LUTO
El dolor de las cámaras: la vida de Argemiro que el coronavirus apagó
Argemiro Hernández trabajó por cuatro décadas en noticieros y cubrió eventos como la toma del Palacio de Justicia, la tragedia de Armero y los ataques al World Trade Center. Sus compañeros lo recuerdan por su amor a la salsa, su solidaridad y su energía inagotable.
El 13 de noviembre de 1985, Argemiro Hernández fue a Armero, en el Tolima, para cubrir con su cámara al hombro la avalancha ocasionada por la erupcón del nevado del Ruiz, que sepultó la ciudad y a casi 20.000 personas. Él fue el responsable de las imágenes que aparecieron en los televisores de los colombianos: empezó a seguir el oficio de camarógrafo a principios de los años ochenta por influencia de su hermano mayor y aprendió tan rápido que no tardó en empezar a trabajar en noticieros y cubrir lo que sucedía en la calle. “Después de trabajar todo el día nos sentamos en un hotel en Ibague”, recuerda Fernando Coral, productor general de Noticias RCN y compañero de Argemiro, en esa época, en el noticiero Cinevisión. “En un punto nos tocó dejar las cámaras al lado y ayudar a la gente. Él era así: no podía quedarse sin ayudar al que lo necesitaba”.
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Esa capacidad para entender y valorar al otro fue la clave para ganarse el aprecio de casi todos sus compañeros de trabajo, con quienes compartió más de 40 años de reportería y emisiones de noticias en programas como Contrapunto, Cinevisión, Cripton, QAP y, más recientemente, en Noticias RCN, donde manejaba el puesto de la cámara principal del noticiero. Hasta el pasado domingo 2 de agosto, cuando murió en Bogotá después de haber dado positivo, junto a otros miembros de su familia, a la enfermedad covid-19.
ARGEMIRO HERNÁNDEZ Y SU ESPOSA, ELIZABETH. FOTO: CORTESÍA.
Al ritmo de la salsa
Cada vez que Argemiro Hernández llegaba a los estudios de RCN, en la avenida de las Américas, lo hacía rodeado de canciones de salsa. Podía ser uno de esos típicos lunes grises bogotanos, pero, para él, daba igual: atravesaba el parqueadero con las ventanas de su carro abiertas y la radio a todo volumen con algún éxito de la Sonora Ponceña, Joe Cuba o Celia Cruz. Después, cuando entraba al canal con sus gafas oscuras, su notorio caminado y su traje, que siempre combinaba bien, saludaba a la gente por su apodo –era de los que tenía una manera única de llamar a cada persona–, a veces emulaba ese grito que inmortalizó el periodista Jaime Ortiz Alvear: “¡Salsa con estilo!” y otras veces, recordando la temporada en que vivió en Estados Unidos –donde actualmente vive uno de sus hijos y sus dos nietos– se ponía a cantar la canción de Frank Sinatra, ‘New York, New York’.
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Tenía 58 años y desde que empezó a trabajar en televisión, a finales de los años setenta, dejó huella por su elegancia. La periodista de deportes Andrea Guerrero lo recuerda como la persona mejor vestida que llegaba al canal, sin importar si era o no un día donde había un evento importante. “Le tenían que combinar los zapatos con la correa, o la camisa y la corbata. Hasta si se ponía sudadera le tenían que quedar bien los tenis”, dice Jaime Torres, diseñador gráfico del canal y uno de los mejores amigos de Hernández. Jorge Alfredo Vargas, quien trabajó con él en el noticiero Criptón cubriendo temas de economía y haciendo cubrimientos en diferentes lugares de Colombia, coincide con ellos: “Si me pregunta cómo lo recuerdo, lo veo de corbata, bien peinado, de gabán azul, gafas oscuras y zapato embolado. Pero siempre con su cámara al hombro y positivo, mamando gallo”.
Se fue al cielo Argemiro, uno de los camarógrafos estrella de @NoticiasRCN. Hicimos tanta reportería, vivimos tantos momentos intensos, felices y tristes. ¡Ágil y audaz! Siempre te voy a recordar querido compañero. La vida se nos va a todos un poquito contigo.
