ECOLOGÍA
Aviario Nacional de Colombia: destino turístico
A cincuenta minutos de Cartagena se encuentra un lugar en el que el color y la gracia de más de 1.700 aves, que incluso interactúan con los visitantes, son un imperdible atractivo.
Si se está en Cartagena, o en las Islas del Rosario, no hay excusa para no visitar el Aviario Nacional, un atractivo natural del que poco se conoce pero que toca profundamente a quienes lo visitan. Inevitablemente, los turistas quedan contagiados de un amor por las aves tras presenciar el lado más fascinante de 1.700 pájaros de cientos de especies. El hecho queda evidenciado en la página Trip Advisor, en la que el Aviario ha recibido 107 valoraciones a la fecha, de las cuales 71 son ‘excelente’ y 20 ‘muy bueno’ (tras un primer año de actividades en el que suelen presentarse la mayor cantidad de problemas o imprevistos). Una búsqueda en redes arroja decenas de fotografías, videos y comentarios positivos en Facebook y Twitter, donde se destruye más de lo que se aplaude.
Ángela Posada-Swafford, periodista y corresponsal de la revista Muy Interesante, consigna sonriente en un video: “Estoy fascinada por el aviario. Es un tesoro escondido, que espero no siga escondido por mucho tiempo. Venía con muchas expectativas, y las vi superadas”. A su testimonio se suman más como el del niño Martín Jaramillo, de Medellín, que junto a su hermanita invita a los demás a ver aves fantásticas pero también a aprender, y al del bogotano Rafael Ortiz que lo celebra como “un logro para exaltar lo que merece preservarse hacia futuro”. Decenas de comentarios de la gente describe la experiencia como una de las más hermosas de sus vidas.
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Historia alada
Todo comenzó hace 27 años, cuando Rafael Vieira y Silvana Obregón iban a descansar (de sus actividades cotidianas en el Oceanario donde estaban) al terreno Palmar, en Isla Grande, y allí empezaron a recibir aves, que llegaban por decomiso de tráfico ilegal, o que les eran entregadas voluntariamente por personas que querían aportar. Con el paso del tiempo, amigos que los visitaban en ese terreno y observaban el espectáculo de fauna colorida, que se iba configurando en esa especie de finca, les sugirieron hacerlo público y en un lugar más accesible. Eduardo Robayo y su esposa Alba Lucia Robayo, socios y grandes colaboradores del proyecto, han apoyado de acción y palabra la iniciativa.
Entre todos se dieron a la tarea de encontrar el lugar perfecto para el aviario. Tomó años, pero sucedió cerca de Playa Blanca, en la isla de Barú. Lo adecuaron para simular el hábitat de distintas especies y también para recibir visitas y ofrecer una ‘museografía’ a la altura de la experiencia. El Aviario comprende siete zonas, divididas a su vez en aviarios de inmersión y en exhibiciones. Algunas especies interactúan con los visitantes, mientras que otras los maravillan, como en el caso del águila harpía, la más fuerte del mundo y reina de la selva amazónica.
Martín Pescador, su hijo, comparte y asume sus responsabilidades en el espacio, pues el aviario también es parte de su vida, así lo alterne con sus estudios. Él ha asumido como suyo el proyecto que desde chiquito y de la mano de sus padres vio un sueño materializarse, pues así fuera un niño en sus inicios, ya se involucraba de lleno con las aves y con su reproducción.
Los turistas quedan boquiabiertos, casi incrédulos, por la constitución de estos animales, su canto, miradas peculiares, sus plumajes y su vuelo. También por el hecho de que se ven y sienten exóticos, pero viven en Colombia. Silvana añade: “Los cartageneros y colombianos están orgullosos. Vienen y luego traen a su familia para compartir la experiencia. Ha venido gente de Chile, de Rusia, de Yemen, y quedan fascinados. Y una niña a la que le pareció caro pagar los 35.000 pesos de la entrada, al salir no pudo más que felicitarnos”.
“Condiciones óptimas”
Más allá de entretener, el aviario también lleva a cabo una importante misión, reproducir especies en peligro para luego liberarlas. Así lo han logrado con el paujil de pico azul, una especie endémica, que ha emocionado muchísimo a quienes hacen parte del proceso.
Según explica la veterinaria Paola Buitrago, funcionan con tres fines: conservación, educación y recreación: “En conservación, trabajamos en tres especies: paujil de pico azul, águila arpía y cóndor andino. Fuimos el primer lugar en el mundo que pudo reproducir el paujil de pico azul en cautiverio, tuvimos 11 crías en 2013 y la idea es seguir con esta reproducción hasta tener una población suficiente, cuyos hijos puedan ser liberados en la Sierra Nevada de Santa Marta, zona endémica de esta especie, o sea, el único lugar que habita en el mundo”.
Sobre los cóndores, aves insignes en peligro, el importante proceso se lleva a cabo gracias al gobierno chileno, que donó un pareja para que se reprodujeran y poco a poco repoblaran los cielos del país. La donación tuvo lugar hace un año, por medio del Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible y de Acopazoa (Asociación Colombiana de Parques, Zoológicos y Acuarios). El proceso culminará cuando las crías y sus aves sean liberadas en la Sierra Nevada de Santa Marta, con la presencia de mamos koguis y arhuacos que cuidan la región y cuidarán de ellos.
Es muy diciente que distintas aves que pasen por el Aviario se reproduzcan allí, pues para que se dé este proceso las condiciones deben ser óptimas. Para esta gran familia del aviario siempre se ha tratado de conservar, de proteger, y de enseñar, y lo han logrado. Por ahora, para el público, solo queda visitar, apoyar y disfrutar de sus esfuerzos.
Para mayor información sobre transporte al Aviario desde Cartagena, llamar al 323 5255320.