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Amargo aniversario para la reina Isabel II: fotos de su boda real con el príncipe Felipe en 1947
Tras el fallecimiento de su esposo, este 2021, los medios británicos calificaron esta fecha como una de los días más dolorosas para la reina.
En abril de 2021, la realeza británica se vistió de luto tras la muerte del duque de Edimburgo, el príncipe Felipe, esposo de la reina Isabel II. Durante más de un mes estuvo hospitalizado por varias complicaciones de salud.
Casado desde el 20 de noviembre de 1947 con Isabel II, cinco años más joven que él y soberana desde 1952, el príncipe Felipe batió en 2009 el récord de longevidad de todos los cónyuges de los monarcas británicos.
Tras haber participado en más de 22.000 compromisos públicos oficiales desde la coronación de su esposa, el duque anunció el retiro de la vida pública en agosto de 2017. Incluso cuando la familia real se reunió para discutir esa decisión, los medios ingleses esperaban que se confirmara una especulación que había tomado fuerza para ese entonces y era que el duque de Edimburgo había fallecido a los 95 años y por ese motivo la familia real había convocado una reunión de urgencia, pero simplemente fue para anunciar que el esposo de la reina Isabel se retiraba de la vida pública.
Desde entonces, su salud fue la mayor preocupación de la familia real y de su esposa, pues estuvo hospitalizado varias veces por “problemas de salud preexistentes”.
Justamente, el sábado 20 de noviembre de 2020 la pareja celebró su último aniversario de bodas de manera confinada, pues debido a la pandemia los dos pasaron su día en Windsor Castle. Sin embargo, este año, la reina pasó el primer aniversario de bodas sin su esposo el príncipe Felipe, lo que sin duda fue recalcado por la prensa británica como ‘’un día doloroso y amargo” para ella.
Amor eterno
Isabel y el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca eran parientes y se habían cruzado en un par de ocasiones, pero solo hasta el 22 de julio de 1939 se conocieron formalmente, en el Royal Naval College de Dartmouth (en la foto de abajo), donde él era cadete. Ese día, Felipe, de 18 años, no le paró muchas bolas a Isabel, de 13, quien no le quitó los ojos de encima.
Desde ese día empezaron a escribirse y para 1944 la relación se había transformado en romance. Luego de su participación en la Segunda Guerra Mundial, Felipe le propuso matrimonio a la princesa en el verano de 1946 en el castillo de Balmoral. Ella le dio el sí sin consultarle a su padre, quien accedió al verla tan resuelta a renunciar al trono si no la dejaba casarse con su amado.
La princesa Alice, madre de Felipe, sacó una corona que tenía guardada en un banco y con algunos de sus diamantes Felipe le encargó el anillo de compromiso a la casa Philip Antrobus, Ltd., de Londres.
En la antesala del casamiento, el 18 de noviembre de 1947, los reyes dieron un baile, calificado de “sensacional” por un testigo.
Como de costumbre, el rey Jorge lideró la conga y el novio se encargó de repartir los regalos de la novia para las invitadas: polveras de plata estilo art déco, con las iniciales de ella y Felipe en oro más cinco cabuchones de zafiro.
Jorge nombró a Felipe duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich, con tratamiento de alteza real.
La boda fue una de las más esperadas en las calles de Londres, donde, a pesar de las bajísimas temperaturas, una multitud de personas se congregó (algunos reservaron puesto con días de anterioridad) para ver el paso de la carroza irlandesa en que la princesa y su padre se trasladaron a la abadía de Westminster.
A las 11:30 a. m., Isabel desfiló del brazo del rey por el templo al son de la Marcha nupcial de Parry. Iba envuelta en un lujoso vestido de Norman Hartnell, sufragado con cupones de racionamiento impuestos por el Gobierno por la miseria de la posguerra. Le llevaban la cola del traje los príncipes Michael de Kent y William de Gloucester, sus primos.
Felipe, lugarteniente de la Royal Navy, la esperaba ataviado con su uniforme, adornado con la Orden de la Jarretera, la cofradía de caballería más antigua del mundo, que también le había concedido su majestad. “Era el príncipe vikingo soñado por muchas chicas de la época”, dijo su prima lady Pamela Hicks.
Las nupcias fueron oficiadas por Cyril Garbett, arzobispo de York, y presenciadas por 200 invitados.
El código de vestuario exigía morning dress (sacoleva, pantalón a rayas, chaleco y chistera) o uniforme para los caballeros, en tanto que las damas debían ir con trajes y guantes largos, joyas espléndidas, tiaras o sombreros adornados con plumas.
Entre los grandes ausentes se contó el exmonarca Edward VIII, duque de Windsor, tío de la novia y quien abdicó en 1936 por amor a su polémica esposa, Wallis Simpson.
Otros que no recibieron invitación fueron las tres hermanas de Felipe y sus maridos nazis, por obvias razones.