Obituario
“Así no, así no”: la desgarradora despedida de los cantantes vallenatos a Oñate
Silvestre Dangond, Peter Manjarrés y otras estrellas de la música cantaron con el alma ante más de 2.000 personas reunidas en el último adiós del Ruiseñor del Cesar en su tierra natal. La cultura está de luto.
“Así no, padrino, así no debías irte”. Entre lágrimas, Silvestre Dangond despidió a su padrino, Jorge Oñate. La multitud estalló en llanto y los aplausos y los lamentos no cesaban. Pocas despedidas han logrado reunir tanta tristeza, tanta emoción y tanto agradecimiento como el último adiós al Ruiseñor del Cesar que se llevó a cabo este lunes en su municipio natal, La Paz.
“Hoy, con el amor de cinco generaciones que encontraron en sus canciones la forma de expresar sus sentimientos... vuela alto, jilguero”, se escuchaba decir en un video conmemorativo que transmitieron al final del homenaje. El cuerpo sin vida del cantautor Jorge Oñate fue presentado a todos sus coterráneos, centenares de personas que llegaron al pueblo para su velación pública en la plaza Olaya Herrera, centro del municipio de La Paz, en el departamento del Cesar.
“Él fue el padrino del talento de todos nosotros: el que abrió la puerta para que todos pudiéramos hacer crecer nuestra música vallenata”, contaba con emoción Peter Manjarrés. Mientras tanto, Aurelio Núñez se dirigía a todos con la misma nostalgia: “Jorge Oñate es considerado como el mejor intérprete de las canciones de (Rafael) Escalona; el que más las entendía y que le puso ese sentimiento especial”.
No hay cantante vallenato que no hable hoy de esa forma tan trascendental en que Jorge Oñate marcó la historia de los cantantes de la música del Valle de Upar.
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“Al principio esto comenzó con nuestros juglares que tocaban el acordeón y cantaban al mismo tiempo”, declara su tocayo Jorge Celedón, antes de agregar: “Jorge marcó una división, porque antes se decía ‘Emiliano Zuleta y su conjunto’ o ‘Colacho Mendoza y su conjunto’, es decir, que los líderes eran los acordeoneros”.
“Cuando él aparece le da otra pinta al vallenato porque se empieza a hablar de ‘Jorge Oñate y los hermanos López’. Así comienza a dársele más importancia al cantante, que hoy en día tiene una gran relevancia comercial como bien se sabe. Eso se lo debemos a él. Ese fue el gran aporte que nos hizo a los que hoy en día cantamos y no tocamos acordeón”, concluyó Celedón.
El gran Alfredo Gutiérrez, ídolo del género desde hace más de medio siglo, opina como él: “Los grupos siempre habían sido conformados por un solo artista que era acordeonero, cantante y compositor a la vez. Él, con su voz, le dio un toque diferente, le dio más importancia al vocalista que al mismo intérprete del acordeón”.
Peter Manjarrés añade: “Él cambió la historia porque fue el primer cantante de la música vallenata que se presentó como líder de una agrupación. Antes de él no se anunciaba al cantante”.
Y Felipe Peláez, también de la nueva generación, remata: “Fue el primer vocalista dueño de su proyecto, de su empresa, y esto es un aporte cultural inmenso, aparte de su gran legado musical”.
Todos ellos fueron sus amigos y coinciden en elogiar también su calidad humana, su perseverancia y, por supuesto, el privilegio divino de su voz. Aquí, sus testimonios.
Gustavo Gutiérrez
“Oñate fue mi mejor intérprete. Mis canciones más reconocidas las grabó él, quien fue además la voz vallenata que más me cautivó. Éramos amigos desde hacía mucho tiempo, me grabó como 14 canciones, como Lloraré, con Juancho Rois, y Paisaje de sol.
“Era una extraordinaria persona. Él, junto con Poncho Zuleta y Diomedes Díaz, son para mí los tres grandes cantantes en la historia del vallenato.
“Lo que más admiré de él fue que cantaba con una voz brillante y fue un luchador de la vida. A pesar de los años, seguía en primera fila. Además, puedo dar testimonio de que era un gran amigo. Era muy afectuoso y vivía pendiente de uno.
“Cuando yo empecé a componer, mi hermana Olguita y mi mamá (Teotiste Cabello) eran fanáticas de él, que era muy de mi casa. Cuando yo componía mis canciones, siempre proponía a Jorge Oñate. Olguita lo llamaba y él se presentaba.