— Vicky Dávila (@VickyDavilaH) August 3, 2020
Todo eso, más allá de una característica de su personalidad, era esencial para su trabajo. En un medio de comunicación, donde el ritmo de creación de contenidos y la tensión por las primicias puede llegar a ser una fuente de tensión, ese tipo de personas le dan ánimo, alegría y variedad a la rutina. “Si sabía que no habías almorzado, se iba y te traía un tinto o algo de comer”, dice Inés María Zabaraín, presentadora de la emisión central de Noticias RCN. Era una persona sumamente detallista, que arreglaba un mal día con una colombina o un café, que no permitía que le pagaran. Y también se preocupaba genuinamente por sus compañeros: “Fuimos amigos 35 años en este oficio y nunca hubo un día en que no me preguntara por la salud de mis papás”, dice el productor Fernando Coral. “Por esas cosas es que lo queríamos tanto”.
Hernández fue un camarógrafo que, poco a poco, se convirtió en un reportero nato. Jorge Alfredo Vargas explica que en el periodismo de televisión el reportero y el camarógrafo forman una pareja que funciona como un solo organismo. “Argemiro era un buen ‘partner’”, dice. “Le gustaba la calle, tenía la reportería en las venas y no solo grababa la entrevista, sino que tenía la visión para captar otras cosas”. Esa misma pasión por su oficio la describen otros periodistas que trabajaron con él, como Vicky Dávila, que dijo en un tuit que Argemiro, “uno de los camarógrafos estrella de Noticias RCN”, era una persona “ágil y audaz”.
ARGEMIRO HERNÁNDEZ EN LOS INICIOS DE SU CARRERA. FOTO: CORTESÍA.
Su pasión: la imagen
Jaime Torres, diseñador gráfico y caricaturista, es quien hace muchos de los elementos visuales que aparecen en las transmisiones de noticias. Fue compañero de Argemiro Hernández desde finales de los años setenta, cuando ambos se encontraron en el noticiero Contrapunto. Él recuerda que Argemiro llegó allí como asistente de cámara gracias a su hermano, quien ya tenía experiencia como camarógrafo. “Él no estudio cine ni fotografía, sino que aprendió observando y experimentando, con errores y aciertos”.
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En los años noventa, después de trabajar en el noticiero QAP, Hernández probó suerte y se fue a vivir a Nueva York para estar cerca de uno de sus hijos. Allí fue corresponsal de NTN y RCN y cubrió el atentado del World Trade Center, en septiembre de 2001. Además, aprendió muchas técnicas de reportería y edición que ayudaron a mejorar su trabajo cuando volvió a Colombia: “Argemiro tenía la habilidad para ver lo que otros no venían. Si iba a una rueda de prensa, se las ingeniaba para sacar la imagen que nadie más tenía. Y en el estudio era igual: él no se quedaba en el plano que le marcábamos, sino que proponía y era capaz hasta de arrodillarse o acostarse en el piso para lograr las imágenes que él quería”.
En 2014, para el cubrimiento del Mundial de Brasil, él fue uno de los cerebros detrás de la dirección de fotografía del set que montó RCN en la playa de Botafogo, en Río de Janeiro, y a pesar de ser un hincha absoluto del buen fútbol –y de Millonarios– nunca se despegó de su responsabilidad detrás de las cámaras para que todo saliera perfecto. De hecho, el perfeccionismo era su sello.
ARGEMIRO HERNÁNDEZ CON COLEGAS DE NOTICIAS RCN, EN RÍO DE JANEIRO, DURANTE EL CUBRIMIENTO DEL MUNDIAL BRASIL 2014. FOTO: CORTESÍA.
“No solo era elegante en su manera de vestir y de tratar a la gente, también lo era en su trabajo profesional”, recuerda Inés María Zabaraín. Andrea Guerrero recuerda que una vez, faltando diez segundos para salir al aire, Hernández le pidió que se volteara el broche y se arreglara la cadena, que lleva siempre en honor a su hija. Al finalizar la emisión, ella le dijo. “¡Ya, Arge, ese detalle no importa!”. Pero él le respondió. “Claro que importa, siempre tienes que salir perfecta”.
Se fue un buen amigo y compañero de muchos años con quien compartimos historias y reportería en los noticieros Criptón, Qap y Rcn... Trabajamos con pasión, viajamos, entrevistamos, hicimos crónicas y reportajes... Nos acompañamos y aprendimos... Decansa en paz amigo Arge! pic.twitter.com/QwuXJ1DJe2
— Jorge Alfredo Vargas (@JorgeAVargasA) August 3, 2020
Ese es el legado que tienen sus compañeros de oficio y su familia. Su profesionalismo y su alegría, porque era un tipo que ya fuera detrás de la cámara en un estudio, corriendo con la cámara al hombro en una motocicleta, hablando de fútbol con sus amigos, con el apretón de manos o el abrazo fuerte y sincero, o el baile de una canción de salsa, no hacía otra cosa que disfrutar la vida.