Sin Filtro
Así conquistó el coreano Zion Hwang a su novia colombiana Stephanie Fernández
Aunque es coreano, se siente más colombiano que cualquiera. En nuestro país se convirtió en ‘influencer’ y cantante de música popular.
Zion Hwang habla más colombiano que cualquiera. Dice “parce”, “juepucha”, “pelado” y otras “mañas” que asegura haber aprendido en sus más de siete años viviendo en nuestro país, entre Bogotá y Medellín.
Nacido en Corea del Sur y con un español con marcado acento paisa, cuenta que siendo muy niño, a los 8 años, se mudó a China para aprender mandarín. Allá estuvo por unos 10 años, pues según sus padres, en ese país “había mucho desarrollo”.
Después de pasar por China se fue para Alemania, pero se aburrió y su papá lo convenció de viajar a Colombia para aprender el español. Le hizo caso y aunque pensaba quedarse únicamente dos años, se enamoró del país y se quedó a vivir.
Sin embargo, también encontró el amor en Colombia y conoció a la modelo Stephanie Fernández, con quien tiene una relación desde hace cuatro años. Dice que se quiere casar con ella, pero que ese asunto se tocará más adelante porque aún están muy jóvenes. “Hijo tampoco, porque aunque es una bendición, me falta madurar porque serían dos niños en la casa (risas). Me quiero casar con ella, pero aún no”, dice.
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La historia sobre cómo la conoció la contó en Sin Filtro de SEMANA, un momento que pudo haber salido muy mal para él porque no hablaba español, pero decidió arriesgarse y le salió bien. “A ella la conocí en mi restaurante, que es una bendición porque he conocido a todos allí”.
Agregó: “Una vez la vi en un semáforo cerca del restaurante y pensé: la quiero para mí (risas). Como no hablaba español, pues entré rápido a Google para ver cómo se coqueteaba en Colombia y le dije: ¿No te dolió caer del cielo? Pero ella me miró muy mal”.
Su primer intento de acercarse le salió muy mal, pero como ella entró al restaurante siguió insistiendo. “Después se sentó y yo no me quedé con las ganas, así que empecé a pasar los platos a la mesa, fui a una droguería a comprar un helado porque no teníamos postres y lo arreglé bonito para pasarlo a la mesa donde ella estaba con su familia”.
Sin importar que la mujer estaba con sus padres, hizo todo lo posible para poder hablar con ella y ahí se arriesgó a llevar a la mesa un plato que no tenía en el menú y que fue improvisado. “Le ofrecí el helado y le dije que era cortesía de la casa y que el jefe lo había mandado. Ellos quedaron agradecidos, así que pidieron hablar con el jefe y ahí dije que era yo (risas)”.
Pero como se dio cuenta de que el asunto quedaría ahí, rápidamente se ingenió una forma de poder tener el teléfono de la mujer que le había gustado y que hoy es su novia. “Todo pasó, pero pensé en cómo quedarme con el número de teléfono así que les dije que para ir a comer tocaba reservar (risas), la cosa es que el restaurante estaba solo, pero necesitaba excusa. Ella escribió, marcó y ahí empezó nuestra historia”.
Después de eso empezó el coqueteo por mensajes, claramente con el uso del traductor, y confiesa que muy difícil porque él no hablaba español. Además, revela que lo único que sabía decirle era: ¿tiene hambre? “Las mujeres colombianas son muy bonitas, pero me enamoró de mi novia una cosa: normalmente las modelos no son nobles, pero la llevé a comer empanada en Engativá y comió, ahí me enamoré”.
Aunque parezca increíble, sus primeros diálogos fueron con una señora que vendía empanadas y con la cual cruzó las primeras palabras. Ella le enseñó a hacerse entender y, además, a ser un fanático de las empanadas.
“Yo esto tan enamorado de Colombia, yo amo tanto a Colombia y estoy tan agradecido, es porque Colombia me salvó la vida. La gente, la energía me sirvió para todo lo que he hecho”, dijo en Sin Filtro el nuevo videopódcats de SEMANA.
Pero su vida siguió cambiando, conoció la música popular e increíblemente resultó cantando ese género musical a pesar de su acento oriental. Empezó a mover contenido por redes sociales y se ganó el cariño de sus seguidores.
“Después de tres años de vivir aquí. Me fui a una discoteca y me senté en una mesa, solo. No sabía bailar, pero me movía. Y nadie se me acercaba. Después, pedí una botella de trago. Y nada. Y me fui decepcionado. Me pregunté por qué la gente no se acercaba. Supuse que pensaban que no hablaba español. Después de eso, empecé a escribir letras de canciones en un cuaderno. Primero de reguetón y luego de despecho, como Aventurera y Dulce pecado. Cuando volví a las discotecas, cantaba y la gente se dio cuenta de que si hablaba español y se acercaban. Al comienzo creían que era chino, yo les aclaraba que era coreano”.
Ese talento se le despertó en nuestro país. Reconoce que solo cantaba en la ducha y que sus padres siempre le dijeron que no sería cantante y mucho menos un influencer.
“Mis amigos me enseñaron a grabar videos. Mi familia no lo creía: me decían “eres feo y no eres gracioso”. Pero mis amigos me obligaron, Yefferson y Cintia Cossio. A mí me daba pena hablar frente a una cámara. El primer video que hice fue sobre la changua. Y me gustó. Yo tengo orgullo ‘lolo’, me gusta la changua. Ahora me quito el guayabo con eso”.
Ya lleva una década en Colombia, ha lanzado tres canciones: ¿Culpa de quién?, Infiel y Costumbre, canciones de música popular que ha convertido en virales y que cada día lo tienen más cerca de los grandes exponentes de este género. De hecho, en este 2024 hará una gira para cantarles a sus seguidores y contó con quiénes podría compartir tarima.
No hay duda de que este coreano es más colombiano que cualquiera y que su talento está conquistando a los amantes de la música de despecho. Además de cantar, se convirtió en influencer y también entró al mundo de la gastronomía a través de un restaurante que montó en Usaquén y que por poco debe cerrar por cuenta de la pandemia. Allí conoció a su novia colombiana Stephanie Fernández.
Zion Hwang se convirtió en profeta a más de 14 mil kilómetros de la tierra donde nació y por eso siempre recomienda a sus amigos que visiten nuestro país. “Muchos de mis amigos quieren venir a Latinoamérica. Pero dicen que les da miedo y que es peligroso. Yo les digo que Colombia es una chimba. Mis primos han venido y les ha gustado el café, la gente, que es muy amable, y que hay mucha naturaleza. No les gusta el tráfico, que se demoren tanto tiempo en pocos kilómetros. Yo nunca pensé en quedarme del todo en Colombia, pensé que sería solo cosa de un año. Pero me la paso entre Bogotá, Medellín y Cali. Hace como nueve años no voy a Corea.”