“Una anécdota buena es cuando compuse No sé pedir perdón y mi hermana Olguita llamó a Rafael Orozco y yo a Oñate. Orozco llegó primero y Oñate se disgustó conmigo, porque le había dado la canción a Rafa, pero jocosamente. Da guayabo, con la pandemia se va acabando todo, pero la vida sigue.
“Doña Jenny, la señora de Gutiérrez, cuenta que Oñate era muy sentimental, de lágrima fácil: “Cuando estaba cerca de grabar le preguntaba a Gustavo si tenía canciones. Del año 2000 para acá le insistía, pero ya no le daba y Jorge se ponía a llorar”.
Jorge Celedón
“Lo que más admiré de él fueron su voz y su personalidad en la tarima. Fue un luchador por el folclor muy importante y nos está haciendo mucha falta en este momento esa energía que tenía en su juventud, su espíritu competitivo con los otros géneros, no solo con los colegas del vallenato.
“Si alguien sacaba una canción, él quería grabar una mejor. Siempre fue así. Su aporte fue importantísimo por las piezas que grabó y los artistas con quienes lo hizo; los acordeonistas que escogió siempre fueron de los mejores.
“En la tarima tenía mucha personalidad. Era muy profesional y le ponía mucho sentimiento a cada interpretación. A veces sucedía que dos artistas grababan una misma canción para la misma época y él trataba de hacer que la suya la superara. Fuera del escenario era una gran persona. A todos los de nuestra generación nos miraba como un padre y siempre que podía nos daba consejos, nos contaba sus anécdotas, algunas con su nota picaresca.
“En el escenario trataba de pelearnos el turno, porque era un constante luchador por mantener su música siempre en los primeros lugares”.
Alfredo Gutiérrez
“Siempre tuvo mi admiración porque fue muy luchador. Es la voz más bonita que ha dado el vallenato.
“Más que todo hemos estado en parrandas. La última vez fue en un evento sinfónico que hubo en Bogotá, en marzo. Antes nos habíamos visto en las fiestas de San Pelayo, Córdoba.
“Jorge era de La Paz (Cesar) y mis ancestros son de allá. Él fue yerno del difunto Bernardo ‘El Chijo’ Zuleta, un personaje que fue como un padre para mí. Yo me la pasaba allá en La Paz y por eso pasábamos mucho tiempo juntos. Era un hombre muy amiguero, muy chistoso, una excelente persona”.
Peter Manjarrés
“Lo que más admiré de Jorge Oñate fue la pasión por la música. Uno se encontraba con él y parecía que hablara con una persona que estuviera comenzando. Que el maestro tuviera más de 50 años de trayectoria y conservara la misma pasión, es de admirar.
“Amó y fue un guerrero de nuestra música, que nos daba buenos consejos, que estaba en los momentos más difíciles con sus colegas. Fueron muchas sus virtudes y siempre las recordaré y siempre lo admiraré por eso.
“Tengo muchas anécdotas con él, pero la más reciente es que mi mamá en este momento se encuentra muy enferma y, por coincidencia, el médico que la iba a operar lo operó a él; entonces, yo le pedí al maestro que le mandara un mensaje para tranquilizarla y le envió un video hermoso, la hizo reír en esos momentos tan difíciles. No puedo olvidar ese bello gesto de él, como siempre acompañando a sus amigos”.
Felipe Peláez
“Fue un gran intérprete, con una voz prodigiosa, potente, plena, fuerte, a pulmón abierto. Admiré su tenacidad, era un guerrero. Oñate siempre grabó con las mismas ansias, con esa misma fiebre, esa misma hambre, como si nunca hubiera grabado un disco. Era impresionante.
“Tuve la oportunidad de estar cerca de él muchas veces, de grabar, de ser su guitarrista y por eso sé cómo pensaba y cómo disfrutaba de un arreglo, con una pasión absoluta, al 200 %. Sacaba sus producciones con ganas de echar para adelante.
“Estuve con él muchas veces en la tarima. Él me grabó varias canciones y cuando la primera, que se llama Se te hizo tarde, él no podía creer que siendo yo un muchacho de 21 - 22 años le estuviera mostrando esa canción. Le parecía que era muy madura para mí y decía: “¿Dónde estaba este muchachito? ¿De dónde salió?”. Me daba mucha risa porque también expresaba: “A este muchacho se ve que le han dado duro, ¡carajo! ¿Quién habrá sido esa cristiana que le maltrató el corazón así?”.