HISTORIA
El diario de Heinrich Himmler
Acaba de aparecer en Rusia el diario de la mano derecha de Hitler y autor material del holocausto. Su contenido es la muestra más palpable de lo rutinario que se convirtió el genocidio.
El hombre que comandaba los cuerpos más radicales del régimen nazi, las Waffen-SS y la temible Gestapo, no podía ser sino un monstruo humano. Heinrich Himmler orquestó la infame ‘solución final’, que causó la muerte de más de 6 millones de judíos, gitanos y opositores al nazismo en los campos de concentración. Ese hombre llevó la muerte a una escala industrial, y Hitler lo aplaudió por eso.
Sus diarios, recién descubiertos en Rusia, demuestran que vivía su crueldad con una naturalidad sorprendente.
Damian Imohel, el periodista que rescató el documento de más de 1.000 páginas del archivo militar de Podolsk, Rusia, describió un día común en la vida del asesino. “Se levantaba, tomaba su desayuno y recibía un masaje de su doctor. Llamaba a su esposa, hablaba con su hija al sur de Alemania, y una vez colgaba el teléfono decidía liquidar hombres o visitaba uno de sus campos de concentración”.
El registro cubre los años 1938, 1943 y 1944, y registra las fechas y lugares de todos sus encuentros, que suman 1.600, así como varias decisiones cruciales en su carrera militar. Cuenta que Himmler repartía su tiempo entre reuniones con funcionarios, charlas con el Führer, y visitas para supervisar los campos de concentración, donde detalles como el terror que inspiraban los perros le llamaban la atención. Los canes del campo de Auschwitz lo enorgullecían pues según escribió, “son capaces de desmembrar a quien pase, excepto a sus amos”.
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Pero ese hombre despiadado no toleraba ver la sangre ni los efectos de la violencia. En agosto de 1941 quedó registrado que mientras presenciaba el asesinato de judíos a las afueras de Minsk, casi se desmaya cuando partes del cerebro de una de las víctimas salpicaron su abrigo. Resulta irónico que ese mismo hombre, en una visita al campo Sobibor, en Polonia, no vaciló en esperar horas a que llegaran 400 mujeres y niñas desde Lublin para cerciorarse de la eficiencia del gas en la matanza colectiva. Fiel a su costumbre, balanceó su agenda asesina con la social, y esa noche asistió a un banquete ofrecido en su nombre a varios agentes de alto vuelo de la SS.
El rastro de Himmler comenzó a aparecer desde 2014, cuando la familia Lapa, en Israel, anunció que tenía parte de su archivo personal. Esa compilación cubre el periodo entre 1927 y 1945 e incluye fotos, libros de recetas y cartas de amor a su esposa Margaret. Himmler jamás le reveló a esta detalles del exterminio de los judíos, por más que también era antisemita y compartía su odio antisemita. Estos diarios complementan ese descubrimiento, y son importantes pues ilustran su visión del genocidio.
El 4 de octubre de 1943 anotó los pormenores de una reunión en Poznan (Polonia) en la que explicó a sus subalternos las complejidades del exterminio. “Se dice más fácil de lo que se hace. Porque aparecen 80 millones de alemanes de bien, cada uno con un judío de su agrado, asegurando que todos los demás son cerdos excepto ese”. Concluyó diciéndoles que haber mantenido su decencia mientras cumplían la misión representaba una página de gloria que nunca sería mencionada. En eso se equivocó rotundamente.
En 1945 tropas inglesas lo capturaron en el norte de Alemania con documentación falsa. Una vez supo que no tenía escapatoria aplicó su propia solución final al morder una cápsula de cianuro que tenía en los dientes.
Teniendo en cuenta que el diario de Himmler sería uno de los documentos más importante de la historia del siglo XX, y de la historia del Holocausto, sorprende el nivel de discreción con el que ha sido registrado su descubrimiento. A pesar de que el Deutsches Historisches Institut Moskau ha certificado su autenticidad, los medios de comunicación del mundo quieren conocer su contenido antes de avalarlo. No es sino recordar que dos diarios importantes de la Segunda Guerra Mundial han salido a flote, el de Goebbels, y el de Hitler. El primero resultó auténtico y fue una sensación mundial. El segundo apareció en 1983, era falso y acabó siendo el mayor escándalo en la prensa alemana en el siglo XX.