Televisión
Ana de Nadie: “El final de Dolores es una sorpresa y espero que no se pongan tristes”: Judy Henríquez habla en SEMANA de su personaje
Señora Isabel ocupa un lugar especial en la carrera de Judy Henríquez; una serie creada y dirigida por su esposo, Bernardo Romero, y a la que regresó como Dolores en el remake Ana de nadie. Historia de un reencuentro.
Ana de nadie, el exitoso remake de Señora Isabel, ya está en la recta final, después de haberse convertido en la reina del rating de las noches de los colombianos. Ambas producciones tienen el sello de una de las actrices más queridas de la televisión nacional: Judy Henríquez.
Para ella, esta historia ocupa un lugar especial en su vida: fue creada por su esposo, Bernardo Romero Pereiro, traída al presente por su hija Jimena, además de que le permitió compartir set con su otra hija, Adriana. De ese reencuentro, la actriz barranquillera conversó con SEMANA.
SEMANA: Se le ve feliz con todo este éxito de Ana de nadie…
Judy Henríquez: Es que esta historia siempre será muy cercana a mí: la creó mi esposo, Bernardo Romero Pereiro, la protagonicé y ahora volví a ella de la mano de mi hija, Jimena, la libretista, que la modernizó. Señora Isabel correspondía a otra época, de hace 30 años, y ella la puso al día y creó personajes maravillosos como el mío, Dolores de Ocampo. Y hacía tiempo no interpretaba personajes de villana. Me encanta ser la villana de la historia. En Señora Isabel, en Las Juanas, Escalona, siempre había hecho de buena, la señora querida y adorada. Y Dolores tiene su geniecito, su temperamento.
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SEMANA: ¿Cómo se dio esa bonita coincidencia de estar en Ana de nadie?
J.H.: Ni yo misma me lo creo. Supe que se iba a hacer una nueva versión y nunca imaginé formar parte porque mucha gente me recordaba en mi papel de Señora Isabel. Y me sorprendió aún más hacer de la mamá de la protagonista. Agradecí muchísimo que me hubieran llamado y formar parte de todo esto que ha generado la novela, ser un tema de conversación para tantos.
SEMANA: ¿No era algo intimidante recoger un papel que había hecho la maravillosa Teresa Gutiérrez?
J.H.: Por supuesto. Ella hizo un gran papel como mamá de Isabel. Pero ese personaje era el de una mujer tranquila. Doña Dolores tiene más temperamento, es más furiosa, con más carácter. El reto era justamente ese: hacer un personaje diferente. Además, que con Teresa nos unía una gran amistad, solíamos jugar cartas hasta altas horas en su casa.
SEMANA: ¿Cómo vivió hace 30 años llevar a la televisión un tema que sigue siendo tabú: el amor entre un hombre joven y una mujer mayor?
J.H.: Fue la locura. Era la primera vez en Colombia que se trataba ese tema: una mujer que se debatía entre salvar su matrimonio después de que el marido se la había jugado o darse una oportunidad en el amor con un hombre joven. Eso fue muy sorpresivo. Porque ahora es normal ver a las actrices dándose besos y haciendo escenas de cama, pero en esa época no. Por eso, Isabel era una señora tímida, que se sentía obligada a comportarse con recato, le daba pena entregarse. En la calle me pasaban cosas tan divertidas, me decían: “Déselo ya, por favor”. Porque la gente veía que pasaban y pasaban los capítulos y yo no se lo daba al muchacho (risas).
SEMANA: ¿Cómo fue que una periodista terminó convertida en actriz?
J.H.: Estudié Periodismo y Radiodifusión en la Universidad Javeriana. Fui la primera en tener un programa en televisión con niños en el único canal que existía. Y un día me propusieron hacer un pequeño papel en una novela y ya nunca me alejé de la televisión. Luego me llegó un protagónico con Álvaro Ruiz, en Destino: la ciudad, de 1967. En esa producción estuve con Dora Cadavid y Carlos Muñoz. Eran otras épocas, las novelas duraban casi un año y se grababan fuera de Bogotá. Primero hacía roles de antagonista y después de protagonista. Claro, implicó un gran costo familiar porque mis hijas decían que esperaban que cuando llegaran del colegio, yo estuviera en casa. Pero aprendieron a crecer en medio de ese ambiente de la televisión, a ver a su mamá como actriz y a su papá encerrado escribiendo novelas.
SEMANA: ¿Cómo nació su historia de amor con Bernardo Romero?
J.H.: Fue una historia curiosa porque yo tenía un novio y él se ganó una beca para estudiar en Francia. Y el día que lo fui a despedir al aeropuerto quienes me acompañaron fueron Carlitos Muñoz y Bernardo. Después de eso, Bernardo empezó a gallinacearme y empezamos a salir. Al conocerlo, me fui enamorando porque era un hombre muy inteligente. Entonces, le escribí al novio y creo que le rompí un poquito el corazón porque le conté que me iba a casar. Y mucho tiempo después, cuando ya estaba casada, un día me avisan que había un señor en la puerta que quería saludarme y era ese exnovio. Después de eso nunca volví a verlo.
SEMANA: ¿Era muy complicado tener de director al propio esposo?
J.H.: Más que difícil, doloroso. Porque él me exigía muchísimo, más que al resto de actores. Y eso me formó como actriz. Yo era incapaz de llegar a grabar sin saberme la letra. Cuando trabajé en México, no podían entender que no usara apuntador. Les decía que no era necesario porque me sabía mis diálogos de memoria. Eso lo aprendí de Bernardo. Era un director que no perdonaba que la gente llegara al set sin saberse la letra. Se ponía furioso. Marcaba las escenas y teníamos que hacerla exactamente como él decía. Recuerdo que a un actor que le llegó varias veces tarde lo amenazó con que en una próxima ocasión lo sacaba. Y así fue. Era un hombre brillante.
SEMANA: ¿Qué tanto tiene Dolores de Judy Henríquez?
J.H.: Somos completamente distintas. Como mamá, como mujer. No tengo ese temperamento de Dolores, ese personaje está creado totalmente de cero. Y no soy tan machista porque he vivido de cerca todas esas transformaciones que han tenido las mujeres, y que se reflejan en la novela. Las mujeres de ahora son totalmente diferentes a lo que a mí me tocó. Hace tres décadas, una mujer de 50 se consideraba vieja. Hoy aún tiene sueños por cumplir y eso me parece maravilloso. Me tocó una mamá que tuvo 15 hijos, y siempre la vi embarazada. Y no salía de la casa. Hoy en día, y lo entiendo, las mujeres no quieren tener hijos ni casarse, aportan en la casa, a veces ganan más que los hombres.
SEMANA: Ana de nadie se acerca a su final y muchos temen que sea el mismo de Señora Isabel...
J.H.: Es completamente distinto. Y los televidentes se van a sorprender muchísimo. Con mi personaje y con los otros y espero que eso no los deje tristes. Como sea, tal como sucedió con Señora Isabel, esta novela se va a quedar a vivir en el corazón de los colombianos.