi se queda ciego; gastó una millonada en cirugías
El intérprete de 63 años les recomendó a sus seguidores tener mucho cuidado con la salud de los ojos.
La salud de los ojos requiere sumo cuidado, pues son órganos muy delicados que están expuestos al entorno y que controlan uno de los sentidos vitales, el de la vista. Un mal golpe o una pequeña mugre podrían comprometer su buen funcionamiento.
Que lo diga el actor Alberto León Jaramillo, conocido por su papel de Saúl en ‘Yo soy Betty, la fea’, quien sufrió un percance con su ojo derecho hace algunos años, el cual lo puso a pasar un susto de esos que nadie quiere vivir.
Y es que, según contó en el programa ‘La Red’ de Caracol, un día comenzó a “ver pajaritos” por uno de sus ojos, a lo que le siguió una pérdida momentánea de la vista. Con alerta, el artista corrió a un hospital y se hizo revisar.
“Vi pajaritos y yo dije: ¿qué es esto?, mosquitas, ¿qué es esto, Dios mío? Algo anormal, algún sucio y me molestaba y de pronto empezó a ponerse oscuro el ojo por pedacitos. Oscuro y venía aumentando el oscuro y por completo perdí la visión”, recordó.
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Pero, aunque estaba profundamente asustado, recuerda que fue el buen humor lo que lo mantuvo con paciencia en medio de la incertidumbre de lo que pasaría con él. Ya en el centro médico le confirmaron que había padecido un desprendimiento de retina, por lo que tuvieron que intervenirlo.
“De una a urgencias, desprendimiento de retina y cirugía ya, anestesia general, yo recuerdo muy bien que el anestesiólogo me dijo: ‘Bueno, ¿vino o vodka?’, y yo le dije: ‘No, ponle whisky’ y sentí que entró esa sustancia a mi sistema y quedé profundo. Desperté ya en la sala de operaciones todavía con mi ojo vendado y estuve todo el día en recuperación y por la noche estuve en casa”, contó.
Por lo menos 10 millones de pesos salieron del bolsillo del intérprete en ese momento, pues se trataba de un procedimiento complejo. No obstante, reveló que lo más duro no fue eso, sino el período posoperatorio, en el que se sintió profundamente solo.
“Sentí miedo, sentí pánico, me sentí muy solo. Durante la recuperación dormir sentado, no agacharse, no levantar pesos, no hacer deporte, no hacer esfuerzos, juepucha y cuando uno se pone a ver, todas esas cosas las hace uno diariamente en cantidad”, agregó a su experiencia.
No conforme con lo que le había sucedido, la vida volvió a jugarle una mala pasada a su visión. Esta vez el afectado fue el ojo izquierdo. Esto ocurrió años después del suceso comentado anteriormente.
Sufrió una hemorragia, lo que lo llevó de urgencias una vez más, pues esta es una de las señales de aviso del desprendimiento de retina. Por fortuna, él ya lo sabía.
“Algún vasito se rompió en la retina y la hemorragia como que, ‘hey ojo con eso’; entonces inmediatamente fui a urgencias. Primero sentí como una telarañita roja y esa telarañita se convirtió en una nubosidad completa entonces perdí la visión. No me pueden hacer una ecografía porque la hemorragia no permite ver más allá, pero en la segunda visita a urgencias sí se pudo ver que habían dos desgarros, estos desgarros son terribles porque es como el anuncio de que puede venir un desprendimiento de retina y el desprendimiento sí es terrible”.
En esa ocasión tuvo que pagar cerca de 2 millones de pesos para el tratamiento con láser al que se sometió por el desgarro. Finalmente, describió parte de su segundo calvario oftalmológico y mandó un mensaje a todos los televidentes.
“El desgarro implica una rotura el desprendimiento, una separación. Es una lotería que nadie se quiere ganar, pero hay que estar muy pendientes de la retina”, concluyó el nacido en Buenos Aires.