Así será la tercera temporada de 'La casa de papel': una visita exclusiva a los estudios de grabación

Quien ya se vio seducido por las dos temporadas de ‘La casa de papel‘ y llega a la capital española no puede menos que buscar en sus anchas avenidas esos rincones que le recuerden las emociones que le ha hecho vivir la banda de ladrones, con alias inspirados en ciudades destacadas del mundo, que se toman la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, imprimen una fabulosa cantidad de billetes y huyen campantes con el botín.

Los taxistas, por ejemplo, cuentan que hay viajeros que piden que los lleven directo del aeropuerto de Barajas a la sede de esta institución, cuyo museo ha visto triplicar su concurrencia, cuando antes del programa no lo visitaba casi nadie. También se ha desatado una ola incontenible de turistas al Centro de Investigaciones Científicas, CSIC, donde se escenificó la fábrica y los instagramers se toman selfis que cuelgan con el hashtag #lacasadepapel.

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Pero el fenómeno no es solo local. En la rígida Arabia Saudita, un buen día, todo un estadio se llenó de asistentes con las máscaras de Dalí que usan los delincuentes en el programa. Algo similar pasó en el carnaval de Río de Janeiro, al tiempo que Darko Peric, intérprete del rudo Helsinki, otro de los hampones, cuenta que le han llovido amenazas de muerte. Una vez, le respondió a uno de estos remitentes, quien le replicó: “¡Me contestaste! ¡Te amo! ¡Gracias!”.

Ahora, él, Tokio, Río, Berlín, Nairobi, Denver, Oslo y Moscú, entre otros, retornan en una temporada mucho más espectacular técnicamente hablando, según Alex Pina, creador del programa, pero hace una salvedad: “Mantenemos el ADN de ‘La casa de papel‘, que se enfoca en los personajes, las transgresiones, la identidad y muchos elementos de la comedia negra”.

Foto: Mónica, la secretaria de la fábrica de billetes, parece vivir un eterno idilio con Dénver, el ladrón de quien se enamoró en pleno asalto.

Así declaró en una pausa de las grabaciones en los estudios de la llamada Ciudad de la Tele, en Tres Cantos, cerca de Madrid, donde Jet-set se unió a un grupo de medios invitados a conocer por dentro el mundo de la serie.

En las entrañas de los estudios, donde la magia del arte y las cámaras crean la ilusión de muros y bóvedas de metal a punta de madera, plástico, papel y pintura, Alba Flores, intérprete de Nairobi, revela que en los nuevos capítulos “habrá mucha más acción porque es un golpe más ambicioso”.

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Los rateros, en efecto, tras darse la gran vida con los millones de euros que han revolcado sus complicadas existencias, vienen por el Banco de España, el equivalente al Banco de la República de Colombia, cuya recia seguridad lo hace una fortaleza inexpugnable. Para esto, contarán con la ayuda de nuevos integrantes que también tomarán nombres de urbes: Colombia no podía faltar, pues Bogotá, encarnado por Hovik Keuchkerian, será uno de ellos, según se rumora desde hace largos meses.

También debutará Palermo, rol del argentino Rodrigo de la Serna, quien cuenta que se trata de un ingeniero que tiene una vieja y profunda amistad con El Profesor, rol de Álvaro Morte, cerebro del grupo y personaje central de la producción.

La casa de papel se presentó primero por Antena 3 en España y cuando sus realizadores creían que era cosa del pasado, se desató su boom mundial a raíz de su llegada a Netflix, a finales de 2017. Fue tan inesperado, que los actores evocan anécdotas muy simpáticas al respecto. Úrsula Corberó, intérprete de Tokio, recuerda que, ignorante de todo eso, pasó aquel Año Nuevo en Uruguay y, en una discoteca, mucha gente desconocida empezó a alabarla.

“Tokio, ¡sos un genio, una diosa!”, le decían, y ella (que tiene un sentido del humor genial) le comentó a su novio: “Qué suerte que todas las personas que han visto la serie estén aquí en Uruguay”. La verdad era que la estaban viendo en el mundo entero y eso dio pie a esta tercera temporada.

Foto: El escenario del robo parece una sede bancaria de verdad, pero es una recreación a base de madera, pintura y plástico concebida en los estudios de Netflix en Tres Cantos, cerca de Madrid.

Pina atribuye la buena recepción a que la serie enlaza la acción, tenida comúnmente como superficial, con la intimidad emocional, tildada a menudo de aburrida.

“Cuando juntas esas dos cosas, da como resultado algo muy poderoso”, explica el productor y también guionista, que define La casa de papel como “un cómic con mucha iconografía pop”, en lo cual lo secunda el director, Jesús Colmenar: “No es un programa realista, aunque lo pretende. Es un cuento alegórico, lleno de símbolos, y por eso la careta de Dalí y el overol rojo son cosas que la gente puede hacer suyas para cualquier lucha”.

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La tercera temporada conservará también la ambigüedad moral, otro de los ganchos de la trama. “Hay gente buena pero también mala entre los policías, y eso mismo sucede entre los ladrones. Hacemos que los espectadores se suman en esa misma dicotomía en que viven los personajes y decidan de qué lado están en el atraco”, apunta Pina.

Muchos espectadores no lo notan, pero otro de los grandes atractivos de La casa de papel es cómo juega con los tiempos, y suprime a cada rato la continuidad. “No hay flashbacks, sino que los tiempos tienen una entidad casi emocional, se suceden uno tras otro y el televidente los descompone en su cabeza”, prosigue Pina, para quien eso hace al espectador más activo.

Se trata, asegura, de la construcción de nuevas narrativas que ahora tienen al mundo hispanoparlante imponiendo su estilo sobre los estadounidenses, que antes llevaban la voz cantante en la industria.

Foto: Nairobi, interpretada por Alba Flores, se volvió viral en las redes sociales y el movimiento feminista por su frase “¡empezó el matriarcado!”.

Los fans están ansiosos por embeberse de nuevo en las historias truculentas de sus protagonistas. “Entramos a un banco a robar, somos violentos, tomamos rehenes, pero ello no está por encima de que somos seres humanos con intenciones más o menos nobles”, explica Alba Flores.

Úrsula, por su parte, relata que no es fácil interpretar a una mujer visceral y temperamental como Tokio, quien se precia de odiar a su madre muerta. “Cuando estás todo el día en el set diciéndole a alguien ‘te odio, te odio, te odio’, al volver a casa necesitas un proceso de adaptación para retomar tu estado natural”.

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De nuevo, sale su lado cómico y describe la actuación en la serie como quien se toma unos tragos: “Pero también tiene su parte buena y es que te puedes desahogar de esas contenciones que todos tenemos. Entonces, vienes aquí, te haces una secuencia, lo sacas todo, quedas a gusto, vuelves a casa medio sedada y ya está” (risas).

Ese mismo efecto catártico es el que ahora buscarán en los episodios los millones de televidentes que comprenden, sin pudor, que el robo debe seguir.

* Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Acá puede leer otros artículos.