NACIÓN

El día en que Aleida confesó a Belisario Betancur

Aleida, el célebre personaje de Vladdo, que semana a semana disecciona el tema del amor, entrevistó a Belisario Betancur, un enamorado empedernido que falleció este 7 de diciembre.

22 de mayo de 2000

Tras muchos años de silencio público, en el año 2000 el expresidente Belisario Betancur (q.e.p.d) accedió a dialogar con un medio. La entrevistadora: Aleida; el tema: el amor; la única condición: cero política. Esto fue lo que el expreidente, fallecido este 7 diciembre, habló en aquella oportunidad con el personaje de Vladdo.

Aleida: Usted es como coqueto, ¿o me equivoco?

Belisario Betancur: Toda la vida se me ha sindicado de ser simpático con la gente. Si eso se puede tomar como coquetería, sí, soy coqueto.

A: ¿A quién le echó el primer piropo?

B.B.: A Rosa Helena.

A: ¿Qué le contestó?

B.B.: Que sí nos veríamos. Yo tenía 18 años; ella 15.

A: El mejor piropo que ha echado en la vida

B.B.: Apaguen la luz que ella tiene planta propia (a una mujer con ojos bonitos).

A: El mejor piropo que ha recibido...

B.B.: Uno que no puedo repetir.

A: Una canción que no falle con las mujeres...

B.B.: Como experto en música de carrilera, y en tangos que no hablan sino de fracasos, no estoy en capacidad de contestar. Usted comprende que con una canción como aquella que comienza ‘si no me querés te corto la cara’, o el tango que empieza ‘por ser bueno me pusiste a la miseria’, hay muy poco porvenir.

A: ¿Se ha desilusionado?

B.B.: Esa música de carrilera lo hace sentir a uno desilusionado, por la música misma, y no por la vida real.

A: ¿Qué no le gusta del amor?

B.B.: ¿Qué no me gusta del amor? La cursilería. Y todos los enamorados somos cursis.

A: ¿Qué lo asusta de una mujer?

B.B.: Nada. Como dicen en mi tierra, en partes más oscuras me ha cogido la noche.

A: ¿Sexo virtual o real?

B.B.: Mezcladito.

A: ¿Sexo oral o escrito?

B.B.: Cantadito.

A: ¿Qué es lo más grande que ha hecho por amor?

B.B.: No volvamos el amor un asunto de hazañas o no hazañas.

A: ¿Se ha arrepentido de algún amor?

B.B.: No.

A: ¿Alguna vez ha tenido que esconder el extracto de las tarjetas de crédito?

B.B.: Obviamente, he usado tarjetas de crédito; pero nunca las he manejado.

A: ¿Qué vicio tiene?

B.B.: Tuve el vicio del poder, pero se me acabó.

A: Según el poeta, “amor divulgado rara vez es duradero”. ¿Usted qué opina?

B.B.: Eso se escribió cuando no había ni radio, ni televisión, ni revistas. Mejor dicho, eso es un anacronismo.

A: ¿Qué es lo primero que le mira a una mujer?

B.B.: El duende.

A: ¿Y lo primero que le agarra?

B.B.: Nada.

A: ¿Qué es lo que más admira en la mujer?

B.B.: El ángel.

A: ¿El amor es ciego?

B.B.: No.

A: ¿Querer es poder?

B.B.: Depende...

A: ¿El poder es afrodisíaco?

B.B.: Siempre he admirado a quien dijo que la libido imperandi es más fuerte que la otra.

A: ¿Alguna vez lo echó una mujer?

B.B.: Nunca tuve aeropuerto alterno, ni contrata de trasteos.

A: Cómo es mejor hacerlo: ¿con amor o con ganas?

B.B.: Ambos se ayudan.

A: ¿Cree en el amor sin fronteras?

B.B.: Esa es una de las cursilerías de que le hablé.

A: ¿... y en el amor a primera visa?

B.B.: Sí, si es de un país vecino.

A: Quién sedujo a quién: ¿usted a Dalita o Dalita a usted?

B.B.: Dejémosle ese bello asunto a algún heredero de Corín Tellado.

A: ¿Los amores son más difíciles ahora que antes, o viceversa?

B.B.: Para Dante y Petrarca el amor siempre fue difícil. Para Bertrand Russell, siempre fue fácil. Y para Florentino Ariza, de Gabo (El amor en los tiempos del cólera), fue una nueva odisea homérica.

A: ¿Cuánto tiempo dura el amor eterno?

B.B.: El filósofo paisa Darío Gómez dice: “...nadie es eterno en el mundo...”.

A: ¿Un amor platónico?

B.B.: Lo sigo teniendo: escribir un poema que muchos recuerden... Una amiga española decía con más realismo mágico: “Comer quimera”.

A: El poema (o verso) de amor de su autoría que más le gusta...

B.B.: La cursilería no me deja contestar.

A: Ya que le parezco tan ‘inresistible’, ¿por qué no me escribe aunque sea un versito ... ?

B.B.: Usted, Aleida, me gusta tanto que, aunque dijeran que soy coqueto, casi me atrevería a hacerle el obvio acróstico. Pero no: más bien usted, que es cartesiana contemporánea, me permite compararla en términos muy favorables con la protagonista de un famoso diario de mucho éxito por estos tiempos, en el que su autora —haciendo el balance de una semana desastrosa en materia de propósitos sobre dejar de fumar, bajar de peso y llevar a la cama a otro yuppy—, formula esta lapidaria conclusión: “Al fin y al cabo, la felicidad del ser humano consiste en fijarse metas inalcanzables”. ¿Ve, Aleida, cómo me puse trascendental y cursi? Es el amor que le tengo. ¿Le puedo dar un beso?